Foraminíferos: un clavado microscópico a la prehistoria

08/06/2014 - 12:00 am

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Las conchas marinas son objetos hermosos producidos generalmente por moluscos. Mucha gente las colecciona y ubica en vitrinas inmensas, o las utilizan para fabricar lámparas, joyas y diferentes objetos decorativos e inclusive como parte estructural de las construcciones tropicales. Como la explotación del recurso no ha sido racional, muchas de las poblaciones de estos invertebrados se encuentran en mal estado, algunas incluso están en peligro de extinción por la excesiva extracción de su medio natural.

Sin embargo los moluscos no son los únicos bichos que producen conchas espectaculares, existen unos diminutos protozoarios acuáticos que también han desarrollado la característica de producir conchas pero a una escala mucho mas pequeña. Se trata de los Foraminíferos, que son organismos unicelulares parientes lejanos de las amibas que nos ocasionan enfermedades gastrointestinales, pero que a diferencia de ellas están cubiertos por una concha de carbonato de calcio que al observarse al microscopio devela increíbles morfologías. Los foraminíferos son de vida libre y se conoce la increíble cantidad de 275,000 especies, una locura. Las conchas de los foraminíferos pueden ser de una sola cámara pero también las hay de muchas, y estos se asemejan mas a los caracoles, resulta increíble que un organismos unicelular pueda producir estructuras complejas de esta magnitud. Dependiendo de la especie, la concha puede producirse mediante una secreción del organismo o a partir de fragmentos muy pequeños de concha de moluscos o espinas de esponjas. Por otro lado, las conchas pueden estar formadas de varias cámaras que se van construyendo conforme el organismo crece, pero continúa es importante resaltar que a pesar del impresionante crecimiento continua siendo un organismo unicelular, solamente va expandiendo su única gran célula.

Los foraminíferos viven en los océanos del mundo en grandes cantidades, tanto en la columna de agua como en el fondo marino. Datan de épocas remotas, de hecho se tienen registros fósiles (preservados por sus estructuras rígidas) desde el Precámbrico y desde entonces han evolucionado sobre el planeta adquiriendo formas diversas que ayudan a caracterizar el registro fósil, pero siguen conservando su característica de ser unicelulares, lo que ha cambiado son sus ornamentaciones.

Existen especies que son particularmente resistentes a ambientes muy saturados en sal (hipersalinos) mientras que otros solamente pueden vivir a bajas concentraciones de sal, por lo que la presencia de uno u otro grupo en cierto sedimento es un buen indicador de las condiciones ambientales imperantes, ya sea del de la condiciones de la Tierra en el pasado o del contexto actual. Es por ello que un grupo de investigadores de varias universidades alrededor del globo terráqueo, estudiaron el registro fósil de los foraminíferos en los sedimentos de la frontera entre el Cretácico y Terciario en varias localidades y encontraron una impresionante extinción del 78% de las especies de foraminíferos de la época (1), lo cuál coincide exactamente con el periodo en que se extinguieron los dinosaurios y donde se postula que un meteorito impactó en la costa de Yucatán, de manera que estos pequeños organismos nos narran muy bien la historia de la Tierra.

Debido a sus características, los foraminíferos son un importante objeto de estudio y deseo para geólogos y petroleros puesto que se conocen perfectamente las especies asociadas a la roca o sedimentos que contienen el preciado fluido negro, de manera tal que los exploradores petroleros deben tener un buen conocimiento de este grupo pues les permitirá deducir en cuáles exploraciones geológicas encontrarán petróleo, dependiendo de las especies de foraminíferos que encuentren.

Dada la delicadeza de sus esqueletos también podríamos tener colecciones preciadas de foraminíferos en vitrinas, pero dado que no pueden ser vistos a simple vista por su tamaño pequeñito, tendríamos que tener un microscopio acompañante para poder disfrutar de su belleza.

(1) Schulte, P. et al. 2010. The Chicxulub Asteroid Impact and Mass Extinction at the Cretaceous-Paleogene Boundary. Science 327: 1214-1218

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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