Ernesto Hernández Norzagaray
15/06/2019 - 12:05 am
El sabor amargo de la política
"Evidentemente esto a la larga generara malestar en una sociedad no precisamente solidaria con los migrantes".
El periodista Jorge Ramos lo ha dicho con extraordinaria claridad en un tuit reciente: La Guardia Nacional debería dedicarse a reducir el crimen en México -evitando asesinatos como el del estudiante Norberto Ronquillo y la periodista Norma Sarabia- en lugar de detener a inmigrantes inocentes que quieren ir a EU.
Suena razonable esa afirmación en un país donde cada día crece el número de homicidios dolosos y es manifiesta la impotencia de los gobiernos de los tres niveles para detener la violencia criminal.
¿Qué tiene que hacer esta fuerza de seguridad pública persiguiendo principalmente centroamericanos y antillanos que buscan transitar por nuestro territorio para llegar legal e ilegalmente a la Unión Americana, cuándo otros países lo solucionan teniendo un sistema de control migratorio medianamente robusto, eficiente y sin corrupción?
Un sistema de control que hasta antes del acuerdo con la administración Trump había demostrado una relativa eficacia pues según el Instituto Nacional de Migración hasta abril habían ocurrido 45 370 deportaciones.
Es más, dice la periodista Dolía Estévez que ese plan operativo fue presentado a los negociadores del gobierno norteamericano que terminaron aceptándolo pues no tenían otro mejor y sólo pidieron la cereza del pastel agregando más miembros de la Guardia Nacional.
Pero ¿alguien sabe cuántos de ellos ya estaban en la frontera sur cumpliendo con esa tarea de contención de migrantes?
Porque si habían logrado detener esa cantidad importante de detenciones es gracias a que estaban funcionando los controles de seguridad y ahora el gobierno de la 4T tiene desconcertado a los propios y ajenos con lo que parece una concesión.
Entre ellos a Porfirio Muñoz Ledo, líder de la Cámara de Diputados, que se ha pronunciado en contra de que México sea el muro de contención de Estados Unidos en la frontera sur por razones de soberanía territorial.
Sin embargo, con esa encomienda fueron Marcelo Ebrard y su equipo de negociadores a Washington y fueron tratados en forma humillante, como lo describe con todo detalle Dolía Estévez en su más reciente colaboración para Sinembargo.mx que lleva por título que a más de algún mexicano causa escalofrío: Crónica de un secuestro.
Se que muchos han acudido al expediente de que la “política es el arte de lo posible”, sin considerar el anexo de que ese arte esta mediado por un juego de suma cero donde lo que gana lo pierde el otro y los lleva a justificar que era necesario pasar por ese momento de humillación de los diplomáticos mexicanos, que los tuvieron a agua, galletas y cacahuates “porque, dicen, de otra manera las cosas se hubieran complicado para todos”, cierto incluido los propios consumidores estadounidenses.
Trump necesitaba esa imagen todopoderosa que no han podido construir a partir de los chinos. Y es que los asiáticos están al tú por tú con el tema de los aranceles y la demostración más reciente, fue crear el yuan oro que pretende revertir los acuerdos de Bretton Woods de 1973 que transformaron el patrón oro en patrón dólar. Pero está es otra historia, de cómo se construyen las hegemonías mundiales.
Ahora, lo que interesa es qué logrado el triunfo mediático de Trump para consumo de su clientela norteamericana, y quizá para un sector de los detractores nativos de AMLO, la pregunta es ¿en cuál situación se encuentra nuestro país? A primera vista nada tiene que ver con aquella idea de tener una América latina solidaria e integrada para el bienestar de sus pueblos.
Viene ahora montar todo ese andamiaje institucional que exige ser “tercer país seguro”, como también sucede con Brasil y Guatemala y qué habrá de consumir cuantiosos recursos materiales y humanos para atender todas las solicitudes de asilo o refugio en tanto hacen trámites de migración ante el gobierno norteamericano.
Que dicho de paso, no facilita mucho las cosas, incluso para quienes tienen una visa legal de ingreso para ir más allá de la distancia reglamentaria, y es que acabo de cruzar a Estados Unidos por Mexicali y son notorias las restricciones para quienes piden simple y llanamente un permiso para internarse más allá de la frontera: largas colas, poco personal y cómo me dijo uno de las personas que estaban ahí, con problemas de conectividad a internet lo que lleva a constantes caídas del sistema informáticos y retrasos significativos para el ingreso.
O sea, de mantenerse esta política restrictiva estadounidense, lo que viene es un atasco burocrático que busca que termine agotando más a los solicitantes o esperando las calendas griegas para ingresar legalmente a territorio estadounidense y en ese segmento, habrá de significar de acuerdo con los derechos de los migrantes garantizarles condiciones dignas en tanto se resuelve o no su trámite de admisión.
Evidentemente esto a la larga generara malestar en una sociedad no precisamente solidaria con los migrantes y en el mediano plazo, podríamos tener estallidos de xenofobia, como los que brotan en Europa o no hay que ir muy lejos, en la frontera sur norteamericana.
Entonces, el despliegue de miles de miembros de la Guardia Nacional hacia el sur, resta energías a la lucha contra un reactivo mundo criminal que en varias regiones del país sienten que le quieren “quitar lo suyo” y eso seguramente, es lo que esta provocando rebrotes de violencia en distintos estados incluso una violencia selectiva contra periodistas, políticos, universitarios.
Sectores sociales con una resonancia mediática significativa que pone en entredicho la acción de los actores políticos y operativos.
La Ciudad de México cómo nunca vive una suerte de temor colectivo. Los indicadores literalmente se han disparado y eso genera temor que se irradie rápidamente, cómo sucede entre los estudiantes asesinados de la Ciudad de México y también de Coahuila, Sonora, Guerrero, Veracruz, Puebla, Baja California, Zacatecas, Aguascalientes, Chihuahua, San Luis Potosí, Oaxaca, Estado de México y Sinaloa.
En definitiva, la decisión del gobierno mexicano de proponer un plan de contención para detener el flujo migratorio hacia los Estados Unidos quizá lleva a qué Trump olvide la construcción del muro en su frontera y es que para qué si se está construyendo otro de facto en el sur y a fines prácticos es lo que se busca, contener, contener, aunque haya menos personal para combatir la violencia que sacude nuestras ciudades.
Y es ese sentido, a Jorge Ramos la realidad le da la razón.
Al tiempo.
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