Ciudad de México, 31 de marzo (SinEmbargo).- Marcelina Bautista Bautista está lejos de aquel primer reto que enfrentó cuando llegó a la Ciudad de México desde Nochtixtlán, Oaxaca, para trabajar como empleada doméstica en una casa: aprender hablar español.

Marcelin,a de 47 años, habla un español fluido. Pero las trabajadoras siguen ganando poco dinero, menos de dos salarios mínimos, y carecen de seguridad social, contrato y prestaciones.

Bautista recordó cuando llegó a los 14 años a la Ciudad de México y se empleó en una casa para realizar trabajo doméstico. A esa edad, la jovencita fue discriminada y padeció insultos y maltratos de distintos empleadores.

Pasaron 30 años de aquella experiencia y Marcelina observa que existe un avance poco significativo en México en torno a la discriminación. “Nos falta mucho por avanzar. Se necesita mucha gente que cambie una cultura que está muy arraigada en esta cuestión de la discriminación. Sobre el premio, la verdad no tenía conocimiento, me parece que es algo que reconoce el trabajo de las personas que contribuimos a que esta cultura vaya cambiando”, dijo Bautista.

La mujer prosiguió: “La gente sistematiza la discriminación, la violencia a los derechos en una situación de desigualdad; en el caso de las trabajadoras del hogar, somos un sector que vive marginación, discriminación como parte de una cultura que desvaloriza esta labor”.

El Conapred presentó datos poco alentadores en su último Reporte sobre la Discriminación en México 2012.

En el documento el Consejo evalúa y compara el estudio al primero que se realizó en  2001 bajo la dirección de Gilberto Rincón Gallardo y enfatiza en la necesidad de que las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en promoción de los derechos humanos y de la igualdad, se mantengan unidas.

“Se requiere mantener unidas a las organizaciones de la sociedad civil involucradas en la defensa de los derechos humanos, a las personas que representan a los grupos más vulnerados, a los y las estudiosos del tema, a los activistas que no renuncian a su condición igualitaria, a los funcionarios y representantes populares que cotidianamente pueden hacer la diferencia entre un acto discriminatorio  y otro que no lo es”, señala el documento.

El análisis de Conapred estudia la discriminación y la desigualdad desde distintas ópticas: salud, derechos humanos, cárceles, educación, alimentación y acceso a la información.

Conapred encontró, por ejemplo, que uno de los campos donde más se excluye y discrimina en México es la justicia penal: “debido a que los ordenamientos jurídicos nacionales e internacionales no han dado pruebas de eficacia para derribar el cierre social que permite a unos cuantos beneficiarse de los derechos y garantías procesales  y al resto de las personas ser víctimas de una maquinaria lastrada por los prejuicios, los estereotipos, el abuso de autoridad, la lentitud y la corrupción”.

MARCELINA Y LA DISCRIMINACIÓN

Marcelina recordó los retos que vivió cuando llegó a la Ciudad de México y los comparó con los que viven sus compañeras en la actualidad: son los mismos.

“Yo me llegué a sentir estancada en un trabajo no valorizado. Me sentía mal por no hablar español,  la discriminación de  muchas patronas y muchas otras personas, no sólo de los empleadores; de repente cuando la gente te dice que no vales y te hablan de forma despectiva, te bajan la autoestima y no quieres estar ahí. Me pasó muchas veces”, dijo.

Hoy la mujer de 47 años, recibirá el Premio por la Igualdad y la No Discriminación 2013 que entrega desde 2012 el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), por su trabajo en favor de las trabajadoras del hogar en México a través del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) que preside.

Bautista compartirá el galardón en otras categorías con la joven pakistaní Malala Yousafzai, el Reconocimiento Institucional con el Centro Integral de Atención a las Mujeres (CIAM Cancún).

“Nunca pensé en este momento o estar aquí. Yo no sabía del premio hasta que me llamaron y me enteré que era elegida”, dijo Marcelina Bautista, quien a pesar de contar varios años en la lucha por los derechos labores de las trabajadoras del hogar, ha visto poco avance.

Con los años, Bautista no sólo aprendió hablar español, sino que se dedicó a trabajar por los derechos de las trabajadoras del hogar a través de la asociación que preside.

“Dejé de trabajar en el 2006 y me dediqué de lleno a trabajar por los derechos de las mujeres que como yo, a veces nos quedamos en esos lugares, porque pensamos que no hay más para salir adelante, que no hay dinero, ni trabajo y que los hijos son primero”, dijo.

Marcelina resaltó la necesidad de posicionar en la agenda política lo temas sobre desigualdad y discriminación, debido a que “falta mucho por hacer”.