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Ernesto Hernández Norzagaray

22/03/2019 - 12:04 am

El centro y la periferia morenista

Ciertamente Sinaloa no es el país, y no podemos extrapolar lo que en ella sucede, sin embargo hay razones para confiar que mucho de lo señalado está ocurriendo en otros estados por la inexistencia de un partido fuerte y disciplinado.

Ciertamente Sinaloa no es el país, y no podemos extrapolar lo que en ella sucede. Foto: Congreso de Sinaloa.

Ya sabemos: El tsunami lopezobradoristas barrió en las elecciones federales y en las estatales, modificó como nunca el mapa electoral del país, y a un poco más de 100 días de Gobierno, en la Presidencia de la República, congresos federal y estatales y alcaldías, se perfilan dos velocidades en la llamada cuarta transformación.

La de la federación por razones de poder ha marcado las grandes líneas de política económica, política política y social, mientras en los estados y municipios gobernados por el partido Morena presentan grosso modo comportamiento erráticos y en algunos casos, sea porque el triunfo llegó sin siquiera imaginarlo o el político no está preparado para tomar las riendas del Gobierno y también porque el estado en que lo encuentran porque están en quiebra.

Una explicación a bote pronto de esta diferencia es que el Presidente tiene la película clara y todos los recursos a la mano.  AMLO es capaz de que en cada conferencia mañanera dé una o varias notas que definen la agenda de la discusión nacional de tal suerte los medios de comunicación que antes influían decididamente en los temas han pasado a un segundo plano y reducidos frecuentemente a ser repetidores de los mensajes de López Obrador, mientras los gobernadores, legisladores y alcaldes morenistas, frecuentemente son rebasados por el día a día y la notoria inexperiencia en el manejo de la cosa pública.

Así, con sus decisiones el Presidente ha visto crecer las simpatías muy por encima de lo obtenido en el proceso electoral hasta situarse prácticamente en un 90 por ciento de apoyo y eso explica la alarma que se ha activado entre sus adversarios políticos. Los que ven en la revocación de mandato la intención de AMLO de medirse a medio sexenio para saber si tiene el suficiente apoyo para reelegirse en 2024 en tanto los gobernadores y alcaldes siguen estando por debajo de López Obrador y quizá peor, debajo de los votos que les grajeó el tsunami electoral.

Veamos la experiencia sinaloense que es la que tengo más cerca. Cómo se sabe Morena más por apoyo de López Obrador que por la vitalidad de un morenismo desarticulado obtuvo la fórmula de mayoría para el Senado, los siete distritos electorales federales, dieciocho de los veinticuatro diputados de mayoría relativa y actualmente veintitrés de los cuarenta distritos electorales locales y siete de las dieciocho alcaldías, entre ellas las más densamente pobladas (Culiacán, Mazatlán, Ahome, Guasave), sin embargo, este resultado que podría haber creado incentivos para cohesionar las fuerzas del morenismo y generar una sinfonía perfecta ha provocado el efecto contrario con la consolidación de los grupos que giran alrededor de un Senador, una Diputada o un Alcalde.

Sin embargo, hay diferencias, en el caso de los diputados locales morenistas lograron hacerse presentes en el presupuesto de egresos y la política de ingresos y reasignaron más de 800 millones al llamado gasto social. Aun con resistencia de un sector interno, así mismo, han impulsado la agenda de los derechos humanos y de la diversidad sexual, sin embargo, entre los diputados se confrontan los grupos que buscan asumir la delegación del partido en tanto llega noviembre, cuándo se constituirá la dirigencia estatal, es decir, parecieran estar más interesados en el control que en la acción política de la cuarta transformación.

Los alcaldes morenistas que no están fuera de esa lógica le agregan su sello notorio: Van desde ausencia de planes y programas de gobierno que lleva a la improvisación del día a día, al nepotismo abierto y figurado, a la prepotencia de imponer su voluntad por encima de  derechos, el desconocimiento de la ley que le llevado diferendos innecesarios, tráfico de influencias que han derivado en temas mediáticos o falta de control político en su área de acción, bajo la vigilancia inquisidora de las síndicas procuradora que se han convertido en una piedra en el  zapato.

La apuesta de algunos de ellos ha sido gobernar a golpe mediático, lo que ha significado una turbulencia permanente alrededor de las alcaldías, y esto ha provocado una tensión entre la militancia que siente que no les representa y los que apoyan, lo hacen confiando en el proyecto nacional o porque tienen algún interés personal o de grupo, franjas de ciudadanos que ven a sus alcaldes con desconcierto por exposiciones públicas donde dejan mucho que desear y seguramente ese desconcierto se vive en los propios ayuntamientos que no encuentran la fórmula mágica para demostrar buen juicio y agradar al gran público de manera que van dando tumbos y golpes mediáticos.

Ciertamente Sinaloa no es el país, y no podemos extrapolar lo que en ella sucede, sin embargo hay razones para confiar que mucho de lo señalado está ocurriendo en otros estados por la inexistencia de un partido fuerte y disciplinado, con directrices claras para estados y municipios o las tareas de gobierno donde se es oposición,  aunque no se quiera tiene un comportamiento errático, y es donde la política tiene un sello personal, psicológico y para algunos hasta psiquiátrico, como sucede con Billy Chapman, el Alcalde ahomense  para el que sus propios compañeros piden juicio político, y también para Jesús Estrada Ferreiro, el Alcalde de Culiacán; no se salva Luis Guillermo Benítez, Alcalde de Mazatlán, al que sus propios compañeros lo acusan de traición y de tejer una red de nepotismo en el Gobierno municipal.

En definitiva, el proceso de armonización entre el Gobierno federal y los de los estados y municipios gobernados por Morena, no será fácil siendo todavía un partido movimiento con una baja vida institucional y un alto protagonismo de los grupos de poder que vienen a llenar los vacíos de poder, y la conformación de las primeras tribus que finalmente dieron al traste con el PRD.

Urge, entonces, el trabajo de construcción partidaria y llamar a cuentas a sus gobernantes a sujetarse al cambio de la cuarta transformación, de lo contrario podrá terminar sucediendo que lo que construye la federación en el día, se destruye por las noches en los estados y municipios, y eso en un estado que todavía en la elección del tsunami demostró que los ciudadanos razonan y diferencian el voto, es probable que en 2021 persista está tendencia a la doble velocidad.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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