"El niño de los burritos" reparte entre 550 y 600 burritos al día hasta la comodidad de tu pupitre. Munchies habló con él sobre su historia de emprendedurismo.
Por César Acosta
Ciudad de México, 10 de noviembre (SinEmbargo/ViceMedia).– Se llama Gerardo Murillo, pero le gusta que le digan "Geras". Tiene 20 años de edad, y a pesar de que no ha estudiado mercadotecnia, publicidad o administración de empresas, vende diariamente 600 burritos dentro de la Universidad Autónoma de Aguascalientes a través de una aplicación disponible para dispositivos móviles con el sistema operativo Android. Lo que empezó como su lunch se transformó en un negocio rico y rentable cuando las redes sociales se encargaron de hacerlo viral.
"Desde que estudiaba Ingeniería Industrial en la Universidad Autónoma de Aguascalientes me hacía tortas. No lo había dicho antes pero así fue como empezó todo, con tortas. Y es que como mi papá y mi tía vendían tacos de guisados, era muy fácil comprar bolillos y agarrar de lo que ellos ya habían preparado. Me los llevaba como lunch a la escuela y mis amigos me empezaban a comprar y decían: Hey, tráeme una", relata Murillo.
Gerardo asegura que al principio no lo hizo como negocio, pero después decidió salirse de la escuela y meterse a trabajar en el negocio familiar, por allá de noviembre de 2015. Eligió burritos y no tortas porque son muy sencillos de hacer y fáciles de llevar. "La verdad solamente necesitas una tortilla, una bolsa y una hielera donde los cargas".
Entonces se ponía en la primera planta de la universidad, esperaba a que salieran sus antiguos compañeros de clases y vendía. "Así se fue expandiendo con mi hermano cubriendo el lado donde estudiaba y yo vendiendo del otro lado", cuenta. A un precio de 15 pesos cada uno la demanda subió hasta el punto en que ya no les alcanzaba para todos: "Me hacían pedidos por WhatsApp, y otros me decían 'hey. ven a mi salón'. Se me acababan y me empezaban a reclamar porque no les tocaba a todos".
Fue precisamente eso lo que le hizo preguntarse cómo evitar quedarle mal a quienes le pedían burritos. El problema es que no tenían logística, un inventario o la seguridad de que siempre se le iban a acabar todos los burritos que llevaban. Fue hasta que en una plática casual con uno de sus amigos cuando surgió la idea de una aplicación: "Lo que yo quería era que el cliente pudiera tener un burrito. Una aplicación donde pudieran ver cuántos había disponibles, de qué sabores y a dónde se los iban a entregar".
Para evitar pagar una fortuna, se acercó a uno de sus amigos que hacía páginas web básicas y que estaba a punto de graduarse. Y aunque trataron de convencerlo de hacer un sitio web, entendía que eso podría ser muy tedioso para los clientes. Cuatro meses tardó el desarrollo de la aplicación, tiempo en el que su amigo junto a tres programadores tomaban más experiencia y lograban agregar las funciones que necesitaba Gerardo; incluido un chat interno. Para febrero de este año hicieron pruebas y "El niño de los burritos" finalmente vio la luz en marzo de 2017.
"Se llama El niño de los burritos porque los clientes decían 'mira, ahí viene el morro burrero', o cosas como 'ahí viene el niño de los burritos'. La verdad es que está padre y es algo que se pega en la mente", cuenta.
Para pedir burritos necesitas descargar su aplicación y crear una cuenta de usuario. Entonces puedes ver a qué hora habrá burritos disponibles. Una vez que se han liberado, conoces cuántos hay, de qué guisados, cuántos quieres (el límite son ocho para evitar pedidos de broma), y a qué salón te los van a llevar.
Tras lanzar la aplicación llegaron a vender 150 burritos diarios. Eso sí, tenían que llevar su negocio a escondidas porque el ambulantaje es algo prohibido en esta universidad. "Era como un secreto, pero yo no quería eso porque para eso hicimos la aplicación en internet. Todo lo contrario, quiero que genere ruido y toda la Universidad tenga la posibilidad de comprar burritos", asevera Geras.
Fue el 18 de agosto cuando @obed_47 publicó en su cuenta de Twitter: "Hay una app que se llama El Niño Del Burrito y reparte burritos por toda mi uni… esto es el 2036".
"Ya casi no nos dábamos abasto y llegó este bum de las redes sociales en la que nos hicimos virales en Facebook y en Twitter. Y la verdad es que nos ha ayudado mucho porque hemos crecido paulatinamente. Actualmente en promedio vendemos entre 550 y 600 burritos al día".
Para los burritos hay seis guisados: Chicharrón verde, chicharrón rojo, picadillo, discadas (una combinación de carnes frías), pierna y rajas con queso. Pero para poder tenerlos todos, se levanta junto con su hermana a las 5 de la mañana. Ya un día antes los proveedores les llevaron todo a su casa.
"Nos tardamos como cuatro horas en prepararlos y como ya sabemos que vamos a vender mucho, incluso ya tenemos más vendedores. Somos mi hermano y yo además, de otros ocho: cinco vendedores por turno. Por ahora son nuestros amigos porque les tenemos confianza. A ellos los citamos como a las 8:50 de la mañana en un punto dentro de la Universidad para planear todo, la zona que les toca, darles cambio y servilletas. A las 9:10 se liberan los burritos en la aplicación y ya con eso le damos su hielera a cada quien para que vayan a entregar. La verdad esa es la parte más complicada porque los pedidos son rápidos. Por ejemplo, hoy fue un día récord y se acabaron en tres minutos. Pero para repartirlos se tardan como una hora y media; ya por muchísimo tres horas".
El asunto de vender en las sombras y de forma ilegal también ha quedado atrás. Apenas la semana pasada, directivos de la Universidad Autónoma de Aguascalientes se acercaron para asegurarle a los hermanos Murillo que no tendrían problemas de vender dentro de sus instalaciones.
"Ya estamos trabajando para tener nuestro propio local más cerca de la Universidad y que todos los repartidores tengan una bicicleta tipo Chopper", cuenta Gerardo sobre sus planes para El niño de los burritos. "Estamos viendo cómo tener más producción, cubrir más espacio con otros repartidores y que nadie se quede sin burritos".