Peniley Ramírez Fernández
14/12/2016 - 12:00 am
Una caja china llamada Rubí
¿Qué sucederá en México durante la tarde del 26 de diciembre? No me refiero a eso que usted está pensando. Me pregunto, en cambio, ¿qué más sucederá, a qué delincuente dejarán de atrapar, qué investigación de un funcionario público cerrarán sin fincar responsabilidades, qué niña no llegará a su casa, cuál compañía no pagará impuestos? […]
¿Qué sucederá en México durante la tarde del 26 de diciembre? No me refiero a eso que usted está pensando. Me pregunto, en cambio, ¿qué más sucederá, a qué delincuente dejarán de atrapar, qué investigación de un funcionario público cerrarán sin fincar responsabilidades, qué niña no llegará a su casa, cuál compañía no pagará impuestos?
Pocas respuestas tendremos a estas preguntas, que cotidianamente atañen al quehacer periodístico en México. Como muchos saben, un video de 46 segundos cambió la agenda del cierre de año. Volcó la atención de la prensa hacia un pueblo de calles sin pavimento, donde habitan 200 mexicanos que no buscaron ser famosos, en San Luis Potosí.
Durante los últimos días me he preguntado qué tiene de diferente este video respecto a otros miles que hemos visto en las redes sociales durante los últimos años. Este, que no es vulgar ni contiene escenas sexuales, donde ninguna persona aparece golpeada.
Me he cuestionado por qué este, en especial, se colocó en el centro de la atención pública y movilizó a periodistas, políticos y empresas, en una inverosímil carrera para obtener exclusivas de un producto mediático, esta vez en la forma de una modesta familia, que se fue haciendo atractivo a cada minuto.
Creo que no pocos de los lectores de Sin Embargo, regularmente avezados en cuestiones de interés público, habrán percibido en este asunto un cierto aroma a las películas de Luis Estrada. ¿El fenómeno Rubí está siendo utilizado como una caja china? ¿Quién se beneficia con este efectivo distractor?
Esta sería la respuesta más fácil, entendida en el contexto mexicano, donde no pocas veces la figura de la caja china de Estrada encuentra justificado asilo en la realidad. En este caso, algunos elementos parecen justificar esta hipótesis.
Antes del 1 de diciembre, ninguna de las mejores amigas, los familiares, ni siquiera la pequeña empresa organizadora de eventos a cargo de la fiesta de Rubí, habían hecho eco del evento en sus cuentas de Facebook. La chica aún comentaba las fotos de sus compañeras, y vivía en la tranquila rutina de su pueblo en el norte del país.
Varios días y apariciones televisivas después, Rubí es considerada como un motivo de orgullo local en La Joya, un pueblo que según el periódico Vanguardia solo había sido mencionado en la prensa una vez hace una década, a causa de un accidente de autobús en el que perdieron la vida 15 personas.
El 29 de noviembre, la compañía Foto Video Rosales colgó en su página de Facebook un video de la invitación hecha por Rubí y sus padres. Dos días más tarde, ya el post había comenzado a compartirse viralmente, cuando saltó de Facebook a la cuenta de YouTube de CRM Noticias, un medio potosino que suele retomar información de otros portales y cuyo video cuenta ya con más de cuatro millones de vistas.
Siguiendo la hipótesis de la caja china, lo más curioso vino tres días después, cuando el canal TV1 subió el mismo video, con el adjetivo de “viral” en el título, y este comenzó a aparecer en las pantallas de los usuarios como “recomendado”. A una semana de que este post ha estado en línea, aún aparece con la categoría de “nuevo” y está colocado como primer lugar en las búsquedas, por encima de otros miles de videos sobre el tema, publicados posteriormente.
A falta de mayores elementos de sospecha, una segunda explicación puede resultar más certera en este caso, aunque más difícil de asimilar.
¿Qué dice este fenómeno sobre la realidad mexicana? ¿Por qué pueden expandirse viralmente expresiones que combinan morbo, burla y la clara discriminación a costumbres rurales, que pueden sonar exóticas en el contexto urbano?
Creo que el fenómeno deja en claro que el acceso por igual a redes sociales no garantiza tratamientos de igualdad sobre las costumbres de unos y otros. En este contexto, puede parecer nice subir fotos de comidas o botellas de vino, pero es motivo de burlas que una familia invite a “todos” a celebrar a su hija u ofrezca una chiva de 10 mil pesos, que en el entorno urbano es leído literalmente, como si fuera a regalarse un animal en plena fiesta, y no como una costumbre arraigada en el contexto rural, de premiar con dinero al ganador en una carrera de caballos.
Faltan varios días para que el fenómeno Rubí se robustezca con intereses reales, y se diluya cualquier rastro de inducción, que alguien pudo ver y usar en un inicio. Quizá nunca lleguemos a saber si esta inducción siquiera ocurrió, o si de veras estamos frente a un triste reflejo de nuestra realidad, en la cual lo “viral” termina siendo cada vez más una mirada al espejo de una sociedad.
Cuando termine la fiesta y La Joya permanezca como un referente local, quedarán estas preguntas, que las ciencias sociales aún están lejos de contestar. Considero como el elemento más preocupante, la tremenda exposición en la cual quedará esta familia, en su modesta casa al borde de una carretera, en el contexto de un México impune en el que una niña pueda convertirse en carne de cañón para cualquiera, en cualquier momento.
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