Especialistas de la UNAM refirieron que el origen del problema migratorio que, ahora más que nunca, atemoriza a los mexicanos es que ni los gobiernos ni el empresariado de este país han sido suficientemente eficientes en la creación de empleos y en evitar que los connacionales crucen la frontera. Sostuvieron que la pobreza extrema en la que viven millones de personas en México no es responsabilidad del nuevo Presidente de Estados Unidos, sino de quien "los puso en la miseria".
Ciudad de México, 6 de febrero (Xinhua).- Académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reconocieron que en cualquier país se deben resolver primero los problemas internos para tener una política exterior efectiva y enfrentar así las amenazas que vienen de fuera, como ahora ocurre en México.
Luis Alberto de la Garza, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, sostuvo que actualmente están en peligro 40 millones de mexicanos en extrema pobreza, y no es el Presidente estadounidense, Donald Trump, quien los puso en la miseria.
"Hemos sido nosotros mismos. No fue él quien estableció los salarios mínimos, ni es el causante de la corrupción, sino el Gobierno mexicano", expresó el experto sin dejar de reconocer que Trump ha ofendido en su momento a México.
Aclaró que para enfrentar las presiones de Trump, quien busca que los mexicanos paguen un muro fronterizo que ordenó construir para dividir a los dos países y aplicar gravamen en los productos mexicanos que lleguen a su país, en México "se necesita un gobierno de unidad nacional que encabece la política de defensa de nuestros intereses".
En tanto, el profesor del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), Silvestre Villegas, consideró importante poner las cartas sobre la mesa con Estados Unidos y trabajar cada uno en lo que le toca en aspectos como seguridad o comercio, pero con la visión de favorecer a ambas naciones.
De la Garza explicó que México no ha aprendido de la vecindad con Estados Unidos "y repetimos una serie de torpezas: la idea de ser buenos, portarnos bien, atender recomendaciones, y no pensar en lo que somos y deberíamos hacer frente a la mayor potencia del mundo".
Explicó que desde sus inicios, el país vecino del norte ha tenido una voracidad territorial expansionista y ha sido consecuente.
"Hoy no nos enfrentamos a nada nuevo: a una política de presión, agresiva, de amenaza, que si no encuentra resistencia sigue adelante, y si la encuentra, es capaz de negociar", consideró.
Recordó que la guerra con Estados Unidos de 1846-1848 estaba anunciada mucho tiempo antes de suceder, y la política mexicana se mostró incapaz de hacer frente al problema; la inestabilidad política y los cambios de gobierno provocaron que México no se ocupara de los territorios que finalmente se perdieron, dijo.
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Los diferentes grupos se atacaban entre ellos y el "conductor" de la guerra estaba deslegitimado."¿Qué clase de país es éste en donde, incluso cuando estamos en peligro, nos pateamos entre nosotros antes que enfrentar al enemigo?", cuestionó.
México, prosiguió De la Garza, nació con perspectivas de ser una nación importante, pero enfrentó una serie de problemas que hasta ahora no han sido resueltos: no hay un espíritu nacional, el federalismo es "poco federal" y no ha funcionado, y existe una sociedad marcada por desavenencias.
A su vez, Villegas recordó que la relación con Estados Unidos define a México como país desde finales del siglo XVIII.
"Se trata de una especie de continuo que se concreta en tres aspectos: desprecio de ellos hacia nosotros, admiración de nosotros hacia ellos y asimetría entre ambos en el comercio y el desarrollo, entre otros aspectos", aseveró.
En su opinión, si se permite que otros "nos hagan un favor, lo cobrarán con intereses y no hay duda de que las deudas con los estadounidenses salen extraordinariamente caras".
Se debe entender, puntualizó el historiador, que el origen del problema es que ni los gobiernos ni el empresariado mexicanos han sido suficientemente eficientes en la creación de empleos y en evitar que los connacionales crucen la frontera.
"Hoy queda negociar y proteger la mano de obra mexicana aquí y allá, y los miles de millones de dólares producto de las remesas, casi equivalentes a la inversión extranjera directa en nuestro país. Asimismo, aprovechar la oportunidad que puede significar el retorno de trabajadores bien capacitados", finalizó.