Óscar de la Borbolla
31/07/2023 - 12:03 am
La polarización inducida
“Pensar por cuenta propia, procurando allegarse la información más confiable, se ha convertido en un imperativo”.
Yo creía que el peor de los diálogos es el que se entabla entre personas que no quieren oír; sin embargo, en estos días hay infinidad de pruebas que refutan lo que tuve por cierto durante años: el peor de los diálogos no es cuando no se quiere oír, sino cuando no se puede oír, cuando los sesgos cognitivos impiden que podamos captar las cosas tal y como son o, al menos, con un mínimo de objetividad.
Nuestro cerebro —asombroso en muchos aspectos— suele engañarnos cuando lo que deberíamos pensar lentamente lo hacemos con pensamiento rápido, estos atajos que toma nuestro cerebro cuando decidimos provocan, lo que Daniel Kahneman denominó: “sesgos cognitivos” y que han sido el centro de una nueva manera de comprender la economía: la economía del comportamiento. Desde su fundación, este nuevo enfoque de la economía ha venido descubriendo una gran cantidad de sesgos cognitivos, mecanismos con los que nos engañamos: sesgo de disponibilidad (creer con mayor facilidad en lo primero que viene a nuestra mente); sesgo de distribución (creer que lo que uno hace bien se debe al talento propio y lo que sale mal, a las dificultades externas); sesgo del inversionista (creer que es mejor concluir una tarea o seguir en una relación por lo mucho que se ha invertido en ella); sesgo del falso consenso (creer que lo que opinan los pocos que nos rodean es la opinión mayoritaria); sesgo de autoridad (creer que tiene más valor lo que dice o hace alguien a quien atribuimos autoridad y que, en cambio, carece de valor lo dicho o hecho por aquellos a quienes despreciamos)…
Los sesgos cognitivos se han dado siempre, son la consecuencia de poseer las dos maneras de pensar mencionadas: la rápida y la lenta que nos permitieron sobrevivir como especie: si en vez de pensar rápido y salir huyendo nos hubiéramos tardado todo el tiempo del mundo para decidir qué podría ser esa mancha que se movía en el bosque, seguramente no estaríamos aquí. Hoy, sin embargo, la luz que se ha echado sobre la manera como funciona nuestro cerebro, el acopio que se tiene de los distintos sesgos cognitivos, nos han dejado inermes frente a la manipulación. Repetir mil veces una idea, hacer que en las redes sociales sólo aparezcan los que piensan como nosotros, llevar a cabo una campaña constante de desprestigio, etc. etc., hacen que resultemos muy fácilmente empujados hacia un lado o hacia otro.
Por ello hoy, pensar por cuenta propia, procurando allegarse la información más confiable, se ha convertido en un imperativo. Y también por ello hoy, más que nunca, parece indispensable la filosofía: más filosofía en las escuelas, más filosofía en los medios, más filosofía para combatir la polarización en que estamos inmersos, porque cada grupo está cegado por sus propias creencias y es incapaz de tender un puente hacia lo otro: no hay ningún terreno en común con lo distinto. Sencillamente se descalifica y, en muchos casos, se odia.
Esta situación resulta muy grave, sobre todo si se considera que la sociedad está formada necesariamente por individuos y grupos distintos con los que es indispensable convivir. La manipulación científica que aprovecha el conocimiento de los sesgos cognitivos está creando un clima de polarización donde lo que está en riesgo es la convivencia, la pacífica convivencia de los distintos. Insisto, hoy, más que nunca es necesario pensar, filosofar.
Twitter @oscardelaborbol
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