Antonio Salgado Borge
22/05/2020 - 12:05 am
Johnny Escutia: el pseudorey y su furia
Quienes circulan por la manosfera suelen argumentar los sus discursos de odio que ahí expresan son meras bromas malentendidas.
Un reclamo de Ana Luz, una usuaria de Twitter, puso los reflectores sobre una canción en la que el rapero Johnny Escutia, conocido como “el Rey de la Furia”, detalla explícitamente sus supuestas intenciones de matar a una conocida youtuber.
Johnny es un hombrecillo enojado al que despotricar desde su trono imaginario le hace sentir empoderado. Lo único que hace a Johnny comercialmente relevante es su disposición a narrar, explícitamente y en sus formas más aberrantes, agresiones contra mujeres y niñas.
Por desgracia, es evidente que el suyo no es un caso aislado. Prueba de ello es que a Ana Luz le llovieron inicialmente amenazas de muerte por exhibirlo. Es claro que no faltan quienes apoyan o aplauden a este rapero en redes sociales o quienes comparten su forma de ver el mundo. Este público constituye una piara que merece un enfoque atento y serio: la conformada por pseudoreyes enfurecidos. Es de esta piara de dónde ha salido Johnny.
Este fenómeno puede ser analizado desde distintos ángulos. Sin embargo, me enfocaré aquí en uno que considero particularmente relevante y poco explorado en México: la relación entre el caso de Johnny y la llamada manosfera, un entramado de espacios disponibles en internet, incluyendo blogs y foros de discusión, que se han convertido en auténticas incubadoras machistas. Este entramado es visible en redes como Twitter y Facebook o los videojuegos en línea. Pero estas manifestaciones son apenas la punta de un que iceberg encuentra niveles más profundos en subforos de Reddit y alcanza su fondo en grupos de 4chan y 8 chan.
En un libro reciente, el periodista de la BBC Mike Wendling ha identificado algunos elementos de la manosfera. Vale la pena revisar las conexiones entre estos elementos y el caso de Johnny. [1]
(1) SEXISMO Y VIOLENCIA
La idea fundamental detrás de la manosfera es el resentimiento u odio hacia las mujeres. Es necesario reconocer que en la manosfera este resentimiento se materializa en distintas formas y grados. Así, hay quienes, enojados por la reducción de oportunidades para hombres en la esfera pública derivada de la integración de las mujeres a la misma, se quejan de la decadencia de la sociedad que atribuyen al feminismo y piden reestablecer los roles de género tradicionales. Los pseudoreyes utilizan estas plataformas para darse palmadas en la espalda y lloran en los hombros de otros la pérdida de sus tronos imaginarios.
Pero en los mismos espacios hay quienes, furiosos, llaman violar o asesinar, a manera de castigo, a las mujeres que no están dispuestas a ser objetos y se muestran como sujetos; a atacar a las mujeres que no a las que deciden disfrutar su sexualidad libremente y, sobre todo, a las que no notan que al “rey” hay que obedecerle y hacerle caravanas y reverencias. Así, en la manosfera, los pesudoreyes enfurecidos se jactan de haber abusado de mujeres para ponerlas “en su lugar”, comparten sus experiencias violentándolas, intercambian consejos, celebran sus “logros y” llaman abiertamente a violar o asesinar a personas específicas.
Algunos peusdoreyes furiosos insisten en minimizar la violación argumentando que las mujeres exageran, que las cifras están “infladas” o, en el extremo, postulando que el concepto mismo de violación es un invento de las mujeres para oprimir a los hombres y limitarles los derechos que la naturaleza les ha conferido sobre su “reino”.
Desconozco si el pseudorey Johnny participa activamente en estos espacios o si es consciente de su existencia. Para efectos de este análisis, lo importante es que es fácil ver que las letras de un rapero que hablan de drogar, violar, desmembrar, despellejar, cortar pezones, introducir fierros calientes, quitar dientes, filmar, asesinar, y disolver mujeres por “perras” tienen que caer como deliciosas bellotas para la piara que circula por los niveles profundos de la manosfera. Este grupo seguramente alimenta las redes sociales de Johnny y daba clic a su música cuando ésta aún formaba parte de Spotify, Youtube o plataformas similares.
(2) “HUMOR”
Cuando son confrontados, quienes circulan por la manosfera suelen argumentar que los discursos de odio que ahí se expresan son meras bromas malentendidas. Este argumento se construye sobre el hecho de que parte de sus agresiones aparecen en forma de ironías o memes supuestamente graciosos. La idea es que quienes reclaman carecen de sentido del humor son incapaces de comprender las “brillantes” sutilezas de las ironías que caracterizan a los pseudoreyes.
Los tintes burlones y la ironía son compartidos por la manosfera y la alt-right -una serie de espacios unidos por el racismo, el desprecio a la democracia liberal, el repudio a lo “políticamente correcto” y, desde luego, el sexismo-. Para a alt-right, la apelación a la “broma” es una estrategia bien planeada escapar de la presión en caso de verse acorralados. De esta forma, un neonazi acorralado puede afirmar que sus llamados a exterminar judíos son meros chistes y un individuo machista puede decir que sus historias de violaciones o feminicidios son simples bromas inofensivas.
En este sentido, el hecho de que la pseudodisculpa que ofreció el pseudorey Johnny tras conocerse su canción sobre la youtuber esté basada en que el suyo es un “humor retorcido que no todos entienden” es para enmarcar. También lo es la insistencia con que sus seguidores repiten el argumento de que tanto sus comentarios como las canciones de Johnny son bromas que las personas sensibles no entienden.
Hay al menos dos problemas fundamentales aquí. El primero es que, tal como documenta Wendling, la idea del “humor” parte clave en una estrategia diseñada para atraer nuevos integrantes a los espacios de la alt-right y de la manosfera donde pueden ser radicalizados. Esta estrategia es útil porque permite a los pseudoreyes aparecer presentables en los niveles más superficiales de la manosfera, como los videojuegos en línea o Facebook, y detectar posibles candidatos. El segundo problema es que frontera entre la broma y la realidad es, por decir lo menos, difusa. La duda siempre está en el aire, y los casos de individuos que empiezan hablando de “bromas” para luego defender directamente la violencia contra las mujeres, o ejercerla, no son excepcionales.
(3) LENGUAJE
La manosfera es un espacio amorfo y aparentemente desarticulado que incluye foros donde supuestos gurús del ligue -pick-up artists (PUA)- dicen enseñar trucos para ligar o conquistar mujeres, comunidades de inceles, hombres que involuntariamente no pueden encontrar relaciones sexuales o sentimentales con mujeres, y defensores de los “derechos de los hombres”, individuos obsesionados con la supuesta opresión que viven los hombres en la actualidad.
Sin embargo, los integrantes de la manosfera comparten ciertos tropos, conceptos y estrategias. Por ejemplo, es común referirse a las mujeres como “perras”, dividir a los hombres en “alfas” y “betas”. También es freciente la distinción entre quienes “han tomado la píldora roja” -gente que v la realidad como es: un reino del que los hombres han sido despojados- y los “normies” -personas normales que no entiende la cultura de internet”-. Esta lista de tropos se enlaza con los de la alt-right para incluir otros más conocidos como “marxismo cultural”, “Snowflake” -gente que se ofende por lo que se dice en la manosfera- o memes de la rana Pepe.
Aunque está lejos de alcanzar el grado de los tropos, un concepto relativamente famoso es el de “king” o “rey”. Particularmente este término está asociado con Daryush Valizadeh, uno de los pick-up artists más exitosos. Valizadeh creó un exitoso blog llamado “Return of the Kings” (“Regreso de los Reyes”) que despotrica contra la liberación sexual femenina e incluye encabezados como “por qué los hombres son intelectualmente superiores a las mujeres” o “por qué nunca se debió reconocer el derecho de votar a las mujeres”.
Desconozco si “King de la furia”, el apodo de del furioso pseudorey Johnny, tiene su origen en el uso de este concepto. Lo que me interesa señalar aquí es que su uso, en combinación con las letras de sus canciones, es indicativo y se conecta con el lenguaje de la manosfera.
CONCLUSIÓN
La música de Johnny ha sido retirada de las principales redes sociales. Además, este rapero tendrá que enfrentar ahora serias demandas legales, incluida una de la Segob. Sin embargo, por tentador que resulte, sería un error considerar su caso excepcional y cerrar esta historia con un feliz carpetazo. Y es que, aunque Johnny Escutia es un triste hombrecillo furioso que reclama un reinado que nunca le perteneció, su presencia está estrechamente vinculada con los reflujos machistas de nuestro tiempo. Estos reflujos se potencian en parte en la manosfera. La existencia de Johnny y de su público son, por ende, inmejorables recordatorios de que en México tendríamos que poner más atención a lo que ocurre en esta enorme incubadora de pseudoreyes furiosos.
[1] Wendling, M. (2018). Alt-Right: From 4chan to the White House.
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