El año pasado, en ese mismo barrio, también fue atacado en mayo una maternidad en la que murieron 16 personas, entre ellas, según informaron entonces las autoridades, “dos recién nacidos, madres de recién nacidos y matronas, a los que dispararon”.
Por Rahim Faiez
KABUL (AP) — Familias acongojadas sepultaron el domingo a sus seres queridos tras el espeluznante estallido de una bomba en una escuela para niñas en la capital afgana que mató a 50 personas, muchas de ellas niñas de apenas entre 11 y 15 años de edad.
La cifra de heridos por el atentado del sábado ascendía a más de 100, indicó el portavoz del Ministerio de Relaciones Interiores Tariq Arian.
En Dasht-e-Barchi, vecindario en el oeste de Kabul, las familias sepultaban a las víctimas en medio de recriminaciones contra el Gobierno, a quien acusan de no protegerlas de los ataques ocurridas en el lugar, de mayoría chií.
“El Gobierno reacciona a posteriori pero no toma ninguna medida de prevención”, denunció Mohammad Baqir quien había sepultado a su sobrina Latifa, alumna de la Escuela Syed Al-Shahda.
Tres explosiones estremecieron a la escuela justo cuando las alumnas salían al terminar su jornada escolar, indicó Arian. Fue un atentado contra la etnia Hazara, derivada de la etnia chí y que es mayoría en el barrio Dasht-e-Barchi.
El Talibán negó haber sido el responsable y condenó el ataque.
La primera explosión vino de un vehículo cargado de explosivos, seguido por otros dos iguales, afirmó Arian, advirtiendo que la cifra de víctimas podría seguir aumentando.
En una ciudad ya desgarrada por implacables olas de atentados el del sábado fue particularmente brutal. Han proliferado denuncias de que el Gobierno no está tomando medidas de seguridad y temores de más violencia una vez que se retiren las fuerzas estadounidenses y de la OTAN.
Entretanto en la Ciudad del Vaticano, el papa pidió plegarias “para las víctimas del ataque terrorista en Kabul, un acto inhumano contra niñas que salían de sus clases... Que Dios otorgue paz a Afganistán”.
El vecindario Dasht-e-Barchi ha sido víctima de numerosos ataques contra sus pobladores chiís y usualmente la rama local del grupo “Estado Islámico” se atribuye la violencia. Hasta ahora nadie se ha atribuido el asalto más reciente.
Fue en ese mismo vecindario en el 2018 donde un atentado contra una escuela mató a 34 personas, en su mayoría estudiantes.
En septiembre del 2018 estalló una bomba en un gimnasio de lucha libre, matando a 24 personas y en mayo del 2020 estalló otra bomba en un hospital de maternidad matando a 24 personas, entre ellas mujeres embarazadas y bebés. En octubre del 2020 estalló otra bomba en el centro educativo Kawsar-e-Danish, matando a 30 personas.
La mayoría de estos ataques fueron reivindicados por la rama local del grupo que se hace llamar “Estado Islámico”.
El violento grupo suní le ha declarado la guerra a la población chií de Afganistán.
Poco después del ataque, turbas enardecidas atacaron ambulancias e incluso golpearon a socorristas que trataban de evacuar a los heridos, informó el vocero del Ministerio de Salud Ghulam Dastigar Nazari.
Ensangrentados morrales y textos escolares estaban desparramados por la calle frente a la Escuela Syed Al-Shahda. La escuela tiene clases para varones en la mañana y parahembras en las tardes.
El domingo, líderes Hazara de Dasht-e- Barchi se reunieron para expresar su frustración por la incapacidad del Gobierno de proteger a los Hazara, y decidieron crear una fuerza propia de protección.
Dicha fuerza será desplegada en las entradas de escuelas, mezquitas e instalaciones públicas, y cooperará con las autoridades nacionales. La intención es complementar a las fuerzas de seguridad oficiales, aseguró el parlamentario Ghulam Hussein Naseri.