Horas antes del anuncio presidencial, el Ejército informó de que todavía quedaba entre 20 y 30 yihadistas, el último reducto del EI en la ciudad, y prometió neutralizarlos "lo antes posible".
Manila, 17 octubre (EFE).- El Presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, declaró hoy la "liberación" de la ciudad sureña de Marawi tras cinco meses de combates entre las Fuerzas Armadas y rebeldes afines al Estado Islámico (EI).
"Señoras y señores, por la presente declaro que la ciudad de Marawi ha sido liberada de la influencia terrorista, lo que marca el inicio de la rehabilitación", dijo el mandatario en un discurso televisado desde esta localidad ubicada en la isla de Mindanao.
El anuncio surge al día siguiente de que el Ejército abatiera a Isnilon Hapilon, autoproclamado emir del EI en el Sudeste Asiático y líder de los rebeldes yihadistas del sur de Filipinas, así como a Omar Maute, otro líder rebelde.
Ataviado con gorra militar y gafas de sol, Duterte recibió la ovación de las tropas tras declarar la liberación de Marawi en un conflicto que se prolonga desde el pasado 23 de mayo y que ha ocasionado la muerte de 753 terroristas, 155 soldados y 47 civiles, según el último recuento oficial.
La ciudad está devastada tras cinco meses de combates y se cree que el número de bajas civiles podría aumentar cuando los militares inspeccionen a fondo las áreas que ocupaban los terroristas, quienes mantenían cautivos a rehenes y los usaban como escudos humanos.
Horas antes del anuncio presidencial, el Ejército informó de que todavía quedaba entre 20 y 30 yihadistas, el último reducto del EI en la ciudad, y prometió neutralizarlos "lo antes posible".
De momento, Duterte no ha aclarado si tiene intención de suspender la ley marcial que impuso en toda la región de Mindanao el mismo día en el que estalló el conflicto.
En la actualidad, hay 395.000 desplazados internos que están a la espera de regresar cuanto antes a sus hogares, indicó a Efe Zia Alonto, portavoz del Gobierno de la provincia de Lanao del Sur, de la que es capital Marawi.
Según las autoridades, restablecer la normalidad en esta ciudad de unos 200.000 habitantes y mayoría musulmana podría llevar un largo tiempo y enormes esfuerzos materiales, ya que varias zonas están muy dañadas tras cinco meses de intercambio de fuego.