El México jacobino

17/02/2016 - 12:02 am
¿Está mal que Francisco haya ido a Palacio Nacional? No, en la medida que es jefe de un Estado y también se ha recibido a dignatarios de otras religiones. Malo que hubiera oficiado misa ahí. Foto: Cuartoscuro.
¿Está mal que Francisco haya ido a Palacio Nacional? No, en la medida que es jefe de un Estado y también se ha recibido a dignatarios de otras religiones. Malo que hubiera oficiado misa ahí. Foto: Cuartoscuro.

Por más deseable que sea, es imposible separar la política de la religión cuando se habla de asuntos públicos. Desde que existe la civilización los credos son centrales para la cohesión social. El laicismo, las libertades públicas y la separación del Estado de los cultos son fenómenos recientes, producto de siglos de luchas y todavía no se alcanza este estado en buena parte del mundo.

En particular la Iglesia católica no sólo ha jugado ese papel sino fue creada como el brazo religioso del Imperio Romano a partir de distintas comunidades cristianas que tenían sus propios ritos e incluso libros. El Credo de Nicea, que todavía se declama en las misas, es en realidad el primer manifiesto político que se conserva, donde se define qué es canónico y qué no de los distintos cultos que existían hasta el siglo IV.

La Iglesia también se ha comportado como actor político a lo largo de los siglos, independientemente de la fe que tengan sus feligreses. Desde medios de control social como la Inquisición hasta el hecho de que existía hasta el siglo XIX un territorio que gobernaba el Papa, es difícil entender que esta institución haya sobrevivido tantos siglos sin haber actuado como un agente político. En ese carácter también tiene problemas y escándalos como la pederastia y la corrupción en el Banco Amborsiano que, se especula, hasta le costó la vida a Juan Pablo I. Incluso hoy la iglesia tiene sus intereses y políticas basadas en preceptos religiosos, que son impulsadas por partidos que profesan esa fe.

¿Dónde está comienza la fe y termina el laicismo? Cada país ha desarrollado sus maneras de convivir con el culto organizado, pero hay dos entendidos. El primero, la fe o falta de la misma es cuestión individual y no debe imponer sus creencias a otros. Y el segundo, se rompe el laicismo cuando la religión impone sus leyes a una comunidad como hacen muchos estados islámicos al hacer de la shaira la norma generalizada.

Al contrario el jacobinismo, entendido como un anticlericalismo militante, tiene poca relación con el laicismo. Lamentablemente esa actitud chauvinista permeó muchas de las notas en torno a la visita de Francisco a México. Y esta actitud es tan intolerante como lo fue en su momento la iglesia hasta el siglo XIX.

El jacobinismo es parte de la mentalidad defensiva en la que se basó el discurso de identidad que promovió el nacionalismo revolucionario. En lugar de abrirnos al mundo, se nos enseñó que los españoles violaron a nuestros ancestros, los estadounidenses nos quitaron la mitad del territorio y los liberales eran anticlericales. Incluso hay políticos que confunden el juarismo con la aversión a la iglesia.

En realidad todos los liberales del siglo XIX, salvo Ignacio Ramírez, eran católicos practicantes. Hasta Juárez iba a misa diario. La lucha fue en realidad separar a la iglesia del Estado y en particular el tema de la amortización de los bienes eclesiales. Hubo algunos arranques jacobinos en varios estados, pero quien diga que un juarista odia al clero es caer en un equívoco.

Por otra parte aunque el PRI fue fundado por algunos anticlericales rabiosos entre los que se encontraba Plutarco Elías Calles, por décadas el régimen entró en un sistema de doble discurso y simulación con la Iglesia. No fue hasta 1992 cuando se comenzó a hablar claro con el restablecimiento de relaciones con el Vaticano. Pero aun así seguimos entrampados en la indignación selectiva.

¿Está mal que Francisco haya ido a Palacio Nacional? No, en la medida que es jefe de un Estado y también se ha recibido a dignatarios de otras religiones. Malo que hubiera oficiado misa ahí.

¿Es inaceptable que políticos asistan a misa? Lo sería si siguiesen órdenes de la grey. Si son personas inconsistentes con la religión o no, es cosa de la feligresía: al ciudadano le corresponde evaluar, premiar o castigar por motivos distintos a la fe o beatitud. A propósito, es curioso que quienes más se escandalizan por las fotos de Peña Nieto comulgando ignoran benévolamente las fotos de López Obrador en Roma con Francisco. Eso tiene nombre: indignación selectiva. Es natural que todos los políticos hayan aprovechado la visita para tomarse una foto y ganar algo de popularidad. Señalemos las incongruencias que sean ajenas a los credos.

¿Es inaceptable que se hayan afectado vialidades por la visita del obispo de Roma? Se afectan vialidades por cualquier otra situación, comenzando por el derecho a manifestarse.

¿Debemos saber cuánto se gastó en esta visita? Desde luego. Y exijámoslo. Sería también saludable que la iglesia comenzara a transparentarse financieramente, pues vive de los recursos de su feligresía.

La religiosidad o su ausencia es cuestión de cada quien. Sin embargo si algo me gustó del discurso de Francisco es señalar que la solución a los problemas no depende sólo del gobierno o la grey, sino de los individuos. Puede haber ciudadanos que no sean católicos, pero estaría mal que un católico no actúa como ciudadano. O como dijo el propio Jesús de Nazaret: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Fernando Dworak
Licenciado en Ciencia política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y maestro en Estudios legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (FCE, 2003) y coautor con Xiuh Tenorio de Modernidad Vs. Retraso. Rezago de una Asamblea Legislativa en una ciudad de vanguardia (Polithink / 2 Tipos Móviles). Ha dictado cátedra en diversas instituciones académicas nacionales. Desde 2009 es coordinador académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM.
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