Por Liliana Ruiz
En un mundo ideal no habría injusticias ni impunidad. Tampoco habría malos manejos con los recursos públicos, ni abusos. En este lugar –que nos gustaría habitar- los resultados de la auditoría serían vistos como una guía para mejorar el trabajo de los entes públicos, de los programas presupuestarios y del gobierno en general. La auditoría y su trabajo serían un complemento para mejorar, para corregir las políticas públicas y lograr mayor bienestar de la población. Queda clarísimo que este mundo no es México. Entonces, los mexicanos nos desesperamos, quisiéramos que las cosas fueran diferentes. Estamos enojados y es entendible. Quizás ahora con la creación del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) y las leyes secundarias, estamos en un momento histórico para ir cambiando. Es tiempo ya. Ojalá así suceda.
La Auditoría Superior de la Federación (ASF) presentó, hace unos días, su informe de revisión de la cuenta pública 2014 y en él se menciona un punto que llamó mi atención: el objetivo de la auditoría no solo es sancionar y castigar. La ASF busca prevenir y corregir también.
Efectivamente no todo puede ser un castigo. La ASF tiene razón, es verdad lo que dice. Lo que pasa es que en nuestro país estamos tan cansados de la falta de sanciones a los malos manejos y las conductas irregulares y recurrentes, que pedimos a gritos que alguien haga algo. Incluso demandamos sanciones a las instituciones que no tienen la atribución legal de realizarlas.
Otro gran tema del informe son los 11 riesgos clave que la ASF detectó. Estos son problemas que se repiten año con año y que, si ahora no afectan la operación y ejecución de los programas públicos, lo llegaran a hacer en el futuro si no se resuelven. Es solo cuestión de tiempo.
Los riesgos son: 1) falta de información clara sobre los beneficiarios de los programas sociales. Es muy probable que personas que ya fallecieron continúan recibiendo subsidios públicos, entre otros problemas, 2) la forma en la que se revela la información sobre pasivos y gastos, como pensiones, deuda contingente y fideicomisos, todavía se hace con mucha opacidad. No se desagrega adecuadamente; 3) la participación ciudadana todavía no se integra de forma efectiva para mejorar los programas públicos; 4) las adquisiciones y contrataciones no garantizan las mejores condiciones para el estado. El gobierno paga sobre-precios, etc.; 5) las obras públicas, incumplen tiempos, montos, calidad, o de plano se pagan servicios que no fueron realizados; 6) la existencia de intermediarios en la ejecución del gasto público; 7) los subejercicios presupuestarios, se aprueba el dinero pero no se gasta y entonces se incumplen las metas y los programas; 8) débil incorporación de tecnologías de la información y comunicación; 9) los programas públicos se duplican y no hay una buena coordinación. Esto provoca uso ineficiente de los recursos públicos; 10) los servicios administrados por particulares no se libran de malos manejos tampoco: y 11) el diseño de las políticas públicas en muchos casos no es bueno.
Por último, no se puede dejar de mencionar al gasto federalizado, es decir, todos los recursos que la federación envía a los estados y municipios. Aquí las irregularidades detectadas por la ASF son: numerosas y recurrentes. Año con año es lo mismo. En los fondos que se van a los estados, hay falta de documentación comprobatoria del gasto; pagos en exceso o improcedentes; transferencias de recursos a cuentas bancarias diferentes de las del fondo; recursos ejercidos que no cumplen con los objetivos del fondo o programa; entre otros. Y el tema del reintegro a la Tesorería de la Federación de los recursos que no se gastaron en el año, es todo un tema. Pues a pesar de que la ley indica que los recursos que no se gasten al 31 de diciembre, deben devolverse a la TESOFE, esto no sucede.
El Sistema Nacional Anticorrupción no puede excluir estas recurrencias detectadas año con año. Al contrario, debe incluirlas para solucionarlas. En no pocos casos el incumplimiento a la ley es la norma natural y repetida. El SNA es bastante complejo pero los resultados de la ASF definitivamente representan insumos importantes si lo que se quiere es disminuir la impunidad y evitar su ocurrencia. Los resultados de la revisión de la cuenta pública son oro molido y no considerarlos sería como vivir en el mundo que Saramago describe en su ensayo sobre la ceguera.