Ramiro Padilla Atondo
28/07/2015 - 12:00 am
Indignación selectiva
Las redes sociales como recurso de experimentación social, prueba sus alcances de manera fidedigna. Del pueblo chico infierno grande, a la foto comprometedora, infierno en el Twitter o Facebook. La perplejidad que deja de ser la constante para convertirse en un espectáculo circense, con un dedo virtual acusador. Y sería divertido de no ser porque […]
Las redes sociales como recurso de experimentación social, prueba sus alcances de manera fidedigna. Del pueblo chico infierno grande, a la foto comprometedora, infierno en el Twitter o Facebook.
La perplejidad que deja de ser la constante para convertirse en un espectáculo circense, con un dedo virtual acusador. Y sería divertido de no ser porque estos infiernitos son como los galones de leche de la distribuidora de barrio allá en los ochenta, tienen fecha de caducidad en dos días.
La comunidad virtual se presenta como una nueva casta de fariseos, doctores en la ley, que prestos a emitir su juicio crucifican a quien se atraviese por el puro placer de mirar caer a alguien, con ese placer morboso que les permite decir que están del lado correcto al emitir una opinión.
Pero, ¿por qué ser tan selectivos? Porque a este nuevo tipo de indignados virtuales les molestan los asuntos veniales, más no los importantes. ¿Quién recuerda el caso de la tienda de mascotas? Eso sucedió hace pocas semanas. Hoy nadie se acuerda. La información venial como modo de vida.
Discutamos las pavadas. Un cavernícola convertido en director técnico de la selección es el tema del día. Que el peso esté llegando a la mayoría de edad gracias al pésimo manejo del gobierno no.
Es que la economía poco tiene que ver con las pasiones ¿cierto? Igual y en la otra vida los políticos corruptos tendrán su castigo.
Nuestro bolsillo, la violencia, la muerte de niños a manos del ejército son temas que no nos gustan demasiado. El nuevo indignado selectivo tiene el trasero tan grande como un avestruz, e imita lo que éste hace cuando se ve en una situación de peligro. Esconde la cabeza en la computadora dejando el resto del cuerpo expuesto.
Que el futuro no lo alcanzará. Ya solo falta que se cree un tipo de marcha virtual, donde uno pueda manifestarse sin salir de casa. Una comunidad que marche desde sus computadoras hasta los principales sitios para mostrar que tan revolucionario se es.
La búsqueda del aplauso virtual se ha convertido en una nueva forma de vida, grandes masas de solitarios haciendo causa común.
Y esta indignación que se ha convertido en un ente en sí, buscando temas que pudiesen parecer controversiales, para descargar todo el peso de su aburrición de una, para hacer conversación:
—¿Miraste a los tipos tomándose una foto con el indigente?
—¡No mames weeeey! ¡cárcel para esos idioootas!
Ya solo falta escuchar una voz robotizada en off diciendo: your conscience has been updated.
La indignación selectiva habla de un mal social más grave. El de los hombres- masa con aparatos electrónicos de última generación, que creen que salvan el mundo firmando peticiones.
Mientras algo huele a podrido en Dinamarca, la casta política más corrupta de la historia desmantela el país, y nosotros enfocamos nuestras energías en un circo virtual de varias pistas.
La Rosa de Guadalupe pasó a las redes sociales, y nadie se dio cuenta.
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