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Ernesto Hernández Norzagaray

20/07/2018 - 12:00 am

París era una fiesta

Francia ganó la Copa Mundial teniendo en su nómina a 14 jugadores que tienen sus orígenes en el África negra.

Una Francia abierta al mundo. Foto: Especial.

Francia ganó la Copa Mundial teniendo en su nómina a 14 jugadores que tienen sus orígenes en el África negra.

Aquella región qué Franz Fanon en su libro Los desheredados de la tierra que mostró con todo su patetismo los efectos del colonialismo europeo.

Un colonialismo que no se agotaba en lo económico, en la explotación de la mano de obra y la extracción de materias primas, sino en lo cultural cuándo se le impusieron patrones religiosos, políticos y hasta expectativas de futuro.

Y es que el colonialismo seleccionaba a los “mejores” y los enviaba a París o Londres, pero también a Holanda, Lisboa y Berlín, donde se les preparaba en cuestiones de Estado y luego regresaban a cumplir funciones de gobierno.

Claro, luego vendría los procesos de descolonización impulsados por la Conferencia de Bandung cuándo los líderes africanos dijeron una ¡Ya Basta! Pero el daño estaba hecho tanto por la extracción de las riquezas naturales como por las formas de gobierno -Por supuesto, hasta la fecha hay amplias regiones de la África profunda que no tienen más gobierno que los patronazgos tribales o los llamados “señores de la guerra”.

Eso animó a los más fuertes hacer la migración desde aquellos países donde se vive la mayor pobreza mundial y que llegan a las costas mediterráneas para cruzar en páteras hasta las costas españolas y de ahí silenciosamente se distribuyen por todos los rincones de Europa.

Caminar por las calles Paris es ver un alto componente de población negra son personas de primera, segunda y más generaciones de aquellos migrantes, que sus padres y abuelos salieron un día para “hacer la Europa” y se quedaron formando comunidades de argelinos, costamarfileños, senegaleses, marroquíes etc. y, obvio, se han adaptado a la vida de la Europa de masas aquella que tiene ver con el espectáculo del futbol.

Muchos de esos jóvenes lo practican en los campos deportivos de sus comunidades y lo hacen bien, se ha vuelto una expectativa de mejoría de vida como sucede con nuestros boxeadores que salen de los barrios pobres, una minoría de ellos fue seleccionada por los buscadores de talentos de los clubes franceses y eso le ha dado un aspecto multicultural al principal deporte de los europeos.

Ahora, con el triunfo de Francia en la Copa Mundial se hizo evidente, los goles del camarinense Kyliam Mbappé y el guineano Paul Pogba. Más los de Grizmann o Hernández, muestra una Francia abierta al mundo y su pueblo lo ha asimilado y esa población negra se encuentra compitiendo en las distintas áreas culturales y deportivas -Sin embargo, cuándo uno ve a otros jóvenes con las mismas raíces que son los que venden en las calles en los alrededores de los edificios emblemáticos banderas, gorras y bandas con los colores de la bandera francesa no puede menos recordar que la exclusión social sigue su curso que sigue la selección de los mejores.

Me tocó estar el domingo 15 en París, caminar entre la multitud que caminaba alrededor de la Torre Eiffel, en los ríos de gente que iban con destino en el Arco del Triunfo, era una alegría contagiante, fraternal, festiva. Miles de jóvenes ataviados de banderas azul, rojo y blanco hermanados por el triunfo galo se abrazaban sin distingo de razas, vi a los asiáticos al lado de los africanos y estos con la población blanca, que se abrazaba con los árabes, era una verdadera apoteosis colectiva que alcanzaba todos los rincones de Francia.

La alegría lo alcanzaba todo, era una suerte de catarsis colectiva, seguramente pasados estos días la rutina se restablezca y la separación de razas vuelva a su cotidianidad, no hay duda qué así sucederá, y París mostrara sus resabios coloniales y la exclusión social, que seguramente está entre muchos de los que cantaban La Marsellesa levantando el brazo en señal de triunfo, de conquista de una copa que los jugadores blue besaban con una gozosa devoción.

La Copa Mundial congregaba al ritual, la confirmación del triunfo, en el fondo el sentido de que si gana este emblema deportivo, se puede ganar todo, enfrentar los desafíos que amenazan al mundo, especialmente los riesgos del terrorismo, que es algo que preocupa y ocupa mucho a las fuerzas de seguridad a los franceses, nos instalamos en un hotel cercano a la Torre Eiffel y aquello estaba con un gran dispositivo de vigilancia desde la víspera de la celebración del  14 de julio, que recuerda a todos no sin un mohín de disgusto la Revolución Francesa que, como sabemos, reivindica para los valores burgueses de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Y es que había qué hacer un gran rodeo para llegar de un lado al otro, bajo un sol abrasador que todos soportaban estoicamente y una cerveza en mano, disfrutando de la arquitectura de los edificios que rodean el Sena, el río  con sus embarcaciones cargadas de turistas de todo el mundo, permitiéndose  volar la imaginación y  recordar esta ciudad que ha sido identificada como la ciudad de las libertades, del amor, de amores dolorosos como el de Edith Piaf con el boxeado Marcel Cerdán, o el de Julio Cortázar y su Lucia es decir Maga o las economías  de Henry Miller que transformó en un canto de libertad humana, íntima, y no menos importante Ernest Hemingway con su París era una Fiesta o el paso por París de los  peruanos Bryce Echenique y Vargas Llosa. Y, claro, el inolvidable Octavio Paz que en el Instituto Cervantes la biblioteca lleva su nombre.

En definitiva, esos catorce jóvenes que fueron recibidos como héroes nacionales por cientos de miles de franceses, y uno que otro latinoamericano, son la encarnación de las aspiraciones de millones africanos que ven en ellos la realización en una sociedad que aun con todo sigue dejando los peores trabajos y el mercado informal para los miembros de este mosaico africano. No es casual que un día después en la televisión se abrió un panel que lleva como título la paráfrasis maoísta: El futbol, el nuevo opio del pueblo.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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