En América Latina se libra una batalla por la salud entre las grandes corporaciones de la chatarra y quienes promueven políticas contra la epidemia de sobrepeso y obesidad. En esta batalla México se ha puesto del lado de las grandes corporaciones de alimentos y bebidas. México se ha sumado a Coca Cola, Nestlé, Mars y a otras seis naciones para combatir, a través del Comité de Obstáculos Técnicos al Comercio de la Organización Mundial de Comercio, el reglamento que llevó cerca de 5 años construir en Chile para el etiquetado de alimentos y bebidas. México se opone a algo tan elemental: que los consumidores tengan una información mínima, sencilla y útil para poder elegir alimentos y bebidas más saludables. Pero en el mundo dominado por las grandes corporaciones de la chatarra, ésta es una verdad que no debe revelarse, no debe permitirse al consumidor tener esta información.
Chile sufre una tragedia similar a la mexicana en materia de sobrepeso y obesidad, de hecho, de acuerdo a un documento reciente de la OCDE, los chilenos presentan una prevalencia mayor de sobrepeso que los mexicanos, a la vez que están entre los mayores consumidores de bebidas azucaradas en la región, junto con nosotros. Esta situación se presenta en un país que vive una crisis profunda en el sistema de salud pública con protestas de pacientes por falta de médicos especialistas en diversos hospitales, por falta de acceso a medicamentos y por falta de cobertura en salud. El sistema de salud pública de Chile está mal, el nuestro peor.
En días recientes se dio a conocer que el gobierno mexicano se sumó a las empresas Coca Cola, Nestlé y Mars, entre otras, para señalar que el etiquetado de alimentos y bebidas que se ha aprobado en Chile “es una barrera al comercio”. México se sumó así a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá para oponerse, junto con las grandes corporaciones de la chatarra, al etiquetado chileno que permite a los consumidores de manera muy fácil y sencilla saber si un producto tiene altos contenidos de azúcar, grasas, sodio y/o calorías. La industria no quiere que los consumidores tengamos acceso a información sencilla, entendible y útil sobre los contenidos de sus productos.
Etiquetado aprobado en Chile pero pendiente de ser implementado por acciones y obstáculos interpuestos por la industria. Este es, posiblemente, el etiquetado más útil que podría llegar al mercado por los resultados obtenidos en los grupos focales.
Los ministros de salud de América Latina y el Caribe, convocados por la Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud, aprobaron el año pasado un Plan de Acción Contra la Obesidad Infantil y Adolescente que estableció como uno de sus objetivos: “desarrollar e implementar normas para etiquetados frontales que permitan la identificación rápida y fácil de alimentos no saludables”. En el propio plan se reconoció que el etiquetado desarrollado en Ecuador era el único que cumplía con estas características. México, al igual que se opone al etiquetado de Chile, ya lo ha hecho contra el ecuatoriano de la mano de la gran industria de la chatarra. ¿Qué pasa con el gobierno mexicano que se adhiere a un Plan de Acción regional que reconoce una política y después se opone a la misma política a través de la Organización Mundial de Comercio?
Etiquetado aprobado en Ecuador y en operación. Este es el único etiquetado sencillo y útil para los consumidores en operación en el mundo.
El etiquetado chileno ha sufrido la embestida de las grandes corporaciones desde el inició, al presentarse como parte de la conocida Ley Contra la Comida Chatarra, o Ley Super 8”, promovida por el senador y pediatra Guido Girardi. Ha llevado más de tres años llegar al reglamento para el etiquetado y una vez que estaba ya para su publicación en la Contraloría está sufriendo el embate orquestado de la gran industria de alimentos: Coca Cola, Nestlé, Mars, Chile Alimentos, AB Chile, la Alianza Latinoamericana de Asociaciones de la Industria de Alimentos y Bebidas, México, Estados Unidos, Canadá.
Las corporaciones se oponen a que los consumidores tengamos información sencilla. Recordemos como en México saltó la industria frente a la campaña que lanzamos desde la Alianza por la Salud Alimentaria y que preguntaba: “¿Te comerías 12 cucharadas de azúcar?, ¿Por qué bebes refresco”?. La mayor parte de la población no sabía que un refresco de 600 mililitros tiene alrededor de 12 cucharadas cafeteras de azúcar. Pero esto es lo que las empresas no quieren: que sepamos lo más elemental, que un producto es alto en azúcar, grasas, sodio y/o calorías.
No extraña que el gobierno mexicano le esté haciendo el juego a las grandes corporaciones actuando contra la salud y los derechos de los chilenos. La propia COFEPRIS lo ha hecho en nuestro país al imponernos un etiquetado frontal que fue diseñado por la industria, que nadie entiende y que lleva al consumo de muy altas cantidades de azúcar que representan un riesgo para la salud.
El primer etiquetado propuesto en Chile fue del tipo semáforo que ahora opera en Ecuador. Sin embargo, al realizar los grupos focales para evaluar las alternativas de etiquetados frontales directamente con los consumidores chilenos se llegó a desarrollar uno más útil. Hay que destacar que un grupo focal que ayudó a la elección de este etiquetado fue el de los niños y niñas entre 10 y 12 años. Era muy importante que el etiquetado fuera entendible también por los niños, ya que este sector es muy vulnerable a los malos hábitos alimentarios y el etiquetado puede servir como advertencia.
En cambio en México, cuando le solicitamos a COFEPRIS los estudios en los que se basó para seleccionar el etiquetado frontal que ha impuesto como obligatorio, nos respondió por escrito que no habían realizado ningún estudio. El único estudió, como hemos mencionado, lo realizó el Instituto Nacional de Salud Pública con estudiantes de nutrición y no lo pudieron interpretar. Hay un abismo entre las prácticas del Ministerio de Salud de Chile y COFEPRIS, en el primero se evaluó directamente con los consumidores logrando elaborar un etiquetado útil y entendible, incluso para los niños. COFEPRIS no hizo ninguna evaluación y tenía referencia que ni los estudiantes de nutrición lo pudieron interpretar. Así es como COFEPRIS y la Secretaría de Salud están actuando en favor de la industria de la chatarra y contra la salud y el derecho a la información de los consumidores.
Etiquetado establecido en México: incomprensible para los consumidores y un riesgo para la salud. Para lograr el 100% del “requerimientos diario” de azúcar, usted deberá comerse ¡18 cucharadas de azúcar!: será un buen candidato a diabetes, entre unas 20 enfermedades más.
El gobierno mexicano es muy congruente: se opone a que los consumidores chilenos puedan hacer elecciones más saludables a través de un etiquetado sencillo y útil y al mismo tiempo impone un etiquetado en México que no entendemos y nos llevará al consumo de muy altas cantidades de azúcar, a un etiquetado que representa un riesgo a la salud.