La industria de bebidas azucaradas en México, como en el resto del mundo, ha negado sistemáticamente el impacto del consumo de sus productos en la epidemia de sobrepeso, obesidad y diabetes y bloqueado todo intento de implementar regulaciones efectivas a la publicidad que dirige a la infancia, al desarrollo de etiquetados frontales realmente entendibles para los consumidores y medidas fiscales. Parte fundamental de su estrategia ha sido financiar estudios para negar el impacto a la salud de sus productos y concluir que las políticas dirigidas a reducir el consumo de sus bebidas azucaradas no son efectivas.
Los empresarios han logrado impedir que las políticas recomendadas para combatir la epidemia de obesidad y diabetes por la Organización Mundial de la Salud y, muchos otros organismos internacionales, como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, sean implementadas en un amplio grupo de naciones.
En este sentido, la industria de bebidas azucaradas ha difundido información engañosa que niega los beneficios que el impuesto a sus bebidas está generando en México. Con esta información trató de impedir el impuesto a estas bebidas ya aprobado en el Reino Unido y en la mayor ciudad de los Estados Unidos, Filadelfia, lo está haciendo en Sudáfrica, Colombia, Ecuador, India y en otras naciones y ciudades donde se propone establecer esta medida fiscal para reducir el consumo de este producto que está teniendo serias consecuencias en la salud de la población. Este breve documento destapa la verdad sobre los efectos del impuesto a las bebidas azucaradas en México.
El impuesto en México
El 1 de enero de 2014 entró en vigor un impuesto a las bebidas azucaradas en México de un peso por litro, aproximadamente el 10 por ciento del valor de estas bebidas. El impuesto fue menor a la propuesta de un 20 por ciento presentada por una amplia coalición de organizaciones civiles, organismos internacionales e instituciones de salud. Desde que se propuso el impuesto la industria argumentó que no funcionaría, que no traería beneficios en salud, que generaría pérdidas de empleo y afectaría a los más pobres.
El Instituto Nacional de Salud Pública junto con el Centro de Población de la Universidad de Carolina del Norte realizaron una evaluación del impacto del impuesto en el primer año de su implementación en las compras de los hogares encontrando que: se presentó una disminución de 6 por ciento en las compras de la población en general; que en el tercil de mayores ingresos la reducción en el consumo fue menor, pero en el tercil de menores ingresos fue de 9 por ciento a lo largo del año. El estudio reporta que el efecto del impuesto en las compras de los hogares fue muy bajo en los primeros meses de ese año pero se incrementó para llegar a una reducción de 12 por ciento en el mes de diciembre de 2014. En el tercil de menores ingresos en diciembre de 2014 la reducción fue de 17 por ciento.
Es importante señalar que la población de más bajos ingresos es la que sufre en mayor medida los efectos de la epidemia de obesidad y diabetes. Las familias de bajos ingresos con una familiar con diabetes destinan un alto porcentaje de sus ingresos en atenderlo y no cuentan con la atención preventiva adecuada, es decir, cuando buscan la atención médica la enfermedad ya está muy desarrollada. En esta población recae el mayor porcentaje de los 92 mil muertos anuales por diabetes, los 75 mil amputados anuales por diabetes y el mayor porcentaje de personas que pierden la vista por retinopatía diabética.
La gráfica corresponde al tercil de menores ingresos y en ella se percibe como la reducción en compras de bebidas azucaradas se incrementó al fin del año 2014 lo que sugería una posible reducción mayor en el consumo durante 2015. Debe recordarse que el 70 por ciento de los azúcares añadidos consumidos por los mexicanos provienen de las bebidas azucaradas.
Este estudio fue revisado por dos grupos de expertos independientes, el primero creado como parte de la propia investigación y el segundo conformado por expertos que lo evaluaron y aprobaron para su publicación en el British Medical Journal, una de las 5 revistas de medicina mejor calificadas en el mundo.
Los estudios pagados por la industria confirman reducción en consumo
La industria de bebidas contrató tres estudios con investigadores de tres instituciones diferentes de México: el Instituto Tecnológico Autónomo de México, la Universidad Autónoma de Nuevo León y El Colegio de México. Ninguno de estos estudios ha sido publicado en una revista indexada hasta el momento. A pesar de que la industria, a principio de 2015, lanzó una estrategia en los medios de comunicación para comunicar que el impuesto había fracasado porque solamente había bajado el consumo en un 2 por ciento, el estudio del ITAM llegó a la conclusión de que se había presentado una reducción de 6 por ciento en el consumo y el de la UANL concluyó que la reducción era de 4.5 por ciento. El estudio de la UANL no tomó en cuenta todas las bebidas azucaradas, sólo las carbonatadas. El INSP tomó la metodología de este estudio e incorporó las bebidas no carbonatas con azúcar y obtuvo una reducción de 6 por ciento. Con tres metodologías se llegó a un mismo resultado.
Las interpretaciones al servicio de la Big Soda
Aunque los resultados son similares, los estudios del ITAM y la UANL concluyen que la reducción en calorías por el impuesto es insignificante. Sin ninguna experiencia en economía de la salud, ninguno de estos investigadores tiene formación en esta área, afirman que el impuesto no presentó un efecto en reducir el sobrepeso y la obesidad. La afirmación la realizan en base al autoreporte de peso y talla de los jefes de familia. En ningún estudio de este tipo es válido utilizar un autoreporte de peso y talla, además de que los padres de familia representan uno de los sectores que por edad presentan un menor consumo de bebidas azucaradas.
Los efectos de un impuesto de esta magnitud no pueden medirse en un año y menos en la población en general, sin tomar en cuenta el impacto diferenciado por tercil económico, sin considerar la evolución de las compras a lo largo del primer año, ni el impacto a largo plazo. No existen estudios aún para evaluar el impacto en altos consumidores o en niños, especialmente, de ingresos bajos que son los más vulnerables a los daños en salud al carecer de servicios adecuados de prevención y atención.
El impacto del impuesto en 2015
Frente a la iniciativa de varias naciones de impulsar un impuesto a las bebidas azucaradas, la industria de las bebidas difunde por el mundo los estudios que financió para supuestamente demostrar que el impuesto en México no funcionó. Como parte de esta campaña contra el impuesto, la Big Soda afirma que en el segundo año del impuesto, 2015, el consumo de bebidas azucaradas creció 2 poe ciento. Toda esta campaña no la lanza directamente, la hace a través de las agencias de relaciones públicas que tienen vínculos íntimos con columnistas y comentaristas de finanzas en varios medios de comunicación. Esta labor genera una percepción general de que la medida fiscal no ha sido efectiva influenciando, incluso, a periodistas y líderes de opinión independientes.
Como lo expone el Instituto Nacional de Salud Pública, la Big Soda usa datos directos de ventas anuales para argumentar que el consumo ha aumentado como si no existieran variables que influyen en el consumo de sus productos y que son obligados tomar en cuenta para evaluar el impacto de un impuesto, como: cambios en la población total y estructura de edad (aumenta la población y hay grupos de edad que consumen más y otros menos); cambios en la actividad económica y tendencias previas en el consumo, entre otras.
Variables que cualquier estudio de este tipo incorpora. Por otro lado, establece el INSP las comparaciones no deben realizarse entre los dos años que el impuesto ha estado vigente, las comparaciones deben realizarse con las tendencias previas al impuesto, el INSP toma para ello el periodo 2007-2013
Aumentó el impacto del impuesto en el segundo año
El INSP tomó la metodología utilizada por el estudio de la UANL, financiado por la industria, que se basa en datos de ventas de la industria manufacturera, para estimar el comportamiento en el consumo tanto en 2014, como en 2015. Al igual que el estudio de la UANL, el INSP tomó como variables las tendencias en el tiempo de consumo de bebidas azucaradas, la estacionalidad y el indicador global de la actividad económica. Como se señaló anteriormente, el INSP, al incorporar las bebidas azucaradas no carbonatas a las estimaciones para 2014 realizadas por la UANL encontró que la reducción ese primer año fue de 6 por ciento. El INSP al aplicar la misma metodología de la UANL para estimar el consumo en el segundo año del impuesto, 2015, encontró una reducción aún mayor que en el primer año, una reducción del 8 por ciento en el consumo (Instituto Nacional de salud Pública. ¿Por qué no es posible concluir sobre la utilidad del impuesto a las Bebidas Azucaradas en México en 2015 usando datos directos de ventas?. INSP Blog. México, 2016).
Cambios en litros/cápita de ventas de bebidas azucaradas antes y después del impuesto (modelo estadístico)
Porcentaje de cambio respecto a 2007-2013
2014 -6%*
2015 -8%*
Modelo ajusta por tendencia de las bebidas en el tiempo (conteo de mes), estacionalidad (variables binarias para cada mes del año), Indicador Global de la Actividad Económica. *estadísticamente significativo al 1 por ciento. Replica modelo de Chapa Cantú et al. Universidad Autónoma de Nuevo León.
El INSP considera que esta metodología no es suficientemente sólida, aunque, reconoce que con ella se llega a la misma reducción en 2014 que con la metodología que aplicó el propio INSP con el CPUCN. Por lo tanto, no puede concluirse con certeza absoluta que se presentó una reducción mayor de 8 por ciento en 2015, a la de 2014, de 6 por ciento. Sin embargo, desde la Alianza por la Salud Alimentaria consideramos que es posible una reducción mayor en el segundo año ya que el propio estudio del INSP encontró una caída mayor en las compras en los hogares al final del 2014. Es decir, el efecto del impuesto fue progresando.
Datos de Euromonitor confirman una caída en consumo mayor en 2015
De acuerdo a Euromonitor, en 2014 se vendieron 18.6 mil millones de litros en México de bebidas carbonatadas y en 2015 fueron un total de 18.7 mil millones de litros. Este aumento en ventas ha sido interpretado de forma engañosa por la industria como si fuera un aumento en consumo.
El aumento fue menor al crecimiento de la población, por lo cual, el promedio de consumo por persona en 2014 fue de 134 litros, y en 2015 bajó a 132.9 litros en el año. De acuerdo a estos datos, el impuesto aumentó su impacto en el consumo durante su segundo año.
La reducción en consumo de bebidas azucaradas durante el año 2015 pudo haber sido mayor a la encontrada a partir de los datos de Euromonitor ya que se trata de datos sobre bebidas carbonatadas únicamente y no de todas las bebidas azucaradas gravadas.
Ajustando los datos, solamente por aumento de la población, se encuentra que en 2015 se reduce aún más el consumo de bebidas azucaradas que en 2014, primer año del impuesto (Cherukupalli. R. Groth rates and aggregates: brinding data to the soda wars. Lancet Global Health Blog. June 10, 2016).
La marca del financiamiento de la Big Soda
Los estudios financiados por la industria presentan las siguientes características comunes: en sus introducciones, al plantear la problemática que vive el país en salud, coinciden en 1. no hacer referencia alguna a la evidencia sobre los daños en salud del consumo de estas bebidas; 2. no consideran, en sus conclusiones, la posibilidad de aumentar el impuesto para lograr un mayor impacto y 3. reproducen el discurso de la industria de bebidas en el sentido de que todas las calorías son iguales, sin señalar la diferencia que significan las calorías en productos que provocan saciedad con las calorías en bebidas que no la provocan y ocultando el impacto metabólico mayor que presentan los azúcares añadidos en las bebidas.
Quién paga los daños
La industria ha centrado la discusión en que el impuesto no baja suficientemente el consumo, los datos demuestran lo contrario. Se oculta así la racionalidad que existe en todo impuesto especial establecido a productos y servicios que generan externalidades para el resto de la población, en este caso, altos costos en salud que están colapsando los sistemas de salud pública de diversos países y que pagamos consumidores y no consumidores con nuestros impuestos. El impuesto es imprescindible para cubrir parte de estas externalidades, además de contribuir a bajar el consumo.
El impuesto a las bebidas azucaradas en México ha demostrado ser una medida efectiva, a pesar de no haberse implementado en la magnitud recomendada de 20 por ciento o 2 pesos por litro. Falta tener resultados más precisos sobre su impacto durante el segundo año de su implementación, sin embargo, la información disponible indica que en 2015 se presentó una reducción en consumo de bebidas azucaradas mayor que durante 2014. Debe considerarse aumentar el impuesto al 20 por ciento o 2 pesos por litro y destinar la mayor parte de los recursos recaudados a la prevención de la obesidad y la diabetes, así como a fortalecer y extender el programa de introducción de bebederos escolares en todas las escuelas del país y en los espacios públicos.