“Haz feliz a alguien”: 24,100 muertes al año

25/11/2014 - 12:00 am

Ayotzinapa es más que Ayotzinapa y el gobierno no lo quiere ver. Se derramó el vaso y no hay marcha atrás. Apuestan a que pase el tiempo, que venga el fin del año, pero Televisa y TV Azteca ya no tienen el control de la comunicación, ahora existen las redes sociales. También existen medios impresos y estaciones de radio que sobreviven con valor a las presiones del gobierno, y los medios digitales que sufren frecuentes hackeos pero vuelven y están como medio de comunicación entre los ciudadanos. Ayotzinapa es la gota que derramó el vaso y no se trata del vaso únicamente de la inseguridad, se trata del vaso de un sistema profundamente corrompido.

Las estadísticas del país hablan por sí solas sobre un gobierno dominado por la corrupción y cimentado en la impunidad, de un gobierno que abandonó el interés público y su política social. El contubernio con los poderes fácticos ilegales, con el crimen organizado, ha sido una extensión del contubernio con los poderes fácticos legales, con diversas empresas.

Las cifras de asesinados, de desaparecidos, de secuestrados tienen un paralelo con las cifras alarmantes de morbilidad y mortalidad generadas por la complicidad de las autoridades con los intereses económicos legales. Amplias regiones contaminadas por la industria, la justicia al servicio de los grandes monopolios, las comunidades sufriendo los impactos de la minería, regulaciones a modo de las grandes corporaciones y una epidemia desbordada generada por la entrega de la alimentación a la gran industria de alimentos y bebidas que deja decenas de miles de muertos al año. Unas cifras y otras, las que son resultado de los poderes fácticos ilegales como las de los poderes fácticos legales, llevan a México a ocupar los primeros lugares en el planeta en muertes que podrían ser evitadas, muertes causadas por acción u omisión del Estado.

Uno de los más importantes indicadores internacionales que exhibe la efectividad de las políticas en salud de los gobiernos y que, por lo tanto, exhibe el desastre de la política en salud del  gobierno mexicano, es el estudio Global Burden of Diseases en el que colaboran cientos de expertos internacionales, incluyendo investigadores de la Organización Mundial de la Salud, la Escuela de Salud Pública de Harvard, la Universidad de Auckland y el propio Banco Mundial. El estudio evalúa el impacto de diversos determinantes de la salud.

El Dr. Dariush Mozaffarian dirige el estudio Global Burden of Diseases sobre el impacto del consumo de las bebidas azucaradas en la mortalidad de la población. El estudio parte del análisis de la información proveniente de encuestas alimentarias desarrolladas en 63 países y de las hojas de balance de alimentos de FAO de 187 países con una cobertura del 99% de la población mundial.

El estudio indica que México ocupa el primer lugar a escala planetaria en muertes asociadas al consumo de bebidas azucaradas: 24,100 decesos al año. Se parte del dato de que ocurren alrededor de 200 mil muertes anuales en México asociadas al deterioro de los hábitos alimentarios. Esto es 1 de cada 8 (12.1%) de las muertes a causa de diabetes, enfermedades cardiovasculares y cánceres relacionadas con la obesidad en México está asociada al consumo de bebidas azucaradas. Entre mujeres y hombres jóvenes menores de 45 años, las bebidas azucaradas son la causa de 22% y 33% respectivamente de todas las muertes por diabetes, enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades relacionadas con la obesidad.

Si partimos del hecho de que existe un gran número de personas en este país que consumen dos o más refrescos de 600 mililitros al día, es decir, 26 cucharadas cafeteras o más de azúcar, no nos debe extrañar que se presenten 80 mil muertes y 75 mil amputaciones por diabetes al año. Es muy común encontrar entre las personas con diabetes avanzada, con amputaciones, perdida de vista o requiriendo diálisis, que fueron consumidores asiduas de refrescos. Más bien, es extraño recibir el testimonio de alguna de estas personas en el sentido de que no consumía refrescos.

No podemos pensar en la muerte de 24,100 personas al año por consumo de bebidas azucaradas en México sin la complicidad de las autoridades a muchos niveles que han convertido al territorio nacional en un espacio coca-colinizado, como lo describió el Relator Especial de Naciones Unidas por el Derecho a la Alimentación, Oliver de Schutter. La entrega de los mejores recursos de agua a las refresqueras, la desaparición del acceso a agua para beber en escuelas y espacios públicos, la falta de regulación sobre la publicidad y omnipresencia de estos productos desde hospitales hasta edificios públicos, el patrocinio desregulado de todo tipo de actividades, incluso, junto con las instituciones públicas, son algunas de las políticas que han permitido esta tragedia. El ambiente se ha coca-colizado a partir de la coca-colinización que esta empresa ha logrado de la mano de las autoridades. Desde los poblados indígenas que dan la bienvenida a los visitantes con su nombre dentro de un anuncio de Coca-Cola, hasta el árbol de navidad de Coca Cola en el Zócalo, en la plaza central del país, son testimonios de un país tomado por la refresquera. En cualquier colonia popular del país, en un radio de 100 metros podemos encontrar cientos, miles de logos de esta bebida. Un niño mexicano antes de hablar ya reconoce esta marca.

No podemos pensar en la muerte de 24,100 personas al año en México asociadas al consumo de bebidas azucaradas sin el engaño del etiquetado de estos productos, sin la ignorancia sobre el alto contenido de azúcar en estas bebidas y sus impactos en la salud, sin la complicidad de las autoridades de salud para mantener esta situación. El hecho de que la COFEPRIS, en contubernio con las empresas, y con el beneplácito de la Secretaría de Salud, establezca el etiquetado que estas mismas empresas han diseñado para mantener en la ignorancia a los consumidores, es un acto criminal. El hecho de que se niegue a establecer un etiquetado de alerta sobre el alto contenido de azúcar contribuye a esta cifra. El hecho de que la comisión federal que, supuestamente, tiene la obligación de proteger a la población sobre riesgos sanitarios establezca un etiquetado que induce a la población al consumo de altas concentraciones de azúcar, retomando estos criterios de las propias refresqueras, habla de un contubernio con los intereses de los poderes fácticos que estas representan.

Hay muchas maneras de hacerse de beneficios, de dádivas, de favores a cobrar en las carreras políticas de los funcionarios. En Europa las empresas de alimentos y bebidas invirtieron mil millones de dólares para evitar un etiquetado que realmente fuera orientador para los consumidores y que advirtiera del alto contenido de azúcar, grasas y/o sal en los productos. ¿Con cuánto y cómo estarían dispuestas a beneficiar a los funcionarios mexicanos las empresas de bebidas y comida chatarra para que se estableciera su etiquetado engañoso como obligatorio? Existen muchas maneras de entregar a los poderes fácticos la vida y la salud de las personas, con el fin de congraciarse con los poderes fácticos y beneficiarse de ello, COFEPRIS sabe cómo hacerlo, contribuyendo a la muerte de 24,100 personas al año.

Una y otra vez, cuando les mostramos a las personas gravemente afectadas por la diabetes, ya sea en el norte, en el sur o en el centro del país, la cantidad de azúcar que contienen los refrescos y los alimentos que consumen diariamente, expresan la indignación: nadie les ha dado esta información, ni las empresas a través del etiquetado de sus productos, ni el gobierno en sus programas de prevención. Don Gonzalo, protagonista del documental “Dulce Agonía”, unos meses antes de morir por diabetes, pudo ver la cantidad de cucharadas de azúcar que consumía cada día en refrescos y comida chatarra, se sorprendió y comentó que el gobierno debería hacer algo, que nadie le había informado, que deberían prohibir la publicidad de los refrescos como lo han hecho con el tabaco, que si él hubiera tenido la información no hubiera consumido esos productos en esa cantidad. COFEPRIS no le permitió a Don Gonzalo tener esa información, ni está dispuesta a permitirnos a nosotros y a los que vienen tener acceso a esa información, todo lo contrario, contribuye a que 24,100 personas mueran al año.

Mientras tanto, Coca Cola inunda el país con su campaña de Santa Claus diciendo “Haz feliz a alguien” ofreciendo una botella de Coca Cola. Y la empresa Coca Cola dice no hacer publicidad a menores de 12 años y la COFEPRIS dice que protege a los menores de 12 años de publicidad de refrescos y comida chatarra. Tras la simulación: 24,100 muertes asociadas al consumo de bebidas azucaradas en el país.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas