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Darío Ramírez

31/01/2013 - 12:02 am

¿Cómo rescatar al IFAI?

La semana pasada en este mismo espacio advertí sobre la profunda crisis que se vive en el seno de pleno del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Datos Personales (IFAI). Han pasado varios días y al parecer los comisionados consideran que el silencio es su mejor aliado. Pensarán que esta crisis también […]

La semana pasada en este mismo espacio advertí sobre la profunda crisis que se vive en el seno de pleno del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Datos Personales (IFAI). Han pasado varios días y al parecer los comisionados consideran que el silencio es su mejor aliado. Pensarán que esta crisis también pasará y que la sociedad dejará de poner atención al batidillo que hay en una de las instituciones más importantes para la rendición de cuentas y transparencia en nuestro país. Ahí se equivocan, creo yo. Organizaciones de la sociedad civil se han pronunciado por transparentar los votos de los comisionados que le otorgaron la presidencia del IFAI al Lic. Gerardo Laveaga. Me parece una solicitud, la cual también se hizo en este espacio, razonable y por demás democrática. Tal vez no es la práctica y ciertamente no están obligados por ley. Sin embargo, se vislumbra como el único camino para conocer por qué los comisionados consideraron que Laveaga era el mejor candidato (¿qué cualidades le vieron para ello?) a través de la fundamentación y motivación de sus intenciones. ¿Responderán los comisionados?

En este mismo sentido, la semana pasada se conoció que la comisionada Sigrid Artz está bajo investigación por conflicto de interés. La información al respecto es escasa, poco clara y contradictoria. Es evidente la poca calidad ética de la comisionada Artz para enfrentar dichas acusaciones sustentadas en evidencia clara. De ser confirmado el hecho que sí cayó en conflicto de interés y acciones de muy baja calidad ética, la comisionada Artz debe de renunciar. Así dictan las reglas democráticas de la rendición de cuentas.

Según información recogida por un servidor, la votación en el pleno del IFAI para elegir a el próximo presidente no se dio de acuerdo a un razonamiento basado en capacidades, experiencia, conocimiento y liderazgo. Sino más bien se dio con base en alianzas, amiguismos, fobias y enemistades. El pleno del IFAI se encuentra fracturado desde hace meses. Lo que ha llevado a que en algunas votaciones se vean claramente la posición de dos grupos: Trinidad y Peschard contra Artz, Pérez Jaen y Laveaga. Esta hipótesis se reforzaría al ver que el comisionado Laveaga le ganó la presidencia a Trinidad por los votos de Artz y Pérez Jaen. La única manera de disipar las dudas sobre si el voto a favor de Laveaga fue un voto de castigo a Trinidad por parte de sus colegas sería a través de conocer el razonamiento detrás de cada voto. Con dicha información, la sociedad podrá reconocer y valorar una decisión trascendental para la vida del IFAI.

La turbulenta transición en el IFAI sucede a unos días de que la Cámara de Diputados discuta la minuta enviada por el Senado sobre la reforma en materia de transparencia. Un IFAI débil (o por lo menos muy dividido) no resultará el mejor interlocutor para discutir temas relevantes con los diputados. Ha preocupado tanto los eventos en el IFAI que inclusive miembros del PRD y PRI ha solicitado la renuncia de los cinco comisionados. El PAN no está de acuerdo en dicha solicitud.

Los problemas dentro del IFAI se derivan de un problema mucho más estructural: el proceso de designación de sus comisionados. Se han hecho nombramientos equivocados para ocupar puestos de comisionados, sobre todo en lo que se refiere a experiencia, conocimiento en el tema de transparencia, rendición de cuentas, acceso a la información y datos personales, y probada independencia y alta calidad ética.

Remover a todos los comisionados y nombrar nuevos nos lleva a dos importantes reflexiones: la primera radica en que se correría un alto riesgo que los nuevos comisionados (la minuta que se discutirá hace referencia a la incorporación de dos nuevos comisionados más al pleno, por lo que serían siete) sean propuestos por Enrique Peña Nieto; la segunda es que debido a la falta de un procedimiento transparente en la designación, el nuevo pleno podría quedar a modo de la presidencia. En otras palabras, mientras no se asegure un procedimiento de designación que se base en la transparencia y discusión pública sobre la motivación y fundamentación de las razones detrás de las personas propuestas para ocupar cargos dentro del IFAI, seguiremos cayendo en procedimientos opacos con tintes políticos, lo que a la larga resulta en instituciones cooptadas, débiles e ineficientes para cumplir con su mandato. Abrirle el paso al PRI para que proponga (por lo menos a una mayoría) a los nuevos comisionados en el IFAI sería el tiro de gracia del Instituto. El Congreso de la Unión, ahora que anda con tanto ánimo para reformar la Constitución a favor de darle autonomía al IFAI –entre otros temas relevantes–, debe de incorporar en la nueva ley un procedimiento de designación que dé certidumbre al proceso y que garantice que los cargos de comisionado sean ocupados por las mejores personas propuestas. Para ello, se necesita que las organizaciones de la sociedad civil, así como el Congreso, jueguen un papel relevante.

El proceso de designación de funcionarios públicos no se circunscribe únicamente al IFAI. Hay un amplio catálogo de puestos públicos donde su designación no pasa por el mínimo control de rendición de cuenta de cara a la sociedad. Un ejemplo sería la elección del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos realizada por el Senado en un proceso opaco y con severos tintes de carácter político, lo que terminó en que no se eligiera al mejor candidato sino al más cómodo para el sistema político. Este hecho abonó al desdibujamiento de nuestro defensor del pueblo.

Parafraseando al jurista Jorge Carpizo: el problema no es el diseño de las instituciones púbicas, sino tener a las personas correctas que laboren en ellas. Es decir, si quermos un IFAI fuerte, debemos de seleccionar a las mejores personas para que defiendan nuestro derecho constitucional. Sólo de esta manera podremos rescatar al IFAI.

Darío Ramírez
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana y Maestría en Derecho Internacional Público Internacional por la Universidad de Ámsterdam; es autor de numerosos artículos en materia de libertad de expresión, acceso a la información, medios de comunicación y derechos humanos. Ha publicado en El Universal, Emeequis y Gatopardo, entre otros lugares. Es profesor de periodismo. Trabajó en la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en El Salvador, Honduras, Cuba, Belice, República Democrática del Congo y Angola dónde realizó trabajo humanitario, y fue el director de la organización Artículo 19.

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