Avispas ahorcadoras

16/04/2013 - 12:01 am
Fotografía tomada de la red.
Fotografía tomada de la red.

Una de las recomendaciones básicas para los alumnos e investigadores que trabajamos en las selvas secas es nunca acabarse el agua de la cantimplora. Por más calor o sed que tengas, siempre hay que dejar un poquito. Esto no tiene que ver con sobrevivir en caso de perderse en la selva o algo similar, sino que es una precaución para contrarrestar los efectos del veneno en caso de ser picado por una avispa ahorcadora, cuyo veneno, como su nombre común lo indica, ocasiona que se cierre la garganta y para aliviar la sensación se recomienda zambullirse o empaparse la cabeza con agua.

Las avispas ahorcadoras pertenecen al género Polistes, son típicas de la zona tropical e intertropical pero también llegan a vivir en zonas templadas. Se caracterizan por construir nidos que parecen de papel –de hecho, en inglés se les conoce como “paper wasps”– seguramente las han observado en los tejados o balcones de las casas en las zonas periurbanas. Resulta muy interesante la manera en la que fabrican el nido: las avispas reina al principio, y después algunas obreras, consumen madera o materiales vegetales que mastican profusamente para romper las fibras y después combinan este insumo con saliva hasta que lograr una masa que pueden utilizar para moldear las paredes finas e intrincadas del avispero, que al contacto con el aire se seca y forma un material resistente parecido al papel maché. Los avisperos de Polistes se caracterizan por presentar un sitio de fijación muy firme llamado peciolo a partir del cuál va creciendo el nido al ir construyendo celdas sucesivas donde la reina pondrá los huevecillos y crecerán las larvas.

Al principio, la única trabajadora en el avispero es la reina; generalmente en los primeros días de primavera, las reinas salen del letargo invernal, eligen un sitio para anidar, que generalmente fue donde alguna de sus parientes hizo un nido con antelación, y comienza la fijación del peciolo y la paulatina construcción del nido. Cuando tiene algunas celdas terminadas pondrá un huevecillo en cada una, esperando a que nazcan sus larvas para alimentarlas y que al transformarse en adultas la ayuden a engrandecer el nido. El lapso de tiempo entre que se pone un huevecillo y la avispa llega a su estado adulto toma 40 días aproximadamente. La comida de las larvas consiste en orugas un poco masticadas, al igual que los bebés humanos, las avispas mamá preparan la comida para sus crías masticando un poco a las orugas antes de dárselas, conforme crecen las larvas cada vez pueden ingerir a las orugas menos procesadas. Dado que las larvas de avispa son voraces, en algunos lugares se considera que las avispas Polistes son buenas controladoras de plagas porque acaban con las orugas de los jardines, claro con el pequeño detalle de tener un avispero cerca de tu casa.

En los ecosistemas naturales, las Polistes anidan en las ramas bajas de los árboles por lo que frecuentemente sus nidos son golpeadas por humanos o animales incautos, y la reacción inmediata de la colonia es atacar al intruso. El veneno de las avispas es potente y es común que ocasione una respuesta anafiláctica en los humanos picados, además del doloroso piquete las víctimas sienten que se les cierra la garganta porque se contraen los músculos del cuello, de ahí la importancia de guardar un poco de agua cuando se trabaja o pasea en la selva para mojarse la cabeza y disminuir los efectos del veneno. Claro está que si la persona es alérgica deberá recurrir rápidamente a un centro de salud para monitorear la respuesta individual ante el veneno y ser medicado de ser necesario. Con esto en mente es importante que cuando se visiten las selvas secas estemos al pendiente de no molestar sin querer los avisperos.

En relación al veneno de las avispas ahorcadoras otro aspecto interesante lo describieron en un estudio reciente con la especie Polistes diminula. Investigadores españoles de la Universidad de Granada encontraron que el patrón de coloración de cada avispa está relacionada con el tamaño de la glándula de veneno de cada individuo, y por lo tanto con cantidad de veneno que puede administrar. De tal suerte que las avispas más coloridas son las más venenosas. Si bien es probable que esto ocurra en las demás especies de género no se han hecho investigaciones específicas que lo demuestren, sin embargo sería prudente que si observamos avispas con colores muy llamativos tengamos la precaución de no molestarlas.

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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