Se calcula que la depresión afecta a más de 300 millones de personas alrededor del mundo, incluidos 34.85 millones de mexicanos mayores de siete años. El actor Ari Telch se presenta en la obra D'mente, donde no duda en hablar de sus propias enfermedades mentales, las de los demás, las de todos.
Ciudad de México, 8 de abril (SinEmbargo).– Las revistas de espectáculos se colgaron de su vivencia para sacar juicios anticipados, los televidentes lo tomaron como uno de los chismes más jugosos en la historia de la prensa rosa, y los críticos creyeron que su carrera estaba terminada. Ahora, en 2018, Ari Telch regresa al teatro con la obra D'mente, en donde de forma entretenida informa que las enfermedades mentales son más comunes de lo que creemos.
En 2010, el actor fue internado en un hospital psiquiátrico debido a la crisis por una enfermedad que padece desde hace 21 años: el trastorno bipolar.
En entrevista con Magazine, Ari habla sobre que el olvido del gobierno hacia las enfermedades mentales, el desconocimiento de la sociedad y lo común que son estos trastornos.
– ¿Qué significa para ti regresar con esta obra tan íntima?
– Es muy satisfactorio, además de que el ejercicio está resultando muy exitoso. De alguna forma en la investigación que tiene que hacer una persona con una enfermedad psiquiátrica mayor, te vas encontrando con que no es tan raro, con que la enfermedad mental está muy estigmatizada, pensamos inmediatamente en cuartos acolchados, en choques eléctricos en el cerebro y la verdad es que todos padecemos episodios de enfermedad mental todos los días. Claro, no es lo mismo tener diarrea que tener colitis o tener diarrea con sangre que tener cáncer de colon.
Está resultando muy atractivo porque acerca a la gente de una manera muy gozosa a estos padecimientos que a veces no tomamos en cuenta, que ignoramos, que el Estado desgraciadamente ignora, destina menos del 1 por ciento del presupuesto en salud mental.
Viene una cascada de datos dentro de esta plática donde te das cuenta de las terribles consecuencias que está teniendo la omisión del Estado para con estas enfermedades, que las barre bajo el tapete. Y tenemos cifras terribles de que el suicidio adolescente, jóvenes entre 15 y 24 años, se quitan la vida y es ya la segunda causa de muerte en jóvenes y el Estado no soluciona nada, ni nosotros como ciudadanos acudimos al médico psiquiatra, porque también pesa un gran estigma sobre él, ‘te va a dar unas pastillas y te vas a volver adicto’ y la gente piensa también que va a recibir toques eléctricos y no que solamente es una plática.
– ¿Quiénes los han ido a ver?
– Nos están yendo a ver muchas personas, seguramente a quien sabe que padece y ya alzó la mano le resulta interesante el recorrido, sin embargo la gente que va simplemente a reírse y pasársela bien, se encuentra con una sorpresa y es muy bonito al finalizar las funciones la gente se acerca y dice ‘vi a mi mamá, vi a mi esposa, vi a mi esposo’ y de pronto hay unas discusiones íntimas enfrente de mí, porque es muchísimo más común de lo que pensamos.
– ¿Cómo te preparaste para la obra?
– Es la investigación que uno tiene que llevar a cabo para tu padecimiento personal y se empiezan a prender los ojos, comienzan a salir ejemplo de distintos autores, algunos con mucho sentido del humor, otros con mucho rigor científico y te das cuenta que es necesario hablar en México de estas cosas, porque nos tienen a nosotros y a nuestro Sector Salud con un bozal, de pronto vemos un post de depresión, uno al mes o dos meses, cuando hay 360 millones de personas enfermas de depresión en el mundo, es la epidemia del siglo. En México debe haber 15 o 16 millones de habitantes con depresión, con trastorno de ansiedad otros 14, entonces es un problema de salud serio y si no hablamos de ello nada va a suceder y los chavos van a seguir quitándose la vida y nuestras mamás van a seguir encerradas en el cuarto sin bañarse.
– ¿Personalmente has experimentado este olvido del Estado?
– Afortunadamente uno vive en una situación un poco más cómoda que el resto de la población, entonces cuando tienes la posibilidad de enterarte, entonces buscas ayuda, visitas al médico psiquiatra. Yo estuve internado siete días en el Instituto Nacional de Psiquiatría y la verdad es que funciona bastante bien, está rebasadísimo en sus necesidades porque ya no tiene jardines, espacios al aire libre para que los pacientes puedan pasear; se reduce la posibilidad de tener un cuarto individual y tienes que compartirlo con dos o tres personas, sin embargo, es –con el Hospital Nacional de Neurología- los únicos que realmente funcionan para salud mental. No quisiera depreciar ni olvidarme de otros esfuerzos.
Pero por ejemplo, la adicción es una enfermedad mental y todos lo sabemos, pues si conoces a un alcohólico, conoces a un enfermo mental y este puto país tiene sólo una clínica de rehabilitación para alcohólicos, está en la colonia Tabacalera. ¿Tú sabes los impuestos que pagan todas las marcas de alcohol que consumimos y que podemos comprar en la tienda de la esquina, en la vinatería, en el Oxxo, en el supermercado? ¿Qué está pasando con esos impuestos? Tienen que servir para rehabilitar a los pacientes que se enfermaron por un producto que tú vendes en la esquina, de pronto estigmatizamos muchísimo a la mariguana y a la cocaína, pero hay datos terribles porque el 80 por ciento de las muertes por sustancias pertenecen al alcohol y al cigarro, entonces estamos haciendo las cosas muy mal, a nadie se le ha ocurrido que podemos copiar el modelo de Portugal, donde tú te matas con lo que tú quieres, no puedes ser criminalizado por ser un consumidor, entonces estamos haciendo ricos a los grandes capos y ahora nos damos cuenta que también a muchos políticos simplemente por estar con rifle tratando de vencer a un ente, porque el crimen organizado no son personas, es tanto lo que se gana por estas sustancias “ilegales” que está provocando la muerte de decenas de miles de personas y no tendría porqué ser así.
Hay que copiar el modelo de Portugal, de Uruguay y desprendernos de esa idea de que tenemos que ser sirvientas de los Estados Unifos, ellos dicen ‘voy a hacer un muro para que no pasen drogas por aquí’, pero las drogas van a existir, ahora llegan submarinos hechos de fibra de vidrio desde Colombia con el producto y lo bajan en cualquier lugar de la península de la Florida, entonces cuando hay demanda, va a haber oferta y distribución y estamos enfrentando el problema muy mal.
– ¿Cuál es el mensaje que buscas darle al público?
– Que la gente se vaya enterando que ellos también han estado enfermos del cerebro, una de las premisas es que todos saldrán del teatro enfermos mentales y claro, todos salen así, porque hay tal desconocimiento de lo que son las enfermedades mentales que la gente se engancha y dice ‘¿de veras a mi mamá le está pasando esto?’ hay que alzar la mano y pedirle al Estado que nos atienda porque las cifras decían que uno de cada cuatro personas ha padecido alguna enfermedad mental, pues ahora ha aumentado terriblemente, ya son cuatro de cada 10, es un porcentaje preocupante de la gente que está enferma del cerebro.
Y es eso, el cerebro se enferma como cualquier otro órgano.
– ¿Cómo la defines, es un monólogo, stand-up, drama?
– Es un soliloquio porque no tiene reglas, en muchos segmentos hay pláticas sobre ciencia, hay cotorreo, pero nuestro principal objetivo es entretener, que la gente se ría mucho porque nosotros ya entendemos lo que es la enfermedad mental y lo transmitimos así, con chistes, con bromas, donde la gente se ríe de sí misma o lo que le pasa al personaje que está trepado allá arriba.
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D'Mente se presenta en el Teatro Milán, los lunes a las 20:45 horas, hasta el 30 de abril.
Costo: $350