Y Jesús dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. (Lucas 4:24)

Comenzando, “mi voz en off” dice: yendo de Ometepec a Cuajinicuilapa, pueden apreciarse algunos de los enormes ranchos de los Aguirre infestados de ganado fino.

Corría noviembre del año 2010. En uno de mis viajes por Guerrero, mi familia y yo nos detuvimos en Ometepec, escala de viaje que asumo como una buena jugarreta del destino para poder contar esta historia, a la que no quiero dejar de adherirle la infame infraestructura ometepequense y la paupérrima señal de Telcel. (Hey, Slim, ¿qué onda ahí?)

Como es costumbre de los políticos en campaña –vestida del despampanante y dilapidado gasto público–, había una galaxia de publicidad que, lejos de ser engañosa y contaminante, presumía la siguiente declaración de Ángel Aguirre (candidato en cuestión) impresa en innumerables mantas que, además, apuntaban hacia el cielo: “Seré profeta en mi tierra”.

Para semejante sentencia, yo tengo otro par: los asesores políticos –actualmente imitados por los de Peña Nieto– fueron un cero a la izquierda, y Ángel Aguirre fue y es un soberbio que no le ha aprendido nada a la historia. La gente no debería de hacer cosas solo porque le parece buena idea y menos si la premisa no es sesuda. Peor si esa gente son políticos que tienen como único trabajo buscar el bien común.

A Aguirre, como ha sucedido con muchos políticos despechados (similar al despecho de Salinas cuando no le salió con la Unión Europea y terminó haciendo el TLCAN con los gringos): al no funcionarle la jugada con el PRI, se movió a un lugar que le pareció más digno: el PRD. Y así fue como se hizo gobernador.

Pero el destino gestaba la desgracia de la misma estirpe porque la historia no perdona y menos si se repite: Aguirre fue gobernador sustituto de Figueroa Alcocer que, en su momento, renunció al cargo por la masacre de Aguas Blancas.

Este autodenominado profeta y patrocinador de las desgracias en Guerrero, en medio de su primer cargo como gobernador, mostró su ineptitud para la gobernanza al actuar tardíamente en el antes y después del huracán Paulina; pero mis sentencias no fueron ninguna broma: este señor no aprendió de la historia: en medio de su segundo cargo como gobernador (septiembre de 2013), Ingrid y Manuel destrozaron Guerrero, y el falso profeta iteró –como si hubiese sido intachable– la misma conducta que en 1997. Y no solo eso, la gente de Ometepec dice que “los Aguirre fueron a abastecerse de toda la despensa a Soriana y a Super Che para después vender canastas básicas al gobierno”. Mi fuente de esa cita es la más poderosa: la voz del pueblo.

En 2011, la muerte de dos estudiantes de Ayotzinapa que fueron asesinados por policías estatales cuando bloqueaban la Autopista del Sol, crimen que quedó impune.

En 2012, la desgracia del temblor y el circo de Aguirre con Laura Bozzo.

Y septiembre de 2014 con los 43 normalistas de Ayotzinapa, año, mes y caso que vienen a sellar y exponer su teatro político.

No hay profeta en su tierra que administre desgracias y que solape matanzas. Por eso y por desafiar al Dios que lo inventó, Aguirre pidió licencia que no incluye, bajo ninguna circunstancia, entrada al cielo.

Investigaciones o reportajes sugeridos:

Ometepec, Guerrero: el terremoto les hereda circo de Televisa, abusos y limosnas

En 1997, otra acción tardía de Ángel Aguirre ante huracán en Guerrero

Seis muertos en Guerrero por los remanentes de la depresión Trudy

Dos veces Ayotzinapa y otras crisis del gobierno de Aguirre en Guerrero

Julieta Cardona

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