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Sanjuana Martínez

05/03/2018 - 12:00 am

Anaya, la blanca palomita del Frente

Los mexicanos estamos tan acostumbrados a la corrupción que la hemos normalizado a tal grado que muchos no les importa votar por un candidato corrupto a la presidencia. “¿Es corrupto?”, dicen, “qué importa, roba poquito”, “qué importa, todos son corruptos”, “qué importa, roba pero reparte”, “qué importa, robó para su partido”, “qué importa, roba para […]

La política es el mejor botín. Foto: Especial.

Los mexicanos estamos tan acostumbrados a la corrupción que la hemos normalizado a tal grado que muchos no les importa votar por un candidato corrupto a la presidencia.

“¿Es corrupto?”, dicen, “qué importa, roba poquito”, “qué importa, todos son corruptos”, “qué importa, roba pero reparte”, “qué importa, robó para su partido”, “qué importa, roba para las campañas electorales”, “qué importa, roba pero le despista”….

La política se ha convertido en el mejor trabajo remunerado de este país. Ser político significa tener la oportunidad de ser rico, millonario, multimillonario… Ser político es subir de nivel económico en un año, en dos, en tres; ser político es aumentar tu estatus financiero y adquirir los mejores coches, las mejores casas, aviones, yates; riquezas sin límite, abundancia plena, cuentas bancarias en paraísos fiscales, propiedades al por mayor… y lo mejor, ser político es sinónimo de impunidad.

La política es el mejor botín. Hombres y mujeres con un puesto medio o bajo alcanzan niveles de enriquecimiento inexplicable en poco tiempo. Las mejores jóvenes promesas de la política son aquellos hombres y mujeres que desde muy temprana edad, dan muestra de entrarle al business sin ningún prurito moral ni ético.

Sorprende la carrera meteórica de hombres como el panista Ricardo Anaya, aspirante presidencial de la coalición “Por México al Frente”. Con tan solo 39 años, está joven promesa del peor PAN, ya cuenta en su historial con sonados casos de corrupción; casos que lo persiguen y le colocan una horrible sombra de abuso del poder para beneficio propio.

Independientemente de la cacería emprendida por la Procuraduría General de la República (PGR) contra él por motivos electorales, el fondo es que el joven Anaya tiene varios esqueletos en el armario, entre los cuales se encuentra el presunto lavado de dinero por el que se habría beneficiado con 54 millones de pesos gracias a una estructura financiera, según Adrián Xamán McGregor, el abogado de dos hombres a quienes se les sigue por lavado de dinero que presuntamente señalaron que fueron contratados por el empresario queretano Manuel Barreiro Castañeda, encargado de las triangulaciones de dinero a través de empresas fantasmas entre 2016 y 2017. Más aún, ambos habrían ganado dinero en una compra-venta de un terreno y una nave industrial. El terreno lo adquirió en más de 10 millones de pesos y a los dos años construyó siete mil metros cuadrados de una nave industrial que vendió en 54 millones de pesos, dinero que a través de empresas fantasma fue transferido con ayuda de su amigo Barrero Castañeda, a quien dijo no conocía, pero después los vimos juntos en el video de su boda.

Anaya no es una blanca palomita. Ya antes la sombra de la corrupción lo perseguía. Recuerden que el joven panista fue exhibido mediaticamente sosteniendo a toda su familia en Atlanta, Estados Unidos, donde vivían desde hace años, mientras él iba y venía en avión cada fin de semana. El gasto anual de este tren de vida fue calculado en 5 millones de pesos, ya que pagaba una renta anual de la casa por 2 millones 560 mil 800 pesos y tenía gastos por 931 mil 200 pesos y colegiaturas que ascendían a casi un millón de pesos.

¿Cómo pudo sostener su tren de vida de 5 millones de pesos si el joven panista declaró tener un ingreso de un millón 158 mil 333 pesos? En ese entonces como presidente del PAN decía ganar 48 mil pesos mensuales. ¿Inexplicable? No, él salió del escándalo declarando que todo era gracias a la familia adinerada de su esposa. ¿será?. La duda quedó.

Pero ahora que sabemos más de la capacidad del presidenciable Anaya para el ocultamiento y la opacidad de sus bienes y dineros, vemos claramente que se trata de un hombre cuya carrera política está sustentada con el elemento más importante de este sistema podrido que tenemos: el cinismo.

Porque Anaya como otros políticos que conocemos, dice tener la conciencia tranquila, afirma que todo lo que ha hecho es legal, que lo que tiene es ganado con el sudor de su frente, que su patrimonio le ha costado lo suyo, que nada de eso pasa por el arco de la corrupción.

No, señores y señoras, Ricardo Anaya, ni ninguno de los políticos y funcionarios políticos mexicanos que conocemos ha cometido ningún delito. Al fin y al cabo, vivimos en el país donde no pasa nada, donde un gobernador como Javier Duarte puede desaparecer 65 mil millones de pesos y no pasa nada, donde otros gobernadores, de hecho, la mayoría, pueden desaparecer cientos, miles de millones de pesos y no pasa nada. Donde ese dinero nunca será regresado a las arcas públicas. En México se podrá meter a la cárcel al cero como uno por ciento de los corruptos, pero el dinero que supuestamente robaron nunca volverá a pertenecer al erario.

Finalmente, qué importa si Anaya es corrupto o es decente, lo importante es que estamos en tiempos electorales y durante los mismos no se debe investigar a los políticos corruptos porque entonces será considerado como una persecución, como una intromisión de la PGR y del presidente Enrique Peña Nieto en el proceso electoral, como un “brutal ataque oficial” contra su candidatura. Anaya, convertido en mártir de la democracia acompañado por el honorable y decente abogado Diego Fernández de Ceballos.

Repito, ser corrupto no es ningún impedimento para ser votado. Al contrario, conozco gente que dice que votará a Ricardo Anaya a pesar de la sombra de la corrupción que lo persigue, a pesar de las pruebas presentadas del presunto lavado de dinero en el que presuntamente incurrió, a pesar de la triangulación financiera para ocultar los dineros, a pesar del maravilloso enriquecimiento en el que vive.

A muchos votantes no les importa que su candidato sea corrupto. La corrupción, al fin y al cabo, somos todos. La corrupción es intrínseca al mexicano. La corrupción es el manto que cubre al sistema político. La corrupción es el pan de cada día. ¡Qué más da votar por un corrupto!… Adelante, voten por los corruptos, así seguiremos ocupando los primeros lugares de la lista de los países más corruptos; seguiremos viendo todos los días los desfalcos impunes de los gobernadores y alcaldes, seguiremos observando con absoluta pasividad los escándalos de corrupción de decenas, cientos de funcionarios de las distintas instituciones que se quedan sin castigo, seguiremos viendo como saquean nuestro país, como empobrecen a su gente, como sostienen este sistema de explotación a base de salarios de hambre, seguiremos igual o peor.

Voten por los corruptos y de paso, despídanse del cambio y de la esperanza, y de la ilusión de la justicia social, y de la democracia. Voten por los corruptos para seguir arruinando nuestro país. Voten por por los corruptos y mandemos al hoyo negro de la impunidad el futuro de México.

Algunos, en cambio, hemos decido no votar a los mismos para no tener los mismos resultados. Hemos decidido buscar la decencia como elemento indispensable para ser votado, claro, una rareza en nuestros tiempos, pero al fin, una verdadera esperanza para darle un vuelco a México.

 

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Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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