Los investigadores han comprobado que llevar mascarilla sin importar si es vieja no siempre es mejor que no llevar nada tras demostrar que una mascarilla quirúrgica usada, que llega a bajar a una filtración menor del 30 por ciento, es peor que ir sin ella, según publican en la revista Physics of Fluids.
Madrid, 16 de diciembre (Europa Press).- A pesar de que se sabe ampliamente que usar una mascarilla ayudará a mitigar la propagación comunitaria de COVID-19, se sabe menos sobre la eficacia específica de las mascarillas para reducir la carga viral en las vías respiratorias de los que los usan.
Los investigadores han comprobado que llevar mascarilla sin importar si es vieja no siempre es mejor que no llevar nada tras demostrar que una mascarilla quirúrgica usada, que llega a bajar a una filtración menor del 30 por ciento, es peor que ir sin ella, según publican en la revista Physics of Fluids.
Investigadores de la Universidad de Massachusetts Lowell y la Universidad Bautista de California examinaron el efecto de usar una máscara quirúrgica de tres capas en los flujos de aire inspiratorios y los efectos de la máscara en la inhalación y deposición de partículas ambientales en las vías respiratorias superiores.
マスクは細かい飛沫をキャッチ!!
The results also show that mask-wearing protects the upper airway (particularly the nose and larynx) best from particles larger than 10 µm while protecting the lungs best from particles smaller than 10 µm.https://t.co/r4xY85oZeF
— Kazu (@KazzKomi) December 16, 2020
"Es natural pensar que usar una máscara, sin importar si es nueva o vieja, siempre debería ser mejor que nada pero nuestros resultados muestran que esta creencia sólo es cierta para partículas mayores de 5 micrómetros, pero no para partículas finas menores de 2.5 micrómetros, explica el autor Jinxiang Xi.
Los investigadores encontraron que usar una máscara con una eficiencia de filtración baja (menos del 30 por ciento) puede ser peor que sin ella. Para ello desarrollaron un modelo de máscara facial computacional utilizando un modelo fisiológicamente realista de una persona que usa una máscara quirúrgica con pliegues y luego usando métodos numéricos para rastrear las partículas a través de la máscara.
Examinaron el comportamiento y el destino de los aerosoles que pasan a través de la máscara, a la cara, a las vías respiratorias y, finalmente, donde se depositan en la nariz, la faringe o el pulmón.
El modelo mostró que una máscara cambia el flujo de aire alrededor de la cara, de modo que en lugar de que el aire entra en la boca y la nariz a través de caminos específicos, el aire llega a la boca y la nariz a través de toda la superficie de la máscara, pero a velocidades más bajas.
La velocidad más baja cerca de la cara favorece la inhalación de aerosoles en la nariz por lo que, aunque las máscaras filtran cierto número de partículas, más partículas que escapen de la filtración de la máscara pueden entrar al tracto respiratorio.
Descubrieron que la eficiencia de filtración de la máscara quirúrgica de tres capas puede variar del 65 por ciento si es nueva al 25 por ciento cuando se usa, por lo que usar una máscara al 65 por ciento de manera adecuada brindará una buena protección, pero usar una máscara de filtración al 25 por ciento puede ser peor que no usar ninguna.
Una simulación por ordenador muestra que una mascarilla quirúrgica u otra muy mala usada puede no protegerte, por favorecer aspiración micropartículas (nota: sí que protege a los demás, ver siguiente tuit)https://t.co/5XJj2tiH2Y via @physorg_com
— César Lasanta (@cesarlasanta) December 15, 2020
"Esperamos que las autoridades de salud pública fortalezcan las medidas preventivas actuales para frenar la transmisión de COVID-19, como elegir una mascarilla más eficaz, usarla adecuadamente para la máxima protección y evitar el uso de una mascarilla quirúrgica excesivamente usada o vencida", apunta Xi.
Los investigadores encontraron que los pliegues de una mascarilla quirúrgica afectan significativamente los patrones de flujo de aire, lo que sugiere que la forma de la mascarilla también debe considerarse un factor importante al estimar la eficiencia de protección de la mascarilla y diseñar nuevos modelos.