México

Pueblos originarios de México se mudan a la web a vender su obra, para superar pandemia y plagios

10/04/2021 - 12:05 am

Marcas extranjeras han comercializado los diseños de los pueblos originarios sin la autorización de las comunidades, por lo que la Cámara de Diputados aprobó en días pasados una reforma a la Ley del Derecho de Autor para proteger sus obras. SinEmbargo presenta el trabajo de artesanas y artesanos que, a partir de la pandemia, venden ropa, manteles, muebles y cobijas a través de redes sociales con envíos a nivel nacional e internacional. ¿Qué técnicas ancestrales usan y qué opinan de la apropiación cultural?

Ciudad de México, 10 de abril (SinEmbargo).– Cajas de madera dibujadas con espina de maguey, collares con conchas de mar, piezas de barro libres de plomo, espejos de hojalata, alebrijes, muebles y ropa pintados a mano, cobijas y manteles hechos con telares de cintura o de relieve. Sin intermediarios, artesanas y artesanos del norte y el sur del país venden sus productos realizados con técnicas ancestrales a través de redes sociales.

Durante la pandemia —por ausencia de turismo—, talleres y familias de pueblos originarios de Sonora, Michoacán, Hidalgo, Puebla, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y otras entidades comenzaron a promover sus artesanías en Facebook e Instagram, lo cual les ha generado mayores ventas y envíos a nivel nacional e internacional.

Este miércoles, la Cámara de Diputados aprobó el dictamen que reforma el artículo 4 de la Ley Federal del Derecho de Autor para reconocer la propiedad intelectual-colectiva y proteger del plagio a las obras de comunidades indígenas, las cuales han sido transmitidas por generaciones y reflejan valores de su cultura, religión y modo de vida.

Los legisladores expusieron que diversas marcas como Zara, Louis Vuitton o Carolina Herrera han comercializado los diseños de los pueblos originarios sin la autorización de las comunidades y sus creadores. El documento se envió al Senado para su debate.

«Ante las marcas o revendedores, muchas veces los artesanos creían que no encontrarían clientes por sí mismos. O muchas personas piensan que el trabajo del artesano no vale porque no tiene una marca, lo que se ha convertido en una competencia desleal. Pero difundiendo su trabajo se están dando cuenta que hay un mercado muy grande que quiere comprarles directamente», dijo la promotora cultural Luz Valdez.

DEL MAR AL CUELLO

Mina Barnett pertenece al pueblo indígena serí ubicado en Sonora, frente a la Isla Tiburón. Vive en Punta Chueca y recoge conchas de mar para producir artículos de decoración. Con fibras naturales, la artesana también hace canastas de varios tamaños, muñecas e indumentaria.

«Nos dedicamos a hacer el tejido de brote. Hacemos canastas chicas y grandes, hasta de dos metros la más grande», dijo. «Aparte tenemos un tallado de piedra y collares con conchitas o caracolitos que recolectamos en el mar».

Cestos y mantel. Foto: Mina Barnett
Collares con piedra tallada en forma de animales. Foto: Mina Barnett.

Mina ha seguido la tradición de sus antepasados. Hace muchos años, recordó, guardaban en los cestos semillas y frutos secos para poder transportarlos. Ahora los hacen para vender como decoración.

«Para nosotros es muy importante conservar esta cultura, para que nuestros hijos y la gente nueva también se dediquen y no se pierda; es parte de nosotros», aseguró.

Sin embargo, expuso, por la llegada de la pandemia las ventas no han sido como antes. «Ya no tenemos salidas para poder vender, nos quedamos dentro del pueblo también para cuidarnos de la enfermedad. Los contactos del Facebook son los que nos están apoyando a difundir y comprarnos».

Muñecas con la vestimenta serí. Foto: Mina Barnett.

Fb: https://facebook.com/imelda.diaz.587

DE LA MADERA A LA SILLA

Al inicio de la pandemia, el pueblo San Martín Tilcajete, en Oaxaca, se cerró. No podían entrar ni siquiera los camiones de Coca-Cola o Bimbo. Para que se siguieran vendiendo sus artículos hechos con tallado de madera, los artesanos de «Colores de Copal» recurrieron a las redes sociales. Les ha funcionado. Incluso han hecho envíos a Uruguay y Estados Unidos.

 «Antes teníamos las redes sociales como una herramienta que estaba ahí, pero no las veíamos como una fuente de ingresos», recordó Perla Fuentes Pérez, que orgullosamente pertenece a la tercera generación de artesanos en la talla de madera. Su abuelo fue pionero en esta técnica en su comunidad ubicada al centro de la entidad.

Su papá es el único que talla la madera y el resto de la familia la decora. Esta generación está innovando al pintar tenis, aretes y sobre ropa con la técnica empleada para los alebrijes, insignia de este poblado oaxaqueño. «El mismo cliente te va pidiendo decorar productos y nosotros nos vamos adaptando», aseguró.

Silla de madera decorada. Foto: Colores de Copal.

Perla expuso que gracias a la artesanía han podido acceder a la educación. «Aunque cada quien tiene una profesión, nosotros no dejamos nuestra raíz, nuestra artesanía de lado, sino que la hemos mantenido viva y siempre presente en nuestro día a día», dijo.

Sin embargo, ante la apropiación cultural y los regateos, a veces «la vida de un artesano es muy difícil», confesó. Respecto a las marcas que se apropian de los diseños, Perla comentó que toda pieza, por más sencilla que parezca, tiene detrás una historia ancestral.

Colibrí. Foto: Colores de Copal.

«En San Martín se comenzó a trabajar la artesanía desde los años 60. Duele que alguien llegue y lo tome como simple moda o de manera superficial sin conocerlo», aseveró. También le frustra aún no poder defender el trabajo artesanal a nivel legal.

Sobre los regateos, compartió que hay clientes que valoran su trabajo, lo cual les da mucha satisfacción. Pero otros les cuestionan los precios sin considerar el tiempo y esfuerzo (sobre todo visual y de paciencia). «Cuando nos topamos con ese tipo de clientes es como si les estuviéramos vendiendo cualquier cosa en serie; no lo valoran», planteó.

Fb: https://www.facebook.com/Coloresdecopal

DE CABLES A CAZOS

En Santa Clara, Michoacán, la familia Pureco ha realizado productos de cobre martillado durante tres generaciones, desde 1945. El cable del cobre, que adquieren en laminadoras, lo funden, lo martillan hasta extenderlo en un disco, lo parten y elaboran una jarra, una olla, un florero, un vaso o un cazo, los cuales decoran a mano.

«Mi familia por parte de mi papá es artesana desde el papá de mi abuelito, que en paz descanse», dijo Alan Pureco. «Desde generación en generación hemos estado perfeccionando la técnica porque el cliente lo necesita».

Un termo de cobre. Foto: Fragua Pureco de Cobre

El artesano aseguró que el turismo era la principal fuente económica del poblado, por lo que comenzó a publicar las piezas en redes sociales. «Te abre la posibilidad de que muchos otros pueblos y estados conozcan lo que hacemos aquí; es algo muy bonito cuando la gente te da las gracias cuando le llegan a su domicilio y te vuelve a pedir», aseguró.

El uso de Facebook e Instagram «ha estado dando frutos, hemos conseguido nuevos clientes y sobre todo ya no les vendemos a las tiendas que lo revenden. Les damos precio mejor a los clientes directos», celebró. Aunque Pureco agregó que «no ve mal» que haya intermediarios, ya que el cobre es muy solicitado y «el sol sale para todos».

Lavabo de cobre. Foto: Fragua Pureco de Cobre.
Florero de cobre. Foto: Fragua Pureco de Cobre.

Fb: https://www.facebook.com/iker.pureco

DE LA LANA AL TAPETE 

Froylan, habitante de Teotitlán del Valle, Oaxaca, forma parte de un taller de 15 jóvenes donde, luego de tomar cursos de capacitación en el centro cultural local, realizan tejido de tapetes, cobijas y alfombras con relieve y tintes orgánicos.

«Lo que hacen las fibras es darle relieve a nuestras piezas de lana. Es muy tardado; dura meses. Se trabaja con material fino por lo que no se puede el día completo. En las noches ya no ves y son mucho hilos. Se cansa la vista», platicó el artesano. Su taller familiar se llama KIAE DAYN.

Tapete con relieve. Foto: Froylan Mendez.

Los jóvenes artesanos, antecedidos por cinco generaciones, utilizan técnicas como hilo emplumado, teñido de reserva con tintes naturales y diferentes tipos de tejido. «Estamos tratando de rescatar lo que ya se está perdiendo, como el tejido con diferentes fibras que casi ya no existe».

Son técnicas de rescate, pero a la vez de innovación porque también le apuestan, por ejemplo, al alfepado en seco. «Después de tejer, se interviene en la pieza de lana con lana cardada y tiene otro relieve», explicó Froylan.

Tapete con relieve. Foto: Froylan Mendez.

Tienen una tienda física en el poblado oaxaqueño. Cada pieza muestra el nombre del artesano y su página. Pero también hacen envíos a través de redes sociales.

Fb: https://www.facebook.com/kiae.dayn 

DEL BORDARO MANUAL AL PERRO 

Margarita Hernández es artesana de Zinacantán, Chiapas, y junto con su familia elabora ropa, manteles, caminos de mesa, cojines, fundas y hasta pecheras o collares para mascotas con bordado a mano.

Por la pandemia y la disminución de turistas en el pueblo mágico, apostaron por bordar cubrebocas y ofrecerlos mediante redes sociales. A un año de la COVID-19, ya hacen envíos nacionales y a Estados Unidos de todas sus artesanías.

Pechera para perros. Foto: Margarita Hernández.

«Los turistas ya no podían entrar por la pandemia. Nosotras teníamos Facebook, pero no le tomábamos importancia porque vendíamos más acá. Pero vimos que por la pandemia era muy complicado vender porque nadie buscaba nuestros artículos que no son de primera necesidad para la gente. Entonces empezamos a vender cubrebocas bordados a mano», contó Margarita.

Caminos de mesa. Foto: Margarita Hernández.

Para la artesana chiapaneca, la apropiación cultural de marcas extranjeras es motivo de enojo e indignación. «Lo vemos muy mal, porque nos cuesta mucho trabajo idear y hacer todos nuestros diseños que salen de nuestra mente. Y cuando las marcas grandes las empiezan a plagiar nos sentimos impotentes y no sabemos qué hacer. Los venden muy, muy caros», aseguró.

Fb: https://www.facebook.com/margarita.hernandez

DEL ÁRBOL A LA ESCRITURA

Luis Santos, originario de San Pablito, en la Sierra Norte de Puebla, es un maestro artesano en papel mate, que obtiene a partir de la corteza del árbol conocido como jonote colorado, el cual crece en los cafetales de la región de Villa Juárez. Sólo para obtener una hoja blanca y lisa para trabajar libretas, portarretratos, separadores y demás, le toma 12 días.

«El papel a mate es una artesanía ancestral. Antes lo hacían los mayas y aztecas para sus códices. Ahorita en la actualidad lo hacemos para utilizarlo como decoración en una casa», dijo entre canto de gallos.

En San Pablito los artesanos viven del turismo, pero desde hace un año que comenzó la COVID-19 el flujo disminuyó. «Han llegado muy pocos turistas, y nos han tocado muy pocas ventas. Pero con la ayuda de Facebook y algunas personas que comparten nuestro trabajo hemos sobrevivido a la pandemia», afirmó Luis.

Una pieza de papel mate lista para enmarcarse. Foto: Luis Santos.
Artesanía con papel mate. Foto: Luis Santos.

A partir de la difusión, han tenido clientes de Estados Unidos y de todo el país desde Baja California hasta Veracruz y Tabasco.

Aunque en el caso del papel mate cree que sea complicado que se plagie, dijo que esta práctica afecta a los artesanos.

«Nosotros que combinamos artesanías como el bordado de Tenango, originario de Hidalgo, veo que el plagio afecta a las señoras madres de familia que se dedican al bordado porque les quita el sustento», afirmó. «Para ellas es muy difícil elaborar las piezas; se tardan hasta cuatro meses y no pueden competir con una maquinaria».

Fb: https://www.facebook.com/artsantosr

DEL TELAR AL CUERPO 

En Xochistlahuaca, en la Costa Chica de Guerrero, las artesanas amusgas tejen con telar de cintura huipiles y rebozos. Fabián, el familiar que les ayuda en la difusión en redes sociales, afirmó que por la COVID-19 dejaron de ir los domingos al tianguis artesanal del centro y, además, se paró el turismo.

«En el pueblo la mayor parte de las mujeres se dedica a esto. Mi mamá, una hermana y tías lo elaboran», afirmó. «Las prendas que elaboran son hechas en telar de cintura con estacas de madera e hilos de algodón, que es un proceso totalmente a mano sin máquina ni pedal».

Vestido hecho con telar de cintura. Foto: Artesanías y Accesorios Suljaa’

Con la llegada de la pandemia, como en otros poblados mexicanos, bajó mucho la venta. A veces no hay envíos durante semanas. «Rara vez están saliendo envíos de compradores, porque las personas que adquirían por docena o varias piezas ahorita sus negocios en donde los revendían no están adquiriendo cantidades altas», contó. Hace dos semanas pudieron volver al tianguis, pero hay domingos que definitivamente no venden.

Sobre la apropiación cultural, como ha visto que ha sucedido con textiles de Oaxaca, Fabián dijo que es razón de disgusto incluso para quienes no son artesanos. «Molesta puesto que se quieren apropiar del trabajo artesanal. Algunos quieren clonarlo con máquinas y otros vienen, y las compran para vender a costos exagerados», expuso. «Debería haber sanciones o algo que evite este saqueo».

Rebozo. Foto: Artesanías y Accesorios Suljaa’

Fb: https://www.facebook.com/AccesoriosSuljaa/

Dulce Olvera
Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.
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