Chile y México frente a la obesidad: diferencias (2 de 2)

14/06/2016 - 12:04 am
En Chile el horario de restricción en televisión para los alimentos que no cumplan con los criterios nutricionales es de 6 de la mañana a 10 de la noche, todos los días. En México, sólo están restringidos de 2:30 pm a 7:30 pm, de lunes a viernes; y de 7 am a 7 pm en fin de semana. Foto: Cuartoscuro
En Chile el horario de restricción en televisión para los alimentos que no cumplan con los criterios nutricionales es de 6 de la mañana a 10 de la noche, todos los días. En México, sólo están restringidos de 2:30 pm a 7:30 pm, de lunes a viernes; y de 7 am a 7 pm en fin de semana. Foto: Cuartoscuro

Si la influencia de la industria en México neutralizó la posibilidad de que los consumidores mexicanos pudiéramos acceder a un etiquetado en los alimentos y bebidas que nos permitiera “identificar los alimentos de alto contenido calórico y bajo valor nutricional de manera rápida y sencilla”, como lo establece la Organización Panamericana de la Salud, esta influencia fue similar en la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia.

En Chile la presión de la industria se dejó notar también. A partir de la publicación de la Ley de Alimentos en ese país (Ley 20.606) en el año 2012 tuvieron que transcurrir cuatro años para que se estableciera el reglamento con los criterios nutricionales para el etiquetado, la publicidad y los alimentos en las escuelas, así como el tipo de etiquetado frontal. La presión de la industria trasnacional, en especial, durante la administración del presidente Piñera, fue muy intensa, tratando de debilitar la iniciativa. Al final de la administración de Piñera aparece una primera versión del reglamento que es derogado, en una acción inmediata, al entrar la Ministra de Salud bajo la nueva administración de la presidenta Bachelet, por considerar que el reglamento era débil y no cumplía con el espíritu de la Ley. Como lo explica la doctora Cecilia Castillo: “El nuevo gobierno a través del Ministerio de Salud derogó este reglamento, convocando a diferentes grupos de expertos para redefinir: -los criterios técnicos para definir alimentos con alto contenido de calorías, azúcar, sodio y grasas saturadas, -la imagen que representaría este concepto y los límites de la publicidad para estos alimentos que fue complementada con una Ley posterior (Ley 20.869)”.

La influencia de la industria y cómo se ha respondido ante ella, marca una gran diferencia entre la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia en Chile y en nuestro país, diferencias profundas.

En el caso de Chile el horario de restricción en televisión para los alimentos que no cumplan con los criterios nutricionales, es decir, que sean altos en azúcar, grasas, sodio o en calorías totales y, por lo tanto, porten alguna de las etiquetas frontales, es de 6 de la mañana a 10 de la noche. La publicidad de estos productos no puede presentarse en televisión entre las 6 am y las 10 pm todos los días de la semana. La restricción es de 16 horas al día.

En el caso de México la restricción para este tipo de publicidad es de 5 horas entre semana, solamente de 2:30 pm a 7:30 pm de lunes a viernes y de 7 am a 7 pm en fin de semana. Un estudio reciente del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) informa que el horario con mayor audiencia infantil es de 8 pm a 10 pm, un horario no regulado. Por otro lado, la regulación en México excluye una serie de programas como telenovelas, series y películas para adolescentes que se transmiten dentro del horario regulado. El estudio del IFT también reporta que estos son los programas más vistos por los niños.

Por lo tanto, es clara la diferencia de la regulación de este tipo de publicidad en televisión y en cómo se protege a los niños y niñas en uno y otro país. En Chile la restricción en televisión, sin excepciones, es de 6 am a 10 pm todos los días de la semana; mientras en México es de solamente 2.30 pm a 7:30 pm entre semana y de 7 am a 7 pm en fin de semana, excluyendo telenovelas, series y películas con clasificación B. En Chile la restricción se aplica para menores de 14 años y en México para menores de 12 años; en Chile es de 16 horas al día todos los días y en México de 5 horas de lunes a viernes y de 12 horas sábado y domingo.

Además, la regulación en México sólo comprende televisión y cine, prohibiendo este tipo de publicidad en las películas calificadas para niños o para familias. La regulación no considera todos los demás medios y espacios por los que esta publicidad llega a los niños, ni tampoco las herramientas de manipulación y engaño que utilizan. Sabemos bien que la publicidad ha dejado de tener a la televisión como su principal medio.

En el caso chileno, no sólo se prohíbe la publicidad en tv, cine, radio, internet y los espacios que se dedican a los niños, se prohíbe el uso de caracteres, dibujos animados, personalidades atractivas para los niños, juguetes, regalos y cualquier tipo de herramienta utilizada para atraer la atención de los menores de 14 años para la adquisición y consumo del producto. De esta manera, se prohíbe esta publicidad en las calles cuando tenga este tipo de elementos, se prohíbe el uso de regalos, como en la cajita feliz de McDonald´s, el huevo kínder que trae un juguete dentro, entre otros casos.

La diferencia en el proceso de elaboración de estas regulaciones entre Chile y México marca de origen la efectividad de una política y el grado de protección de los derechos superiores de la infancia.

En México tenemos un etiquetado que no se entiende y que, incluso, promueve un alto consumo de azúcar. En Chile inicia un etiquetado frontal que hasta los niños lo entienden, que claramente indica, sin confusión, si un producto tiene altos contenidos de azúcares, grasas, sodio, calorías.

En México los niños no están protegidos de la publicidad de comida chatarra y bebidas azucaradas en los horarios y programas que más ven, en internet, en los espacios públicos, no están protegidos de las herramientas que los enganchan a demandar un producto como el regalito en la cajita feliz, el taso, el juguetito dentro del producto, las calcomanías, etc. En Chile la prohibición en televisión cubre todo el horario de mayor audiencia de niños, cubre el internet, la calle, los espacios dedicados a los niños, los regalos, las promociones, es decir, intenta cubrir todos los medios y herramientas utilizados por la industria para inducir a los niños y niñas al consumo de productos no saludables.

El esquema chileno no solamente trae los beneficios inherentes a un buen etiquetado frontal y una buena regulación de la publicidad dirigida a la infancia, también repercute en un ambiente más saludable en las escuelas. Como cualquier producto que tenga una etiqueta de “Alto” en azúcar, grasas, sodio o calorías no podrá entrar en las escuelas, de manera muy fácil, cualquier persona dentro de la escuela podrá constatar si se cumple la regulación revisando si el producto tiene esa etiqueta o no. Será evidente si se viola o no la regulación.

En el caso mexicano, a pesar de que desde 2010 existen lineamientos para los alimentos y bebidas y que desde 2014 ya son obligatorios, la mayoría de las escuelas no cumplen con ellos y los maestros y padres de familia los desconocen.

El problema de origen que enfrenta la política mexicana frente a la obesidad está en el no haber diseñado medidas tan fundamentales, como el etiquetado frontal y la regulación de la publicidad dirigida a la infancia de alimentos y bebidas, en base a la evidencia científica, a la evaluación directa con los consumidores mexicanos.

En todas las recomendaciones internacionales de políticas en materia de salud pública se establece que éstas deben realizarse libres de conflicto de interés, es decir, sin la intervención de actores que tienen otros intereses, en este caso, de la propia industria de alimentos y bebidas que será regulada. Pero en México, no salimos de esta situación de conflicto de interés: no sólo la industria participó directamente del diseño del etiquetado y la regulación de la publicidad, la industria está también sentada a la mesa del organismo que creó la Secretaría de Salud para evaluar las políticas desarrolladas para prevenir el sobrepeso, la obesidad y la diabetes, el Observatorio Mexicano de las Enfermedades no Transmisibles.

Llama la atención que se tenga en la mesa, en las que se evaluaran las políticas contra la obesidad, a las asociaciones empresariales que se opusieron intensamente a que se regularan los alimentos y bebidas en las escuelas, que se han opuesto a que se difundan las recomendaciones sobre bebidas para la población mexicana que la propia Secretaría de Salud tiene elaboradas desde 2008, que se negaron a un etiquetado frontal verdaderamente útil para los consumidores, etc, etc.

En Chile, la presión de la industria fue muy dura, de hecho el etiquetado original en vez de decir “Alto en azúcares”, decía “Exceso en azúcares”. El término “Exceso” había demostrado ser mucho más claro que “Alto” para indicar que un producto contenía demasiada azúcar, sodio, grasas y/o calorías. Esto lo supo la industria y presionó para cambiar de “Exceso” a “Alto”, al tiempo que logró que los criterios nutricionales no se establecieran de golpe sino gradualmente en un periodo de cuatro años, es decir, el primer año los niveles de azúcar, grasas, sodio y calorías son más altos, más permisivos, para llevar el sello de “Alto”, y en los tres años posteriores los criterios se irán volviendo más estrictos. Sin embargo, dada la solidez del proceso de diseño, estas regulaciones avanzan en Chile dirigidas a prevenir las enfermedades ligadas al consumo de productos chatarra y bebidas azucaradas.

Donde el gobierno mexicano dio un paso importante fue en imponer un impuesto a las bebidas azucaradas de 1 peso por litro, aproximadamente un 10 por ciento del valor. Esta medida mostró resultados en 2014 con una reducción promedio de 6 por ciento en el consumo, pero con efecto directo en la población más vulnerable donde la reducción fue del 9 por ciento. Además, dos evaluaciones recientes indican que en el 2015 se redujo el consumo de bebidas azucaradas más que en 2014.

La diferencia en el comportamiento del consumo de bebidas azucaradas entre México y Chile es claro. En Chile ha seguido aumentando y en México ha bajado a partir del impuesto y de las campañas que desde la sociedad civil se han realizado. La reducción en el consumo que se observa en México en 2014 y 2015, es una prueba de la importancia de aplicar estas medidas fiscales bajo las recomendaciones internacionales de expertos y organismos independientes.

En Chile se estableció un impuesto de 5 por ciento a las bebidas azucaradas, un impuesto muy por debajo del límite que los estudios han indicado puede provocar la reducción en el consumo. El resultado está ahí, el consumo ha seguido aumentando en Chile. En México, se estableció el impuesto de 1 peso por litro, alrededor de 10 por ciento del valor, en el límite de lo que se consideraba tendría un efecto de reducción en el consumo, pero bastante por debajo del recomendado 20 por ciento. El consumo bajó en México y podría bajar más si se aumenta el impuesto a un 20 por ciento del valor, como se recomendó desde un principio.

Chile debe aprender de México en materia del impuesto a las bebidas azucaradas y México de Chile en materia de etiquetado frontal y regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ninguna medida por si sola logrará frenar la epidemia de sobrepeso, obesidad y diabetes. México debe acompañar las medidas fiscales de un etiquetado frontal de advertencia que sea sencillo de entender; de una prohibición efectiva de la publicidad de alimentos y bebidas no saludables dirigida a la infancia y de la salida de estos productos de las escuelas; de acceso gratuito a agua de calidad para beber en las escuelas y espacios públicos, y de una política agrícola sustentable que garantice el abasto y acceso a alimentos saludables.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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