Los acuerdos firmados por Nestlé y PepsiCo con Sedesol para ser parte de la Cruzada Nacional contra el Hambre parecen ser una adaptación contemporánea de Un mundo feliz de Aldoux Huxley o 1984 de George Orwell donde los poderes instituidos actúan fuera de toda lógica e, incluso, en contra de ella. Mientras mueren alrededor de 10 mil personas al año por hambre en el país, otras 90 mil mueren por diabetes. El Estado, al parecer, quiere ver estos dos flagelos como independientes, como expresiones de problematicas diferentes. Sin embargo, no es así, en la mayor parte de los casos. En una misma familia pobre es común encontrar las dos expresiones de la malnutrición: desnutrición y obesidad.
Si el gobierno de EPN hubiera querido enfrentar esta situación de manera seria, con base en la evidencia científica, no hubiera lanzado una Cruzada contra el Hambre sino una Campaña Nacional contra la Malnutrición. Esa campaña tan urgente en México tendría que estar dirigida a enfrentar el deterioro de los hábitos alimentarios entre los mexicanos; enfrentar, de manera decidida, el alto consumo de comida chatarra y refrescos y recuperar la dieta tradicional mesoamericana, considerada como una de las mejores del mundo. Enfocarse en recuperar la producción y consumo de frijol y amaranto, de frutas y verduras y establecer las condiciones para que la población se rehidrate con agua y no con refrescos y bebidas azucaradas.
Existe suficiente evidencia para demostrar que una gran parte de la desnutrición y la anemia en el país está relacionada con el alto consumo de comida chatarra y refrescos. En la experiencia de nuestra asociación, El Poder del Consumidor, hemos documentado cómo en una escuela de una comunidad rural de alta marginación de nuestro país donde los niños presentaban claras manifestaciones de desnutrición, bastó sacar la comida chatarra de la escuela y sustituirla por un almuerzo elaborado por los propios estudiantes con alimentos de la región, en su mayoría, para que en seis meses desparecieran las manifestaciones de desnutrición. No sólo mejoró la salud de los estudiantes, también se quedaron los recursos gastados antes en la chatarra en la propia comunidad. Algo que mantiene en la pobreza a las comunidades es la extracción de sus muy pocos recursos económicos por parte de las empresas de la comida chatarra.
El impacto que han tenido las empresas, como Nestlé y PepsiCo, en las comunidades más pobres del país y en la población en general ha sido posible gracias a que el gobierno ha claudicado en su obligación de proteger el derecho a la salud de los mexicanos. El objetivo de estas empresas es vender más y para ello diseñan sus alimentos de tal manera que desplacen los productos naturales, los hábitos regionales. La estrategia más sencilla es a través de los niños y recién nacidos. La empresa que se ha destacado más en esta estrategia dirigida a deteriorar los hábitos alimentarios desde los primeros meses y año de edad es Nestlé que no sólo ha buscado y contribuido al abandono de la lactancia materna a través de sus estrategias de mercadeo de sus fórmulas para bebes sino también a una enorme variedad de productos dirigidos a las primeras etapas de vida de los bebes, así como de otros como cereales y dulces para los niños. Un niño o niña que ingiere las formulas lácteas, después las papillas Gerber y posteriormente los cereales de esta empresa, seguramente tendrá serios problemas para aceptar las verduras, varias frutas y los cereales integrales. La adicción, en especial, al azúcar creados por estos productos es algo que marca ya el deterioro de los hábitos alimentarios de la población mexicana.
En las "radiografías" que hemos realizado de una serie de productos de Nestlé encontramos enormes concentraciones de azúcar desde sus formula lácteas para bebes hasta los cereales que promocionan para niños. La estrategia de la adicción promovida por Nestlé llega al extremo de añadir azúcar en las papillas de verduras para los bebés. Un bebé que consume estas papillas difícilmente aceptara papillas de verdura hechas en casa. Uno de los resultados más alarmantes de la ENSANUT 2012 es la caída brutal de la lactancia materna en México, la más baja en el continente americano. Dentro de esta información, la caída de la lactancia materna en la población rural es la más dramática, entre 2006 y 2012 cayó 50 por ciento. Esto significa poner en riesgo la salud de toda una generación de la población más vulnerable del país: los niños y niñas de las poblaciones rurales, en especial, la infancia indígena. La caída de la lactancia materna no es más que el resultado del abandono por parte del Estado mexicano de la promoción de la lactancia materna y la regulación de la publicidad de los sucedáneos de la leche materna, abandono cuyo principal beneficiario es Nestlé.
La Cruzada Nacional contra el Hambre se ha inspirado en la campaña Hambre Cero que lanzo Lula en Brasil. Al respecto hay que señalar dos cosas: Hambre Cero se lanzó en un país que no tenía la manifestación dramática que el sobrepeso y la obesidad presenta en el escenario de la Cruzada Nacional Contra el Hambre; en segundo lugar, en Brasil la presión de la sociedad civil y los expertos sacó a Nestlé de Hambre Cero. En la polémica pública contra la participación de Nestlé en la campaña Hambre Cero la pregunta que se levanto fue si el hambre se combatia con comida chatarra. En el caso mexicano, Sedesol anuncia que Nestlé preparará a 15 mil mujeres de las comunidades con hambre para que hagan sus propios negocios elaborando postres. El proyecto, como una broma de mal gusto, se llama "Mi dulce negocio, Nestlé". Preguntamos públicamente a Rosario Robles si con trufas se combate el hambre.