CELSO PIÑA VOLVIÓ EN SÍ

31/05/2014 - 12:00 am

No se trata de una ruptura conflictiva ni de un adiós para siempre a los rockeros, pero esta vez el músico regiomontano Celso Piña ha decidido jugársela solo y presentar un disco titulado Aquí presente Compa.

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Un modo con el que el llamado “rebelde del acordeón” realiza una especie de auto-homenaje destinado a honrar una carrera que ha tenido gran repercusión en México, el país donde nació hace 61 años.

Parece que fue ayer que la revista DIA SIETE le daba la portada y al mismo tiempo daba cuenta de un disco, Barrio Bravo, que haría historia en la música contemporánea mexicana.

La unión de Celso con los rockeros de El Gran Silencio, de Resorte, producido magníficamente por el entrañable “Toy”, ex Control Machete, con la voz de Rubén Albarrán (Café Tacvba) y Lupe Esparza, entre otros, dio como resultado un álbum inolvidable y al mismo tiempo referencial, trascendente.

Hoy, después de cinco años de no pisar un estudio de grabación y previo a su partida en junio a Europa para volver a consumar una exitosa gira por el Viejo Continente, Celso Piña presenta un trabajo desde y para la raíz artística acuñada con su grupo Ronda Bogotá.

Con Alejandro Zea y Carlos Arredondo en la producción, responsables de los discos Sin fecha de caducidad y Celso Piña: Zona preferente, en vivo desde el Auditorio Nacional, el acordeonista regresa dispuesto a hacer bailar al mundo.

Temas como “Reina de cumbias”, “Eva María se fue”, “El pulgón” y “El son de las heridas” dan sustancia a la una propuesta que no por clásica suena renovada en la voz de un artista que no ha perdido un ápice de su energía ni mucho menos la fe en lo que hace.

En entrevista exclusiva con SD, aparece con su habitual buen humor, pidiendo una cerveza que toma de la botella no sin antes criticar la temperatura de la bebida que “nunca es tan fría” como en Monterrey.

Foto: José Antonio Cruz / SinEmbargo.mx
Foto: José Antonio Cruz / SinEmbargo.mx

No es la única diferencia que tiene que asumir en tierra chilanga. A Celso, mientras hacía promoción para su nuevo disco, lo sorprendió el temblor de 7.2 en abril pasado. Estaba en un quinto piso de hotel en La Roma y salió corriendo con los zapatos del revés.

“Tantos años de venir a la capital para que ahora me venga a pasar esto”, dice agarrándose la cabeza, todavía conmocionado por el temblor. Está nervioso e impaciente, amenaza de muerte al chico de la disquera si no lo suelta a un horario decente, pero la culpa de que la agenda se demore la tiene él: charla y charla en las entrevistas, da respuestas largas, hace bromas, se esfuerza para que a su interlocutor de turno le queda claro lo que tiene para decir.

A muchos periodistas tiene que volver a contar la anécdota aquella de la vez que hizo bailar a Gabriel García Márquez y por ello incluyó en el nuevo disco el tema “Reina de cumbias”, el tema preferido del recientemente fallecido Nobel colombiano.

Fue en una reunión en Monterrey, hace de esto una década, que coincidieron vallenatero y escritor en el Museo de Arte Contemporáneo. Ante la sorpresa de los presentes, “Gabo” empezó a bailar al ritmo de la “Cumbia Sampuesana”, tras lo cual le regaló unas palabras que el músico nunca olvidará.

“Celso, eres digno representante de mi folclore, sé siempre hombre de bien y de buena gente”, dijo el autor de Cien años de soledad.

Hoy, esta buena gente que es Celso Piña, vuelve en sí, a sus orígenes y todo el mundo, como dijimos, va a tener que ponerse a bailar.

¿Se cansó de los rockeros, Celso?
Nunca me canso de nadie y de mis amigos, menos. Me gusta variar. Creo que con este disco estoy variando para dejar descansar la propuesta de dúos. Quiero demostrar además que puedo hacer frente a los dos estilos siempre que me lo proponga.

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¿Con qué expectativas llega este disco, Aquí presente Compa?
 Mira, andando por las calles de Monterrey, la gente se me acercaba para pedirme que hiciera un disco sólo con Ronda Bogotá. “Lo que hiciste con Fulano y Perengano está muy bien, pero quiero oírte a ti y a tu acordeón”, me decían en el mercado, en la gasolinera, cada vez que salía a caminar por mi barrio. El taxista, el carnicero…todos sin conocerse coincidieron en pedirme lo mismo.

Así que es un disco a pedido del público
Sí. Además la disquera me presionaba para hacer un nuevo trabajo y me tenía de arriba pa’bajo, ¿cuándo iba a grabar? Si lo hacía a los apurones, iba a salir puro mugrero y ni la disquera ni yo queremos eso. En las giras por Europa, también el público me pedía un nuevo disco. Así que decidí meterme en el estudio y grabar, se habían juntado las estrellas, la luna, se produjo un eclipse, no me quedaba de otra (risas).

¿Cómo fue la grabación? Usted tiene fama de músico difícil a la hora de trabajar
No, no es que sea difícil o complicado. Hice este disco en forma práctica. Imagínate que estás en un restaurante y te dan tortillas recién hechas. Ensayábamos un tema y una vez que lo teníamos bien amarrado entrábamos al estudio a grabarlo. En caliente. A mí me dejaban para lo último, porque necesito la base bien fuerte para poder hacer bien lo del acordeón y lo de la cantada.

El apoyo que le da el público a su trabajo parece ser un manantial que nunca se seca…
El público te da una energía increíble. Hubo veces en que he llegado malo a tocar, con dolor de cabeza, los ojos llorosos, entro al escenario, digo las frases de protocolo, a la media hora ya estoy bueno y sano. Fíjate…

O sea que ser tan popular no le da ninguna presión extra
¡Al contrario! La gente me sana

La música mexicana cambió mucho en la última década, pero usted no cambió
Como artista tienes que ser terco y esa terquedad tiene que estar bien dirigida. Esa es un poco mi filosofía. Yo sé que todo cambia. Yo mismo tenía el 5 de abril 60 años y al día siguiente, 61

Foto: José Antonio Cruz / SinEmbargo.mx
Foto: José Antonio Cruz / SinEmbargo.mx

En el medio lo agarró el temblor en el DF
Tantos años de venir y nunca me había pasado eso. Hace más de 30 años que llegué por primera vez al DF. Me trajeron unos chilangos que me habían escuchado en Monterrey…pero nunca me había agarrado un temblor. Yo estaba en mi cama, tirando hueva porque tenía un break de dos horas, jugaba con el control remoto hasta que se empezó a mover la cama…salté, me puse la camisa, los zapatos al revés, abrí la puerta y salí corriendo

¿Siempre quiso ser músico profesional?
No, me hubiera gustado ser veterinario, pero soy el hermano mayor, así que siempre sentí una especie de responsabilidad a la hora de mantener a mi familia y la música me dio más que los animalitos, la verdad. Tengo ocho hermanos que comen como 25, abren la puerta del refrigerador a cada rato.

¿Tiene muchos perros?
Tengo algunos. No tengo gatos porque una vez me lastimó un gato y desde entonces no me llevo bien con ellos. Junto perros de la calle y ahora tengo 10.

¿Hay gente que sigue su camino a nivel musical?
Creo que sí, que hay herederos. En Monterrey, viajas en un camión y de pronto se suben chavos tocando una pieza de Celso Piña. Es una escuela de música de la calle. Mi escuela, porque yo empecé con todo esto. Comencé tocando solo, miraba a mi alrededor y no había nadie. En todo Nuevo León no había un solo grupo que tocara como el mío. No estoy hablando de tocar bonito, sino de tener un estilo. Sabemos todos que el folclore de Monterrey es el guapango, la corrida, la polca, no es la cumbia colombiana. Así que durante seis años, más o menos fui el número uno en lo mío, hasta que empezaron a salir que La Tropa Colombiana que La Tropa Vallenata…y allí donde yo cobraba mil, llegaba un grupo pidiendo 300. La cosa se empezó a abaratar. Además, yo no estaba dispuesto a rebajarme, a implorar por trabajar…

¿Entonces?
Entonces me dije que tenía que hacer algo para salir de ese marasmo…huele a zorrillo

¿?
Que cuando una cerveza no está bien helada huele a zorrillo y esta huele a zorrillo, pero igual…¿verdad? (se la empina) Será porque en Monterrey la tenemos que tomar bien heladas…El asunto es que empecé a tocar en un local de rockeros y para no hacerte el cuento largo, apareció el Moco (Julián Villarreal), bajista de El Gran Silencio y me pregunta: – Oye, Celso, ¿no te gustaría hacer algo diferente? Y yo, para mis adentros, diciendo: – Gracias, Dios, ya me mandaste al que necesitaba. Y así fue como nació Barrio bravo, el disco en el que me atreví por primera vez a hacer dúos.

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Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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