La foto de la brutal humillación que sufre un indigente por parte de una funcionaria pública, un restaurantero, un funcionario universitario y otro grupo de personas que se divierten a su costa, sujetándolo del cuello por un lazo, me recuerda, en su extrema crueldad, algunas de las escenas más fuertes y grotescas del cine nacional que recorrieron el mundo. Se trata de las imágenes de la película Los Olvidados de Luis Buñuel, nombrada “Memoria del Mundo” por la UNESCO. En ellas, el Jaibo y sus compañeros se divierten agrediendo, humillando, a un hombre que sin piernas se desplaza en un carro de baleros, y a otro hombre viejo e invidente.
La imagen de hace unos días tomada en una de las calles céntricas de Ensenada contrasta con la de ese barrio marginal de Los Olvidados. La película muestra la degradación y la miseria social en la que viven un grupo de jóvenes, un mundo deteriorado donde la figura paterna está ausente, donde las condiciones de vida son extremas, un mundo donde los jóvenes son víctimas de una sociedad que los convierte en individuos violentos, en victimarios. Luis Buñuel “explica” estos actos desde los asesinatos hasta la humillación contra el lisiado y el invidente por esa crueldad social en la que viven el Jaibo y sus compañeros. ¿Qué explica la crueldad de estos funcionarios y empresarios sobre un hombre indigente en Ensenada?
En Ensenada no se trata de un barrio marginal, los hechos ocurren en una calle céntrica y turística, no se trata de jóvenes viviendo en la miseria, son adultos económicamente favorecidos, un propietario de un restaurant, una funcionaria pública y un funcionario universitario. El objeto de la burla y la violencia es una persona similar a la tomada como objeto de humillación por los jóvenes de Los Olvidados, una persona en la miseria y con discapacidades. En Los Olvidados se nota una carga de violencia contenida que se transforma en violencia física; en Ensenada es una violencia denigratoria, clasista, racista, mirreysista, como máxima expresión del bulliyng nacional.
El hombre tiene la vista baja, va sin camisa, su torso está desnudo y su pantalón está sujeto por una cuerda, por zapato lleva unas bolsas de plástico. Lo rodean los hombres y mujeres bien vestidos, mujeres seguramente perfumadas, hombres y mujeres con “ropa de marca”, todos ríen y se regocijan de la condición de indigencia del hombre a la que suman la humillación de la cual lo vuelven objeto. ¿Qué significa sujetar a otro hombre a través de una cuerda amarrada al cuello?. Curiosamente, la imagen de Los Olvidados, reproducida más abajo, muestra al Jaibo sujetando por la corbata, sometiendo, al hombre invalido. Las imágenes tienen varias semejanzas.
Octavio Paz escribió sobre Los Olvidados, esa película que recibió en Cannes el reconocimiento a la mejor dirección y el nombramiento de “Memoria del Mundo” por la UNESCO: “el peso de la realidad que nos muestra es de tal modo atroz, que acaba por parecernos imposible, insoportable”. La imagen sola de Ensenada lleva a ese pensamiento de Paz: insorportable, como tantas cosas en nuestro país. Paz habla de Los Olvidados, toda una película, aquí hablamos solamente de un hecho, de una imagen, que es similarmente insoportable.
Sabemos lo insorportable que son las otras imágenes, las del crimen organizado, las de la represión, las que genera la ausencia de Estado. De lo que aquí hablamos es de este otro aspecto, también relacionado: del deterioro cultural, del clasismo, del racismo, del bullying como práctica nacional y, en especial, de esa condición que Ricardo Raphael ha bautizado como mireyismo: esa aspiración a distinguirse, a ponerse por encima del otro, al ostentamiento, al lucirse sobre la miseria de los otros. En los juicios comunes que comparte gran parte de la clase opulenta o que aspira a ser identificada como tal, las referencias a los otros que no ocupan su escala social o su color racial, suelen ser humillantes. Y esta situación se ha agudizado en las nuevas generaciones que suelen vivir en una esfera social bien resguardada. En este sentido, ¿no tiene un carácter de humillación los videos de los jóvenes graduados del Instituto Cumbres en un país sumido en la miseria como el nuestro?.
¿Cómo puede un grupo de personas que no pertenecen a una secta racistas o clasista coincidir en un acto como este, si no es porque esta ideología clasista y racista es común a ellos? ¿Cuántas personas en nuestro país no harían lo mismo si no los detuviera el juicio de los otros: divertirse a costa de los miserables? ¿Qué tan interiorizada está esta cultura del bullying en nuestro país donde el juego y la diversión machista se sustentan principalmente en el burlarse del otro, reírse a partir del otro, donde el malinchismo parece crecer en un sector social?
La funcionaria pública que fue identificada en la foto, ya renunció, tenía el cargo nada menos de defensora pública del Estado de Baja California. En su cuenta de Twitter escribió que ella no posó para la foto, que solamente voltio cuando alguien grito “foto”. Por su oficio debería haber sido la primera persona en reaccionar para impedir ese acto de denigración. Otro de los presentes que se divierte con la burla y humillación del indigente era director académico de la Universidad de Xochicalco, ya también renunció. No se trata del Jairo de Luis Buñuel, un joven sufriendo la violencia de la marginación, exconvicto, se trata de quien era director académico de una institución supuestamente de educación superior. Ambos han sido obligados a renunciar de sus cargos. Sin embargo, el individuo que sujeta al indigente es dueño de un restaurante, ¿será sancionado? Y más allá de renuncias y sanciones a estos personajes, la actitud está ahí, como un producto “cultural” de un sector de la sociedad.
¿Dónde están los valores de la empatía en nuestra sociedad mexicana?, ¿En el Teletón que vuelve show las deficiencias y no dignifica a las personas?. ¿De dónde sale este esperpento social?, ¿no tiene que ver esto con los modelos creados y exaltados por las televisoras y la publicidad?, ¿no tiene que ver con los gobernantes que nunca muestran valores éticos y viven en la ostenctación propia y de sus familias?, ¿cómo se han referidos los hijos e hijas de tantos políticos y empresarios a los indígenas del país, a la gente humilde? La propia filantropía, más allá de su limitación caritativa, no es la expresión de una moral o empatía, es la del marketing social para las empresas y del marketing político para los políticos, es parte del espectáculo para afianzarse en su condición de poder.
El bullying en México es parte de una cultura machista que se encuentra ligada al clasismo, al racismo, a la apariencia del otro, al lograr “ser” a partir de denigrar “el ser del otro”. Ensenada muestra el bullying de los “privilegiados”, Los Olvidados muestra la violencia generada por una realidad social que somete, segrega y hunde en la miseria.
Tenemos una gran necesidad de líderes éticos en nuestro país, de un Mujica o, incluso de un Obama en todas sus limitaciones. En los días que veo esta imagen de Ensenada y vuelvo a las de Los Olvidados, encuentro el largo discurso de Obama en los funerales de las personas de color asesinadas por un racista en una iglesia metodista de Carolina del Sur. A pesar de la limitación que en su discurso tiene cuando habla de los derechos igualitarios de todos los niños sin importar su raza, nombre y procedencia, al no incluir la nacionalidad, su discurso tiene calidad moral, más allá de lo que podamos juzgar de los actos de ese imperio.
La ceremonia termina con Obama cantando Amazing Grace, un poema capturado y sublimado por los cantos espirituales negros. Como Mujica, Obama con sus limitaciones al frente del imperio estadounidense, habla de la empatía, de la ética, de la moral.
Aquí en México, el presidente no se acerca a los padres de los jóvenes desaparecidos, no se acerca a las víctimas, no tiene palabras que salgan de su corazón, no muestra empatía. El poder está aislado y sometido a sus propios intereses, a su propia lógica fría y calculadora del bien privado.
Se necesitan estas voces en nuestro país para devolvernos ese mirar al otro.