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Alejandro Calvillo

27/02/2018 - 12:04 am

¿Los vuelves adictos desde pequeños?

Con toda la inversión en publicidad, omnipresencia y diseño hiperpalatbale  de los productos dirigidos a los niños, el alto consumo de azúcar inicia desde los primeros meses de edad.

Con toda la inversión en publicidad, omnipresencia y diseño hiperpalatbale  de los productos dirigidos a los niños, el alto consumo de azúcar inicia desde los primeros meses de edad. Foto: Especial

El negocio es vender y vender más, que el que ya consume el producto, pase a consumirlo más y que el que aún no lo consume comience a consumirlo. El secreto es cómo lograrlo. Los adictos caen en esta dinámica, las cantidades del producto consumido ya no dan el placer que daban antes y hay que buscar más, una dosis mayor. El fenómeno se expresa en la activación del llamado centro de la recompensa en el cerebro. La generación de placer surge la descarga de dopamina a la que se le ha llamado la hormona de la felicidad, o justamente la hormona del placer. Hacia allá se ha dirigido la industria de los alimentos ultraprocesados y de bebidas: a impactar en ese centro de la recompensa, a provocar la descarga de dopamina. El negocio no es alimentar, es vender más y han tenido mucho éxito, éxito para ellos, tragedia de salud para la población por el alto consumo de los productos que han diseñado para que los consumamos más.

El desplazamiento de alimentos naturales y mínimamente procesados, por aquellos altamente procesados, llamados ultraprocesados, empieza desde los primeros meses, en cuanto los niños dejan el pecho, si es que tuvieron suerte de ser amamantados. Si no fueron amamantados, comenzaron a consumir los ultraprocesados con los sustitutos de leche materna que ya tienen integrada esa lógica de incrementar el consumo, con la presencia de diversos tipos de azúcares. De hecho, los niños que no han sido amamantados tienen un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad, por esta misma razón. La empresa de sucedáneos buscara que una vez que el niño consuma su marca ya no guste de otras.

No es sólo la publicidad invasiva que logra que los niños antes de hablar ya reconozcan las marcas de refrescos y de establecimientos de comida rápida, y que ya en la edad de la pubertad, reconozcan a los personajes de la comida chatarra (pastelillos, chicles, cereales, establecimientos de comida rápida, etc) pero no reconozcan a los personajes históricos de su país. No es sólo esa publicidad la que ha provocado el cambio de la dieta alrededor del mundo. No es tampoco, solamente, el bajo precio y la alta disponibilidad de estos productos, desde las grandes ciudades a los poblados más remotos, lo que ha provocado su alto consumo. A la publicidad, costo accesible y alta disponibilidad se suma el diseño propio de los productos como otra de las razones centrales en el mayor cambio que ha experimentado la humanidad en su dieta, un diseño para volverlos “adictivos”, sin importar el valor nutricional. Este cambio en la dieta de la humanidad ha provocado también un cambio dramático, no experimentado antes, en el aspecto físico de la población humana. La mayor parte de la población en muchas naciones, más del 70% en México, tiene sobrepeso y obesidad, un fenómeno nunca antes registrado.

El ataque de las grandes corporaciones de alimentos, que cuentan con recursos superiores a los de varios estados nacionales, empieza de manera descarnada sobre los niños pequeños logrando deformar sus gustos de por vida. El escritor más reconocido en los Estados Unidos en temas de alimentación, Michael Polland, escribió en Botánica del Deseo, refiriéndose a la primera sensación de azúcar o la miel en la lengua: “Estoy pensando en la primera experiencia de mi hijo con el azúcar: el betún arriba del pastel en su primer cumpleaños. Solamente tengo el testimonio de la cara de Issac para tomar en cuenta (eso, y su fiereza para repetir la experiencia), fue claro que su primer encuentro con el azúcar lo había intoxicado, fue de hecho un éxtasis, en el sentido literal de esa palabra”. Polland lo veía y narra que la expresión de su hijo en ese momento le comunicaba algo así como: “¿Tu mundo contiene algo así? Desde este día en adelante yo dedicaré mi vida a esto”.

La descripción de Michael Polland es algo que podríamos repetir como padres de familia o cualquier persona que ha convivido con niños. El disparo de dopamina que genera el consumo de azúcar es similar al de muchas drogas, genera una fuerte sensación de placer, muy difícil e observar en un niño pequeño con cualquier otro estímulo. La sensación de felicidad generada por el azúcar en los niños logra incluso calmar ciertos dolores, logra calmarlos en varias situaciones. La alta disponibilidad de azúcar refinada es algo muy reciente en la historia de la humanidad y su incorporación a una larga lista de alimentos, a través de los ultraprocesados, es aún más reciente. Es a partir de la Segunda Guerra Mundial que las grandes corporaciones de alimentos procesados y bebidas azucaradas comenzaron a extenderse rápidamente a todos los confines del mundo, modificando las dietas tradicionales.

Para estas corporaciones es estratégico lograr consumidores desde temprana edad para convertirlos en consumidores de por vida, fieles a su marca y productos. Por ello, estas corporaciones tienen inversiones multimillonarias para dirigirse a los niños, con una masiva publicidad llena de elementos atractivos para ellos, buscando que los niños consuman sus productos más, si ya los consumen, y si aún no los consumen, que empiecen a consumirlos. Estos productos dirigidos a los niños son los menos saludables que existen en el mercado, suelen ser los que tienen más azúcar, más colorantes, saborizantes, aromatizantes, es decir, azúcar más aditivos artificiales para atraer la atención de los niños, atrapando sus sentidos.

Con toda la inversión en publicidad, omnipresencia y diseño hiperpalatbale  de los productos dirigidos a los niños, el alto consumo de azúcar inicia desde los primeros meses de edad. Al tiempo que el azúcar genera la segregación de dopamina y esa experiencia de placer en los niños pequeños, también provoca que el páncreas, aún no maduro del todo en el niño, se vea forzado a realizar altas descargas de insulina para regular el azúcar en la sangre. Si el páncreas es forzado continuamente a enfrentar estas situaciones, comienzan a presentarse síntomas de los que puede expresarse en síndrome metabólico y, posteriormente, en diabetes, entre otras enfermedades.

Existe una fuerte discusión en si la necesidad que tienen muchas personas de ingerir alimentos y bebidas con altas cantidades de azúcar es una adicción o no lo es. La discusión puede ser importante pero más lo es saber que crea el consumo de azúcar desde temprana edad crea un hábito que puede durar de por vida, que deforma el gusto por los alimentos naturales, que es muy difícil de erradicar y que suele tener graves consecuencias a la salud.

Aunque no puedan extrapolarse los experimentos en ratas a los humanos, estos experimentos se han usado para poder vislumbrar el efecto que ciertos compuestos pueden tener en nuestra salud. Existe un experimento muy famoso realizado por el investigador francés Serge Ahmed, que puede observarse en el documental “Sobreconsumo de Azúcar” disponible en las redes, en que ratas adictas a cocaína, encontraron más placer en consumir azúcar diluida en agua. La misma situación se presentó con la heroína, las ratas dejaban esta droga para consumir el agua con azúcar.

Las altas cantidades de azúcar en todo tipo de productos dirigidos a los niños no tiene otra intención mas que los niños consuman más esos productos y que los niños que aún no los consumen, comiencen a consumirlos. Estos productos están diseñados justamente para volverlos adictivos. El Dr. Kelly Brownell, uno de los más destacados investigadores sobre el tema de la alimentación y la obesidad en los Estados Unidos, publicó junto con el Dr. Mark S. Gold el libro “Food Adiction” en el que se publican 66 aportaciones de más de 100 expertos de las más prestigiadas instituciones científicas. La discusión está ahí, si estos productos, si estos ingredientes generan adicción o no. Para discutirlo se utilizan los esquemas que se han generado a partir de la observación de la adicción a las drogas. En muchos aspectos, el consumo de azúcar tiene un comportamiento neurobiológico similar al de algunas drogas. Los modelos animales muestran que la adicción tiene tres características: 1. compulsión por tomar la droga, 2. Pérdida de control en limitar su ingesta y 3. Aparición de un estado emocional negativo si no se ingiere, como ansiedad e irritabilidad. ¿Le suena algo similar a la situación que uno enfrenta con ciertos niños ante la demanda de dulces y productos azucarados?

Tal vez tengamos que encontrar una definición adecuada para explicar la relación de dependencia con el consumo de azúcar. Lo que podemos decir es que genera estos tres momentos característicos de la adicción, aunque puedan determinarse diferencias con cómo se presentan con las drogas. Lo que sabemos es que la industria de ultraprocesados, de comida chatarra, y de bebidas azucaradas ha explotado esta condición pasando por encima de los derechos a la salud, a la información y los propios derechos de la infancia. Se aprovecha de la ignorancia de los padres de familia sobre esta condición, niega sistemáticamente que sus productos tengan este efecto y dañen la salud de las personas, y se aprovecha de la vulnerabilidad de los niños buscando que sus productos, a partir de su diseño y publicidad, sean irresistibles para ellos.

Si la mayor parte de las grandes corporaciones se aprovechan de estas condiciones, hay una que destaca sobre todas las demás: Nestlé. Esta empresa, la mayor del mundo en alimentos, ha generado un halo en México para envolver sus productos en la idea del cuidado de la infancia. Sus productos son los primeros en desplazar los alimentos naturales e introducir el consumo de los azúcares añadidos desde los primeros meses de edad. Nestlé tiene una pésima reputación en las naciones del norte de Europa y un historial negro de demandas por publicitar los sucedáneos de leche materna en detrimento de la lactancia.  Difícilmente encontramos que alguna iniciativa o resolución de Naciones Unidas de haya enfocado en contra de la práctica de una empresa en particular como lo fue la aprobación por parte de este organismo del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna que intenta poner controles a las prácticas comerciales inmorales de la promoción de los sucedáneos de leche materna sobre la lactancia materna. La International Baby Food Action Network (IBFAN) sigue documentando como Nestlé viola este código en el mundo y en México.

Nestlé, en varios de sus productos que recomienda a partir de los 6 meses de edad ya se encuentra azúcar añadida, cuando la recomendación es que a los niños no deberían darse productos con azúcares añadida antes de los 2 años de edad. Una madre que elabora sus papillas en casa y decide en algún momento, durante algunos días, darle algunas papillas de Gerber a su hijo, muy posiblemente encontrará que, posteriormente, el niño rechazará las papillas hechas en casa. Esto suele ocurrir cuando estas papillas industrializadas contienen azúcar. Desgraciadamente, esta empresa tiene una gran influencia en la Secretaría de Salud donde se le ha encargado formar a los promotores de lactancia materna, una formación que es acompañada de la promoción de su marca y sus productos.

Pero Nestlé sólo es uno de los tentáculos que rodea este ambiente de inducción, desde muy temprana edad, al consumo y “adicción” al azúcar. El más poderoso de estos tentáculos es el de las bebidas azucaradas que nos convirtieron en sus mayores consumidores en el mundo, hasta hace unos años. A partir del impuesto dejamos de ser los mayores consumidores de estos productos y ahora lo es Chile y está rebasándonos Argentina. La inducción al consumo de bebidas azucaradas desde temprana edad es uno de los hábitos que mayor impacto negativo ha provocado en la salud de los mexicanos y la causa principal de esto que llamaremos “adicción” hasta que no encontremos un mejor concepto o que esta discusión llegue a una conclusión.

L a falta de información a los padres de familia sobre el daño de estos hábitos, de estos productos, del azúcar mismo; los etiquetados incomprensibles y engañosos que inducen a un alto consumo de azúcar; la publicidad invasiva dirigida a los niños de productos y bebidas con alta cantidad de azúcares añadidos y la permanencia de estos productos en las escuelas, mantienen las condiciones del llamado ambiente intensamente obesogénico en que se ha convertido nuestro país y que nos ha llevado a las ya declaradas emergencias epidemiológicas de obesidad y diabetes. La responsabilidad de esta situación no es más que la de un gobierno omiso, que ha establecido una política contra la obesidad que en su mayor parte ha sido cooptada por las grandes corporaciones de alimentos y bebidas para convertirla en una gran simulación.

Con información en los etiquetados, con regulaciones estrictas a la publicidad dirigida a la infancia, sacando estos productos de las escuelas y con campañas dirigidas a revalorar los alimentos naturales y la cultura culinaria, tendríamos cuidado en inducir a los niños a la “adicción” al azúcar, un hábito que suele permanecer de por vida y que acompaña la epidemia de obesidad y diabetes.

Como padres de familia o tutores de niños nos enfrentamos cotidianamente en una batalla por evitar que nuestros niños entren en esta “adicción”, frente a la publicidad invasiva y la omnipresencia de la comida chatarra y las bebidas azucaradas en nuestros barrios, en las escuelas, en los espacios abiertos, en los medios de comunicación. No podemos ser omisos, ni tampoco dejar que el Estado también lo sea solamente por servir a los intereses de las grandes corporaciones.

 

 

 

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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