Nancy Pérez / Sin Fronteras
17/03/2016 - 12:01 am
Migrar no es un delito, migrar es un derecho
México está obligado a abordar el tema de las migraciones desde una visión integral, que supere mirar sólo desde una visión de seguridad nacional, ya que de lo contrario, se estarán atacando en el mejor de los casos, ciertos efectos y no atendiendo de manera estratégica las causas y previniendo sus posibles efectos negativos en cualquiera de sus cuatro dimensiones.
México es clave en el tema migratorio por su posición geopolítica. En el país se conjugan las cuatro dimensiones de la migración, somos un país de origen, tránsito, destino y retorno de personas migrantes. Como lugar de origen, nos posicionamos dentro de los principales lugares a nivel mundial (se calcula que cerca de 12 millones de personas mexicanas se encuentran establecidas en Estados Unidos).
Como lugar de destino, la situación es modesta, pocas personas migrantes eligen a México como su lugar de residencia, menos del 1 por ciento de la población del país es extranjera.
Como lugar de retorno, en los últimos años hemos visto incrementarse el número de repatriaciones de connacionales desde Estados Unidos según datos del INM; 400 mil personas mexicanas anualmente (aunque se habla de una disminución para 2015), con todos los retos de reinserción social que significa y que están poniendo a prueba la capacidad de las comunidades y sistemas públicos como el de educación.
Como lugar de tránsito, México-Estados Unidos constituye el principal corredor migratorio del mundo (migrantes indocumentados con destino hacia los Estado Unidos, originarios principalmente de Centroamérica). En 2014 hubo un total de 127 mil 149 eventos de detención (incremento del 47 por ciento), el 18 por ciento eran menores de edad (23 mil 096), de los cuales 10 milo 943 eran no acompañados.
Bajo este contexto México está obligado a abordar el tema de las migraciones desde una visión integral, que supere mirar sólo desde una visión de seguridad nacional, ya que de lo contrario, se estarán atacando en el mejor de los casos, ciertos efectos y no atendiendo de manera estratégica las causas y previniendo sus posibles efectos negativos en cualquiera de sus cuatro dimensiones.
Es importante aclarar que estamos hablando de migración forzada de poblaciones que no cuentan con posibilidades de desarrollo digno en sus lugares de origen o que su vida corre peligro y tienen que salir huyendo de sus países. Población vinculada a la situación de pobreza y desigualdad social.
Dicho lo anterior, la migración de esta población es una expresión más de la desigualdad y dado que sus causas pueden ser múltiples, así de múltiples deben ser las respuestas de su atención, siendo un eje transversal para su abordaje el desarrollo social y los derechos humanos.
En el caso particular de nuestra Ciudad, están presentes dignos representativos de al menos 40 comunidades de distinto origen nacional, tales como la comunidad libanesa, israelita, palestina, armenia, iraní, china, española, sudamericana y centroamericana, entre otros. Y, existen alrededor de 900 mil personas originarias de la ciudad de México que emigraron a otros países, principalmente a los Estados Unidos y Canadá.
En la Ciudad de México se promulgó en 2011 la Ley de Interculturalidad, Atención a Migrantes y movilidad Humana en el Distrito Federal y su Reglamento, cuyo objetivo es regular la hospitalidad y propiciar la interculturalidad, así como salvaguardar los derechos derivados del proceso de movilidad humana, entendiendo éste como el ejercicio del derecho humano de toda persona a migrar, incluyendo acciones encaminadas a la disminución de la desigualdad, inequidad y discriminación, reconociendo que ningún ser humano puede ser ilegal por su condición migratoria.
Se creó la Comisión de Interculturalidad y Movilidad Humana del Distrito Federal, liderada por SEDEREC, pero conformado por la Consejera Jurídica; la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal; el Instituto de las Mujeres; la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal; el Mecanismo de Seguimiento y Evaluación del Programa de Derechos Humanos del DF; otras nueve secretarías del GDF, las 16 Jefaturas Delegacionales y con participación de organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil. La cual se convierte en un espacio de trabajo interinstitucional e intersectorial que pudiera – de haber voluntad política – atender los retos en materia de movilidad humana que presenta el Distrito Federal y ser un ejemplo del trasto en la materia a nivel nacional.
El pasado 21 de enero de 2015 se publicó en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el “Programa Sectorial de Hospitalidad, Interculturalidad, Atención a Migrantes y Movilidad Humana para el Distrito Federal 2013-2018”, el cual, se instala como un mecanismo de planeación, seguimiento y evaluación que puede ayudar a incorporar de manera transversal, intersectorial e integral los objetivos, estrategias, líneas de acción, metas y recursos necesarios en la materia, sentándolas bases de una adecuada y congruente coordinación interinstitucional.
El desarrollo e implementación de estos mecanismos, requiere a su vez de cambios o adaptaciones a diferentes escalas: a nivel estructural, a través de la política pública y marcos normativos, a nivel institucional a través de programas y sus respectivas regulaciones, así como a nivel de prácticas, en los valores y creencias que prevalecen en las acciones de los miembros de una sociedad. Todo esto en su conjunto, facilita un proceso integración y promueve la inclusión social de forma igualitaria y sin restricciones de la sociedad, que apoya a las personas a convertirse en ciudadanos activos de la vida económica, social y cultural de su comunidad.
La Ciudad de México tiene un marco normativo y programático, que pudiera ser, incluso más avanzado que su similar a nivel federal, del cual puede partirse, sin dejar de considerar que éste puede ser perfectible, ya que por ejemplo, no entró a la discusión de reconocer los derechos políticos y NO PODEMOS hablar de inclusión de las poblaciones migrantes si no hay condiciones de igualdad a la vida social, económica, política y cultural en las comunidades de acogida.
Si bien en la Ciudad se ha trabajado en la construcción de una capital social avocada al apoyo y protección de diferentes grupos en situación de vulnerabilidad, a través, de programas sociales y ambientales vanguardistas. Es necesario señalar que, los pasos han sido muy lentos y por momento ha parecido que se dan pasos en retroceso, lo cual no puede permitirse. El gobierno del Distrito Federal tiene la oportunidad de dar un trato distinto al tema migratorio, esperemos que el gobierno reflexione y sobre todo vea la gran oportunidad que tiene en este tema y la gran deuda que hay con esta población.
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