Ernesto Hernández Norzagaray
01/06/2019 - 12:05 am
La respuesta a Trump
López Obrador acude al lenguaje de la Doctrina Estrada que prioriza la negociación como formula para la solución de las controversias entre las naciones. Sin embargo, el alcance de esa respuesta es difícil de predecir cuándo estamos ante una contraparte que “resuelve” los problemas dando golpes sobre la mesa.
Ante las “medidas de emergencia para enfrentar la crisis fronteriza” que el gobierno estadounidense ha implementado y que consisten básicamente en un incremento a los aranceles de importación del 5 hasta un tope del 25 por ciento mensual, si el nuestro no frena el flujo a los indocumentados que están entrando a nuestro país por la frontera sur.
Cómo era de esperar hubo una respuesta inmediata del Presidente López Obrador que conviene leerla, no sólo en clave nacionalista que es estupenda, sino en términos de lo que podría representar si se cumple ese incremento escalonado de los aranceles a las exportaciones de los productos mexicanos.
López Obrador acude al lenguaje de la Doctrina Estrada que prioriza la negociación como formula para la solución de las controversias entre las naciones. Sin embargo, el alcance de esa respuesta es difícil de predecir cuándo estamos ante una contraparte que “resuelve” los problemas dando golpes sobre la mesa. Lo hace con esa fórmula que él propio Trump mencionó en los albores de su gestión, dijo que dependiendo de sus adversarios era su agresividad y se la aplicó a un titubeante Peña Nieto.
Esto quiere decir que si está tomando estas medidas radicales es que está viendo un gobierno al que se le puede arrinconar y obtener lo que se busca. En este caso que el gobierno mexicano se convierta en su agente de migración en la frontera sur. De lo contrario hubiera optado por buscar una solución menos coercitiva y hasta quizá favoreciendo el desarrollo de las economías centroamericanas.
Pero ese no es el talante de Trump. Su estrategia es la de los halcones de Wall Street, sorpresiva y agresiva, buscando mediante la presión diplomática obtener beneficios inmediatos, no es casual que venga con un calendario mensual, la pregunta que ya algunos analistas se hacen es si el gobierno de López Obrador no obtiene una respuesta de negociación, como lo propone al trasladar a Washington al Secretario de Relaciones Exteriores, cual va a ser el plan B, porque seguramente Trump tiene perfectamente calculados los pasos siguientes a su medida coercitiva.
Ciertamente la gravedad de la situación ameritaba una carta en los términos que ha sido escrita recordando la historia de los momentos de tensión en la relación entre ambas naciones y las soluciones que en un marco soberano se alcanzaron. Sin embargo, esto es para nuestro consumo, lubricante para los resortes de nuestro nacionalismo, del otro lado de la frontera los seguidores de Trump esta en jauja, contentos, con esta medida que si bien no va a detener el flujo migratorio porque ya está en la frontera si alimenta a su clientela.
Y es que son los problemas estructurales que existen en el sur, y en las Antillas, son los que obligan a la gente a buscar mejores derroteros. Aun con todas las limitaciones de absorción que hoy tiene la economía norteamericana sigue siendo para muchos la única puerta para alcanzar una cuota de esperanza.
Resulta indispensable que en sus países se creen condiciones para que la gente no busque salir huyendo, recordemos los tiempos del gobierno de Jimmy Carter que impulso la llamada Revolución Verde y llevó recursos frescos para el progreso de los países centroamericanos, como una medida para buscar detener la migración en los lejanos años setenta y al final terminó en un rotundo fracaso.
No era sólo un problema solo de orden económico. En aquellos años Centroamérica vivía un serio problema con las dictaduras y los movimientos insurgentes. Hoy, si bien la mayoría de los gobiernos son producto de procesos democráticos esto no ha significado más seguridad y más y mejor pan sobre la mesa. La gente hace el camino enfrentándose a todo tipo de adversidades. A riesgo de su propia vida como no recordar la masacre de San Fernando en Tamaulipas.
Mal haría México en frustrar esa aspiración que hoy está en varias partes del mundo. Vea si no y sólo por mencionar unos cuantos: Los sirios huyendo a Turquía y luego a Europa; los norteafricanos buscando llegar en sus pateras a las costas mediterráneas o los chinos que subrepticiamente invaden el mundo.
Entonces, ante la ausencia de alternativas globales, ante un problema global, el tratamiento de la migración ilegal tiene rasgos notoriamente domésticos, y hasta xenofóbicos, siendo un recurso invaluable entre los partidos y gobiernos de derecha que bajo la bandera de “Primero los nuestros” logran atraer a franjas de ciudadanos. Aquellos a los que se les incuba el miedo principalmente a través de los grandes medios de comunicación.
Trump sabe que el norteamericano promedio le asusta esa avalancha humana que llega a la frontera con México y que va buscando cruzarla para alcanzar ilusoriamente una mejor vida. O sea, no está solo, tiene de aliado el miedo. Y ahora lo que busca es tener de aliado al gobierno mexicano, pero la primera respuesta de este que puede ser definitiva toma distancia de las exigencias que llegan del norte, y eso de sostenerse habrá de tensionar las relaciones bilaterales.
Porque no solo estamos hablando de mercancías mexicanas que se exportan hacia el mercado norteamericano sino sus efectos colaterales en el mercado de dinero. Uno de los primeros fue sobre el tipo de cambio peso/dólar que el viernes rondaba en algunos bancos en los 20 pesos. ¿Se acaba la estabilidad monetaria de los primero seis meses de este gobierno?
Vienen tiempos turbulentos y más que la fuerza del eco nacionalista va a depender mucho de la capacidad persuasiva de Marcelo Ebrard y su equipo, sino también la postura que asuma el partido demócrata en el Congreso de los Estados Unidos y los organismos internacionales ante los riesgos que representa para las inversiones en nuestro país y mejor, la decisión de los productores mexicanos que son los directamente afectados con la amenaza proteccionista. A los que se les impone la disyuntiva entre reorientar parte de sus exportaciones a otros mercados incluido el interno o agregar el arancel al precio del consumidor final en tanto se encuentra una salida al tema migratorio.
Lo cierto, es que el gobierno mexicano tendrá que mandar señales de que comprende y combate la gravedad del problema porque de lo contrario la tarea de la cancillería será notoriamente infructuosa y los problemas tenderán a agravarse. Aquí vale aquello de un paso atrás, dos pasos adelante.
En definitiva, nuestro gobierno tiene quizá la primera gran crisis internacional y ahora sabremos de su capacidad para encontrar soluciones a un problema viejo al que le sobran discursos y le faltan respuestas viables.
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