Un proyecto que vio luz durante la gestión de Lula Da Silva antecesor de la ahora Presidenta Dilma Rousseff, el mundial de futbol para el pueblo brasileiro. En el papel todo parecía fantástico, era el aliciente que el pueblo necesitaba y la administración pública corrupta urgía, pues la construcción de estadios, vías de acceso y en general la estructura soporte y de vanguardia para albergar dos de las más grandes competiciones mundiales como lo son el Mundial de Futbol y los Juegos Olímpicos, bien lo merecía.
El proyecto multimillonario de Dilma Rousseff y su inminente reelección en primera vuelta en los próximos meses, estaba más que segura. La presidenta brasileña Dilma Rousseff ganaría las elecciones generales del próximo 5 de octubre en la primera ronda, según sondeo publicado por el Instituto de Encuestas Vox Populi.
Rousseff, quien aspira a la reelección por el gobernante Partido de los Trabajadores, obtendría según la encuesta en comento, 40 por ciento de los votos, casi el doble de su principal rival, Aécio Neves, precandidato a la elección del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Por su parte Neves, quien obtendría 21 por ciento del apoyo, registró un aumento de cinco puntos respecto al anterior sondeo de Vox Populi, realizado en abril, estos datos suponen que Rousseff sería elegida presidenta de Brasil en la primera ronda de los comicios.
El fatídico 8 de julio vendría a cambiar los planes, ese día nefasto para los brasileiros, ese día, que ni los propios alemanes imaginaron, un día de semifinales mundialistas, la antesala de la meta u objetivo de la verdeamarela, llegar a la final del mundial y darle la alegría a un pueblo “pambolero” que tiene como ADN el futbol.
Esta humillación de recibir 7 goles en casa en una semifinal y quedar aletargados durante 85 minutos, supone un golpe durísimo en el ánimo de los brasileños, pues muchos de ellos han comenzado a ejecutar actitudes vandálicas, las favelas han recobrado su vida y expulsan a sus habitantes más maleados a buscar venganza en la ciudad y contra el gobierno que no les ha dado lo que les prometió.
Pero qué pasó verdaderamente en Brasil en las elecciones de 2010, las elecciones presidenciales de Brasil consolidaron la tendencia a la modernización y estabilización del sistema político, manifestada en el fortalecimiento de un bipartidismo a escala nacional, el ocaso electoral de las oligarquías estaduales, el equilibrio del voto entre los diferentes niveles de gobierno y la lógica centrista de los principales actores. Estos rasgos, en esencia positivos, explican el contexto del triunfo de Lula en la segunda vuelta, donde prevaleció la evaluación favorable de su gestión económica por sobre las consideraciones éticas.
Esto es precisamente de lo que está adoleciendo el gobierno de Dilma Rousseff, su gestión económica cada vez es más criticada, los pueblos pasan hambre, el clima social esta totalmente descompuesto, el tejido social busca una punción por donde aliviar el dolor que embarga a la clase más necesitada del Brasil.
El gobierno actual presenta la coexistencia de 2 naciones, el Brasil del progreso y el Brasil del olvido, el Brasil rojo y el Brasil azul, pero a pesar de los 8 millones de votos de diferencia en la pasada elección y de los más de 14 puntos porcentuales en la primera ronda que se avecina, el golpe mediático y el shock que invade el tuétano de todos y cada uno de los brasileños puede ser de consecuencias catastróficas para el país y para la reelección de Dilma.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, sin lugar a dudas perderá apoyo de cara a las elecciones de octubre, según un sondeo publicado la izquierdista Rousseff, del gobernante Partido de los Trabajadores, recibiría el 38% de los votos en los comicios presidenciales, de acuerdo al sondeo de Ibope, lo que se compara con una intención de voto del 40 % en mayo, indicó Reuters.
Aécio Neves, senador del partido de centro PSDB y el principal rival de Rousseff, le seguía a una distancia de más de 15 puntos porcentuales con 22% de las preferencias, un avance respecto del 20 por ciento de apoyo obtenido el mes pasado en el mismo sondeo.
En tercer lugar estaba Eduardo Campos, gobernador del estado de Pernambuco y candidato del partido izquierdista PSB, con 13% de las preferencias. Campos subió desde el 10 por ciento de mayo.
La consulta fue realizada a 2.002 electores entre el 4 y 7 de junio y tiene un margen de error de más o menos dos puntos porcentuales.
La vergonha nacional supondrá pienso, una modificación colectiva en cuanto al voto en primera vuelta, salvo que el gobierno logre hacer que el partido de semifinales frente a los Germanos, se olvide de la memoria colectiva como si se tratara del rayo que disparaban los Hombres de Negro para producir el olvido.
El Sistema Electoral en los últimos, años supone importantes avances como la emergencia de un bipartidismo a escala nacional que simplifica el proceso de representación e identificación; el ocaso electoral de las oligarquías estaduales y la crisis de representatividad de la derecha premoderna, anclada en el clientelismo y el caudillismo; la consolidación de una dinámica competitiva centrípeta que ha hecho que los grandes partidos no asumieran posiciones extremas; la adopción de un voto equilibrado o estratégico, cuya consecuencia era la desconcentración de poder y el fortalecimiento del sistema de pesos y contrapesos; y la cristalización de una racionalidad electoral anclada en un voto retrospectivo, de orientación principalmente económico, que permite llegar a una conclusión rápida y eficaz sobre a quién votar.
Ahora el dilema para Dilma Rousseff estará en buscar la fórmula para tapar con un dedo la millonaria inversión mundialista, para lograr olvidar la humillación, la vergüenza y el mal sabor de boca que ronda en todos y cada uno de los brasileños.
Ayer viendo la transmisión del partido y al comentarlo con mi colega profesora de la Universidad de Minas, se sentía una tristeza y desesperanza que al menos nunca he visto en México, por un lado veía las lágrimas rodar de uno de los más grandes jugadores como David Luiz, o escuchaba las declaraciones con la voz entrecortada y las lágrimas a punto de explotar en la cara de Julio Cesar quien decía que prefería un millón de veces seguir cargando con el error del mundial pasado a la humillación que habían sufrido frente a los Alemanes, los Alemanes estaban incrédulos de lo que había pasado, no encontraban explicación a lo sucedido, pero en un acto de humildad y deportivismo acudían a brindar apoyo y ánimos a los brasileños en lugar de festejar su pase a las finales.
El punto medular es que los jugadores se tiraron un país al hombro, el proyecto fracasó, Alemania los humilló y todos piden perdón a su país por haber fallado, pero quienes deberían pedir perdón al pueblo brasileño son sus gobernantes y políticos que han orillado a un país entero a soñar con el hexacampeonato en su casa, olvidando todas las carencias y problemas de ese país. Ahora ojala por el bien de Brasil, Dilma tenga la “luz mágica de Men in Black” para hacer olvidar al colectivo nacional la Vergonha que les propinó Alemania y su inherente humilhação.
Nos vemos la próxima semana.