Arañas patonas

07/12/2014 - 12:00 am

Faltan 43, ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Hay bichos raros y bichos comunes, los raros suelen fascinarnos en mayor medida y tendemos a respetarlos, pero los comunes nos horrorizan o nos dan asco. Dentro del conjunto de los más comunes que dan asco, encontramos a las arañas patonas que abundan en las esquinas de nuestras casas y comúnmente son aplastadas o desplazadas. Las arañas patonas en realidad son arácnidos pero no arañas, pertenecen al Orden Opiliones y están mas cercanamente emparentados con los alacranes que con las arañas, ¿increíble no?

En algunas regiones de México se les nombra sacabuches o pinacates y se le conoce por despedir un olor característico cuando se les molesta. Los opiliones tienen un par de glándulas que secretan sustancias olorosas y en los humanos que tienen pieles sensibles pueden causar irritación. Estas secreciones están destinadas a la defensa en contra de depredadores y las moléculas involucradas son quinonas. Además, para distraer a los depredadores, los opiliones pueden practicar la autotomía (es decir la autoamputación de una pata), y curiosamente la pata separada puede continuar moviéndose durante mucho tiempo gracias a que poseen un nervioso oscilador independiente; posteriormente la pata se regenera y el opilión continúa su vida con ocho patas.

Los opiliones tienen el cuerpo dividido en dos partes el prosoma (equivalente a la cabeza) y el opistosoma, dado que la primera parte es muy pequeña pareciera que están formados por un solo segmento. Presentan ojos simples, un par de quelíceros o mandíbulas, un par de pedipalpos (apéndices con los que perciben el alimento y se llevan la comida a la boca) y cuatro pares de patas locomotoras, pero ojo no tienen colmillos y por lo tanto no muerden, es decir son inofensivos.

Los opiliones evolucionaron en el planeta a principios del Devónico (hace unos 410 millones de años), y aunque se cuentan entre los más antiguos artrópodos, no han cambiado mucho su morfología, los fósiles que se han encontrado se parecen mucho a los actuales. Hoy en día hay 6,500 especies diferentes de opiliones en el mundo y 280 en México. Son animales depredadores voraces que habitan en lugares obscuros y son abundantes en las cavernas. Curiosamente no producen telas de araña, por lo que si en su casa hay una araña que parece opilión posada sobre una telaraña podemos descartar que se trate de este tipo de arácnido. Son eficientes controladores de mosquitos, por lo tanto son bichos deseables dentro de las casas. En ocasiones se agrupan varios individuos en una sola esquina y en lugares secos pueden formar una masa uniforme de varias decenas de opiliones para evitar la desecación.

La reproducción en los opiliones se lleva a cabo por medio de una fecundación interna, los machos presentan un pene con el cuál introducen su esperma en las hembras. Después de la fecundación, las hembras depositan sus huevecillos sobre alguna superficie húmeda, y en algunas especies se ha observado cuidado parental tanto de las hembras como de los machos. En otras especies se ha reportado que pueden reproducirse por partenogénesis, es decir que las hembras depositan los huevos sin necesidad de ser fecundados por los machos y dan lugar a individuos independientes, y de esta manera las poblaciones pueden crecer muy rápido.

A pesar de que en general son bichos comunes y abundantes, las especies de opiliones que habitan en las cavernas están considerados en peligro de extinción, dada la modificación de este tipo de hábitat. Por lo que no han escapado a la acción del ser humano.

Entonces las arañas patonas, no son arañas pero si son bichos extraordinarios porque nos ayudan a mantener a raya a las moscas y mosquitos dentro de las casas, sería bueno dejarlos vivir.

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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