Author image

Antonio Salgado Borge

25/12/2015 - 12:00 am

2015: fracaso ético

Este proceso de autoexamen no se limita, desde luego, a la vida personal de los individuos. Las sociedades también aprovechan el cambio de año para sacar conclusiones de lo que fue y proyectarse hacia lo que será. El problema es que los parámetros para realizar estas evaluaciones suelen ser mucho menos fáciles de definir que las monológicas y arbitrarias metas personales.

Sin duda hubieron buenas noticias. Tres de ellas vinieron de la SCJN, que como es bien sabido dio su aval a los matrimonios entre personas del mismo sexo y al cultivo de marihuana para el autoconsumo de cuatro ciudadanos. Foto: Cuartoscuro
Sin duda hubieron buenas noticias. Tres de ellas vinieron de la SCJN, que como es bien sabido dio su aval a los matrimonios entre personas del mismo sexo y al cultivo de marihuana para el autoconsumo de cuatro ciudadanos. Foto: Cuartoscuro

La última semana del año es siempre un momento propicio para evaluar lo que se quedará en el pasado y para enlistar lo que esperamos del futuro. Hay quienes aprovechan estos días para hacer un corte de caja que les permita saber si el año que termina fue bueno o malo. Otros, formulan deseos y empeñan su palabra con miras al que viene.

Este proceso de autoexamen no se limita, desde luego, a la vida personal de los individuos. Las sociedades también aprovechan el cambio de año para sacar conclusiones de lo que fue y proyectarse hacia lo que será. El problema es que los parámetros para realizar estas evaluaciones suelen ser mucho menos fáciles de definir que las monológicas y arbitrarias metas personales.

Así, la Presidencia de la República puede hablar de un gran triunfo nacional con base en el número de televisiones que ha entregado o de maestros que ha evaluado, mientras que una organización dedicada a la defensa de derechos humanos puede hablar de un fracaso monumental respaldada por el aumento en los casos de tortura o atentados contra la prensa.

Me parece que uno de los mejores parámetros para medir la evolución de nuestra sociedad es evaluando qué tanto ha cumplido ésta con sus funciones principales, y que un excelente parámetro para ello lo ofrece el concepto de progreso ético desarrollado por el filósofo estadounidense Philip Kitcher. De acuerdo con este concepto, que ha sido abordado antes en este mismo espacio, la humanidad constituye un gran proyecto, el proyecto ético, que consiste en la forma en que nos la vamos ingeniando para resolver nuestros conflictos y vivir en comunidad.

Según Kitcher, un pragmático naturalista de la Universidad de Columbia, el proyecto ético de la humanidad es, desde sus orígenes, prominentemente igualitario; es decir, el objetivo inicial de los seres humanos era generar acuerdos para igualar las posibilidades de vida todos los integrantes de su comunidad.

Una de las grandes ventajas de este proyecto es que no incluye recetarios para la vida buena ni metas salidas del más allá. Los objetivos específicos del proyecto ético son contingentes -dependen de las condiciones de cada sociedad- y pueden ser actualizados dependiendo de las circunstancias cambiantes. Una pregunta brinca enseguida: ¿cómo saber entonces si vamos mejorando o empeorando? La respuesta Kitcher es que su idea de un progreso está basada en un consecuentalismo dinámico; es decir, vamos preservando lo que nos genera consecuencias positivas.

El naturalismo pragmático no es conservador. Por el contrario, claramente establece que un mundo cuenta como bueno en la medida en que actualizarlo nos lleva a una utopía. Otro de sus grandes méritos es que fija dos condiciones principales que vuelven concreta su utopía: 1) Los individuos empiezan su vida en un estado de igualdad material en el que deben tener garantizado el cumplimiento de las necesidades básicas. Éstas deben ser cubiertas antes de la selección de proyecto de vida sea una posibilidad seria. 2) La igualdad debe ser preservada para que los individuos no se vean obligados por la necesidad a perseguir un proyecto de vida particular. ¿Qué tanto y en qué sentido se movió el proyecto ético en nuestro país durante el último año?

Sin duda hubieron buenas noticias. Tres de ellas vinieron de la SCJN, que como es bien sabido dio su aval a los matrimonios entre personas del mismo sexo y al cultivo de marihuana para el autoconsumo de cuatro ciudadanos. La corte también dio el triunfo temporal a organizaciones de la sociedad civil –especialmente la yucateca Indignación- que buscaban proteger a campesinos mayas de las prácticas de la transnacional Monsanto. También hubieron importantes triunfos ciudadanos que evitaron que obras que beneficiarían a unos cuantos y lastimarían a muchos: Oaxaca y Chapultepec son dos ejemplos de ello. Este tipo de noticias –afortunadamente no son casos aislados- contribuyen a movernos hacia un estado de cosas más igualitario. Preservar su sentido será un importante criterio para tomarlas como punto de partida desde el cual medir nuestro movimiento en 2016.

Sin embargo, esta dista mucho de ser la tónica general del estado de cosas en nuestro país. En realidad, no se puede decir que el México de principios de 2016 sea un lugar más igualitario que el de inicios de 2015; si algo sobra son pruebas de lo opuesto. La corrupción sin freno y un sistema de corte extractivo continúan incrementando la brecha entre los que más tienen y el resto de la población -el reporte elaborado por Gerardo Esquivel para Oxfam es una inmejorable prueba de ello-. Los salarios reales siguen en picada, en un buen número de estados la libertad de expresión es un bien cada vez más escaso y la violencia prolifera lo mismo en escuelas que en la calle afectando sobre todo a los más pobres.

En México hay un grupo conformado por personas que cada vez se la pasan peor y tienen poco que celebrar. Ser pobre en Guerrero, jornalero en Baja California o minero en Coahuila sigue es cada vez una condena más segura. En sus narices, otro grupo de personas –por ejemplo, los beneficiarios de la reforma energética o de la construcción del nuevo AICM- viven en una realidad paralela en la que seguramente 2015 será recordado como un gran año.

Dado que durante los últimos 12 meses disminuyó el estado de igualdad material en el que los mexicanos deberían empezar sus vidas y que cada vez más personas se ven forzadas a perseguir proyectos de vida que de otra forma no hubieran elegido, no nos queda más que admitir que 2015 fue un año de fracaso para nuestro proyecto ético.

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas