Arnoldo Cuellar
27/08/2021 - 12:05 am
La ultraderecha de Guanajuato en la mira de AMLO
El encono de las respuestas registradas en el intercambio entre la cofradía de ultraderecha de Guanajuato y el titular del Poder Ejecutivo Federal no facilita el camino para resolver muchos de los pendientes de Guanajuato.
El agrupamiento de actores de poder en torno a la defensa a ultranza de un funcionario a todas luces incompetente, el Fiscal de Guanajuato, evidencia antes que nada un pacto de complicidad, pues el defendido ha sido también defensor de los intereses que representan quienes han salido a poner el pecho a las críticas.
Los obispos de Guanajuato, el PRI, el PAN, columnistas cortesanos, funcionarios estatales y el propio Gobernador Diego Sinhue Rodríguez, tratan de contestar con justificaciones poco argumentadas y con ironías escasamente logradas, las críticas al desempeño de un funcionario que ha venido entregando, año tras año, resultados cada vez peores.
No es a los críticos del Fiscal Carlos Zamarripa a quienes tienen que contestar sus defensores, sino a los ciudadanos de un estado que consideran la inseguridad como el mayor problema de Guanajuato, encuesta tras encuesta.
Tampoco funciona devolver la pelota y exigir cuentas al Gobierno federal que tiene solo tres años, por los 12 años de desastres acumulados con los que Zamarripa ha respondido al otorgamiento de poderes cada vez mayores y presupuestos más cuantiosos.
Ambos temas son problemáticos, pero resulta demasiado hipócrita tratar de ocultar el desastre propio escondiéndolo en el ajeno y hacer de ello una causa bélica en contra del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, el encono de las respuestas registradas en el intercambio entre la cofradía de ultraderecha de Guanajuato y el titular del Poder Ejecutivo Federal no facilita el camino para resolver muchos de los pendientes de Guanajuato.
Es al Gobernador de Guanajuato a quien más le debería interesar una detente en el conflicto verbal con López Obrador. Guanajuato es deficitario en su gasto público, en la utilización de reservas de agua y en su capacidad para atender el problema de la inseguridad. En todos esos renglones y en muchos más depende de la disposición de recursos federales que, después del límite legal, están sujetos a discrecionalidad absoluta.
Gracias a esa discrecionalidad, prosperó el Guanajuato de los últimos 20 años: con los respaldos extraordinarios de Vicente Fox a Juan Carlos Romero, de Felipe Calderón a Juan Manuel Oliva y de Enrique Peña Nieto a Miguel Márquez.
Así se dilapidaron recursos para un parque bicentenario en Silao, inútil hoy; para mil hectáreas de una fallida refinería donde hoy juegan a los rancheros empresarios cercanos al régimen panista; así se pudo subsidiar a las grandes armadoras con terrenos regalados; así se compró la reserva del Puerto Interior donde la atracción de inversiones se ha mezclado con los negocios de particulares, también cercanos al PAN, entre ellos Manuel Barreiro, el socio incómodo de Ricardo Anaya.
Cuando los vientos cambiaron, en 2018, el grupo en el poder en Guanajuato, empresarios, políticos e ideólogos incluidos, debieron prever un plan de contingencia que fuera más allá del aislacionismo y el blindaje para proseguir con la lógica patrimonialista de usar el poder solo en beneficio de unos cuantos.
Parecen no haberlo hecho y hoy falla el talento estratégico y crece la confusión sobre todo por las grietas que comienzan a aparecer entre los objetivos de Miguel Márquez, gran elector de Diego Sinhue y verdadero protector de Carlos Zamarripa, con el grupo compacto del novel Gobernador que quiere hacerse su propio lugar en la mesa de las decisiones.
Esa confusión es la que está aprovechando López Obrador para hacer, con unas cuántas declaraciones tronantes, más daño bajo la línea de flotación de la nave panista que la descolorida laborde tres años de sus discípulos morenistas en la entidad, tan dispersos como confrontados entre sí.
Con las respuestas agresivas de algunos acólitos yunquistas y con la idea de responder golpe por golpe, el Gobernador Sinhue entra en un escenario donde tiene mucho más que perder a la larga, al comprometer la posibilidad de negociar recursos, máxime frente al crecimiento de los estados gobernados por Morena.
Mientras López Obrador hace cambios y fortalece la línea dura de su Gobierno, como se aprecia en el relevo en Gobernación, en Guanajuato el Gobernador se muestra incapaz de liberarse de la influencia de su antecesor y continúa cargando con sus lastres. Parece a todas luces una batalla desigual.
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