Por Marco Partida, Itzi Salgado yUlises Vera
María es de Torreón, Coahuila, y el 7 de agosto de 2011 su hijo Iván desapareció. Desde entonces lo busca y camina hasta encontrarlo; mientras las suelas de sus zapatos van dejando mensajes en el camino: “Hijo, con estos zapatos he buscado tus pasos y no pararé hasta encontrarte. Te quiero mucho y te extrañamos”.
Así como María, están Damián, Edilberto, Celso y Mercedes, que al igual que miles de madres, padres y familiares de personas desaparecidas continúan buscando, haciéndole saber a las autoridades, al crimen organizado y a los presuntos culpables de la desaparición de sus hijas e hijos que no pararán hasta encontrarlos.
Y mientras lo hacen, sus zapatos se vuelven testigos de esa búsqueda, de los caminos que tienen que recorrer en su andar de ida y vuelta a la Procuraduría General de la República, a la Secretaria de Gobernación y en cada una de las marchas en las que participan.
Para el artista plástico Alfredo López, este caminar es el síntoma de los familiares que se encuentran solos, y que por sus propios medios buscan a sus familiares. Para Alfredo esta fue la razón suficiente que dio origen a este trabajo colectivo: grabar en las suelas de sus zapatos aquellos mensajes de búsqueda y amor.
Así, “Huellas de la memoria” es el nombre del trabajo colaborativo en el que las madres, los padres y familiares de personas desaparecidas donan zapatos y Alfredo, junto con voluntarios, graban los mensajes plasmados en las cartas que los familiares escriben a sus desaparecidos. Ya son más de 100 zapatos expuestos en la capital mexicana y fuera del país.
En una entrevista realizada por #FundarMedia y disponible en YouTube, Alfredo comenta que los zapatos documentan desapariciones desde los años 60 hasta el 2015, periodo que abarca la guerra sucia, la llamada guerra contra el narcotráfico, además de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa. Lo que busca es preservar y construir una memoria desde la propia voz de los familiares y no a partir de la versión oficial del Estado.
“Tu amor es la luz que guía mi camino, hasta encontrarte hijo” dice Mercedes Ruiz, una madre que sigue buscando a hijo desaparecido en noviembre de 2010. Su testimonio es una de las cartas de familiares a sus desaparecidos; cartas que relatan testimonios del día de la desaparición, la angustia de no saber por qué ocurrió, y que solamente deja la evidencia de la impunidad, violencia y descaro con la que ocurrieron las desapariciones.
Todos estos esfuerzos que vienen acompañados de esperanza y amor, no ven el descanso en su vocabulario ni en su caminar. Así, Berta le escribe a su hijo desaparecido: “Patricio Barrera es mi hijo y me hace falta para que tenga paz en mi corazón, al igual que todas las madres que tienen un hijo o familiares desaparecidos”.
El trabajo colectivo que Alfredo López inició, también es una herramienta que desde el arte, contribuye al fortalecimiento social, la búsqueda de justicia transicional y la reparación del daño de las víctimas y sus familiares. Mientras las y los desaparecidos regresan a casa, sigue el ánimo y la fortaleza para seguir buscándolos: “¡Aguanta! Y hasta que nos volvamos a ver cuídate; estamos bien, sólo nos faltas, y mucho” Ixchel, esposa de Héctor, desaparecido en 2010.