Las mafias piratas y los tres libros que no recordó

31/10/2013 - 12:00 am

Resulta increíble que el gobierno mexicano permita abusos de toda índole en diversos aspectos de la vida cotidiana: desde la clásica mordida a los agentes de seguridad vial, los sobornos en las licitaciones públicas, los famosos diezmos en materia de obra pública, actuaciones legales que dejan mucho que desear o incluso acciones como la liberación de capos de la droga, la devolución de los bienes incautados al hermano del ex Presidente Salinas, el espionaje del cual estamos siendo objeto por parte de EE.UU. o la venta de piratería casi en cualquier rubro.

A pesar de estos acontecimientos de la vida diaria, hoy me encuentro en una encrucijada precisamente respecto a la llegada de las nuevas tecnologías de la información. Hoy en día, las noticias fluyen de manera casi involuntaria, las televisoras y radiodifusoras están perdiendo el control de las agendas mediáticas y cada vez es más difícil controlar los contenidos en las redes digitales. Además, con la llegada de estas nuevas tecnologías nos encontramos en un estado muy vulnerable y lo que es peor, el incorporarse a la vida digital está dejando elementos tradicionales utilizados en décadas anteriores. Cada vez son más los lectores de prensa que recurren a los medios digitales y no a la compra de los periódicos impresos, también hemos dejado atrás esa parte romántica de las cartas de correo postal, y hoy preferimos hacer todo vía mail, vía Whatsapp, Facebook o Twitter.

Y ni que decir de aquellas épocas de estudiantes donde el mes de septiembre era aquel del sufrimiento por la adquisición de los libros para acudir al colegio. Hoy, las nuevas tecnologías están incorporando nuevos procesos de gestión educativa. Nuestros hijos acuden al colegio y, en algunas escuelas, reciben desde muy temprana edad sus clases acompañados de dispositivos tecnológicos como pizarras digitales o iPads. En la actualidad, los padres estamos en la posibilidad de saber, vía mensaje de texto, si nuestro hijo ha sufrido un percance, si se fue de pinta o si de plano no fue al colegio. El mundo va a miles de revoluciones por minuto, pero esto también implica mayores gastos en incorporarnos a la vida tecnológica. Actualmente los libros son más caros porque incorporan actividades en línea o mediante interacción con algún dispositivo y es precisamente en éste punto donde quiero hacer una breve reflexión.

El porcentaje de mexicanos que leen libros cayó 10 puntos en el sexenio anterior, según lo establece la Encuesta Nacional de Lectura 2012 que presentó la Fundación Mexicana para Fomento a la Lectura. En el 2006, un 56 por ciento de la población mayor de 12 años decía leer libros y en el 2012 ese porcentaje cayó al 46 por ciento.. Algunos de los puntos a considerar por la encuesta es que los maestros tampoco leen y que el 10 por ciento de los mexicanos aseguran que la lectura no sirve para nada y a eso le aunamos que no se quieren evaluar, usted dirá…

No hubo cambios respecto al número de libros que leemos los mexicanos al año: en promedio se dice que se lee por parte de los mexicanos un promedio de dos libros y medio al año igual que en el 2000, un nivel muy bajo comparado por ejemplo con Europa donde el promedio es de 11 libros anuales.

Alguna vez escuche a un importante catedrático decir que a él no le importaba que le “fotocopiaran su libro”, que lo que le importaba es que le leyeran, que realizarán ese pasaje mágico a la lectura, fuera como fuera.

Estamos ante el dilema de la piratería que en muchos rubros está patentada por el crimen organizado: cada obra musical, bluray o dvd que compra en el ambulantaje parte de una cadena de corrupción entre el gobierno y las mafias del crimen organizado. Los discos tienen el sello de la “Z” o un “patito” o dicen “familiadvd” son distintivos para identificar a que grupo se atribuye su producción. El crimen está en posición de fijar los precios del mercado, incluso hay estados de la República en donde un disco de música puede llegar a costar 45 pesos y los ciudadanos lo pagan, a diferencia de lugares como el barrio bravo de Tepito en donde se pueden adquirir a tres pesos.

Ahora bien, a pesar de la incorporación de las TIC’S y la llegada de los formatos electrónicos de lectura el problema de piratería en México no disminuye. Según cifras del Centro Mexicano de la Protección de los Derechos de Autor (Cempro) se han decomisado más de 20 toneladas de libros apócrifos sólo en el Distrito Federal y en el Estado de México, lo cual denota que es un problema muy grave a nivel nacional. Si a esto le sumamos las descargas ilegales por Internet de e-Books, que son alrededor de 86 millones de descargas en lo que va del año y un Presidente que no recuerda los nombres y autores de los últimos tres libros leídos en un año, resulta algo catastrófico.

Considero que el problema es de cultura, ya que a las salidas de las estaciones del Metro podemos encontrar títulos como Cincuenta sombras de Grey, Inferno, de Dan Brown, todos los libros de Carlos Cuauhtémoc Sánchez y algunos de Gabriel García Márquez. En cuestión de cultura universitaria, en asuntos como la reprografía, se nota desde ya algunos años atrás a universidades como el Politécnico Nacional, el Tec de Monterrey, la Universidad del Valle de México e incluso algunas que están en algunos de los estados del país, donde los índices de piratería son muy altos, como Sonora, Michoacán y Jalisco, que se protege cada vez más las obras en los centros de reprografía pero sólo al interior de los centros educativos, pero en un local en donde el fotocopiado es el sustento de una familia completa y sin revisión de la autoridad, sin sanción, seguro que se reproduce sin problema alguno. La Cempro estima que dos de cada 10 libros son reproducidos en forma total en los negocios de fotocopiado.

El dilema está ahí, qué será mejor: ¿incorporar nuevos esquemas de acceso a la lectura en México?, ¿fomentar el hábito? ¿Llegará a pasar como en la música y las películas que se venden cada día más piratas? Insisto: en ningún caso, y tampoco en la lectura, estoy a favor de la piratería, pero sin duda alguna la vía de acceso más económica en muchas ocasiones para un estudiante que es quien “tiene que leer” y no “quiere leer”. Esto es por obligación en la mayoría de los casos, no por gusto, y ése, ese es el problema en México. Pero, qué ejemplo podemos dar a las nuevas generaciones cuando los personajes más vistos en el país carecen de un mínimo ápice de cultura y profesionalización. Nos vemos la próxima semana…

Raúl Flores Rodríguez
Doctorando en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid, Maestro en Gobierno y Gestión Pública por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) Santander, España, Licenciado en Derecho, Especialista en Derecho Electoral, Calidad de la Democracia, Consultoría Política-Electoral, Narcotráfico y Seguridad, Director General de Nexo Estudios.
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