Las refresqueras y la diabetes

20/03/2012 - 12:01 am

La Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC), dominada por Coca Cola y Pepsico, saltó frente al Reporte del Relator Especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Oliver de Shuter, que llamó a frenar el alto consumo de refrescos en México. De Shuter identificó este consumo como un factor determinante de la epidemia de obesidad que sufre México y que, para el Relator, debería llevar al gobierno a declarar una emergencia nacional.

La ANPRAC rechazó que el consumo haya crecido desproporcionadamente en México y que fuera determinante en el incremento de la obesidad. La ANPRAC respondió en un comunicado que el consumo per cápita de refrescos con aporte calórico registró un incremento acumulado de 7 por ciento en dos décadas. Y para darse sustento señala como fuente un estudio del INSP. ANPRAC cita lo que quiere ya que el mismo estudio del INSP señala que el consumo de bebidas latamente energéticas y sin aporte nutricional pasó entre adolescentes de 100 kcal en 1999 a 225 kcal en 2006. Además, existen diversos estudios del propio INSP que muestran el vínculo del consumo de los refrescos con la obesidad y como su consumo aumentó 40% en solamente 7 años, entre 1984 y 1998.

Faltan estudios en México para medir, de manera exacta, el consumo de refrescos y sus impactos en la salud. Sin embargo, nos podemos dar una idea vaga a través de la información que existe en otros países, en especial, los Estados Unidos, que representaban el mayor consumo de refrescos a escala mundial. Actualmente, ya no son los estadounidenses los que presentan el mayor consumo de refrescos por persona, somos los mexicanos, y por mucho. Como lo hemos mencionado anteriormente, en México consumimos 163 litros por persona al año de refresco, mientras que en Estados Unidos el consumo llegó a 118 litros, de acuerdo al Center for Policy and Obesity de la Universidad de Yale.

La evidencia sobre el consumo regular de refrescos y el incremento en el riesgo de sobrepeso y obesidad es enorme en la literatura científica internacional. De hecho, hay suficientes estudios que vinculan el consumo regular de refrescos con el incremento de manifestaciones de síndrome metabólico y diabetes. Y es importante mencionar que el síndrome metabólico se encuentra en un 40% de la población que está dentro de su peso “normal”, con un alto riesgo de desarrollar hipertensión, diabetes, hígado graso, etc. Es decir, el alto consumo de azúcar, que no se presenta en ningún producto de consumo habitual como en el refresco, tiene un daño profundo en el organismo. Y hablar de sobrepeso y obesidad, así como de síndrome metabólico, en México, es hablar de diabetes, de un país infestado de diabetes.

La ANPRAC, sin duda, está realizando declaraciones extremadamente temerarias al decir que la ingesta de refrescos no ha aumentado y que su consumo no es determinante en el desarrollo de sobrepeso y obesidad. Los consumidores tenemos el derecho a ser bien informados y lo que hace ANPRAC y las principales refresqueras que la integran, es desinformarnos, negarnos información sobre una gran cantidad de daños que generan los productos que ponen en el mercado. Esto debe tener, para estas empresas, consecuencias legales como las que enfrentó la industria del tabaco cuando negaba los daños del tabaco a la salud, aunque los conocía.

Existen una multitud de estudios para demostrar que las empresas mienten sabiendo que lo hacen. Por mencionar un ejemplo: el Centro de Investigación de la Obesidad Infantil de la Penn State University siguió el desarrollo de 170 niñas desde los 5 hasta los 15 años, registrando su consumo de leche, jugos de fruta y refrescos. Encontró que a medida que crecían, en promedio, bajaba el consumo de leche y jugos de fruta y aumentaba el de refresco. Las conclusiones del estudio fueron, en esencia, dos: 1) las niñas que bebían refresco a los 5 años tuvieron mayor incremento de peso a lo largo de los diez años que duró el estudio, y 2) el aumento de peso estaba directamente relacionado con las cantidades de veces que se servían refresco al día.

La evidencia está ahí, las empresas mienten y el Estado, que debería ser la balanza entre consumidores y proveedores, el que garantizara, por lo menos, que la información que llega al consumidor sea veraz como lo establece la ley, no lo hace. Incluso, han permitido que las empresas desarrollen nuevos etiquetados que engañan aún más, haciendo pensar al consumidor que una latita de refresco no es nada porque el porcentaje de calorías que informa es muy bajo en relación al consumo sugerido para todo un día. No le dice que una latita tiene más azúcar que la establecida como máximo tolerable para todo un día por la Organización Mundial de la Salud, que su consumo regular le podrá hacer ganar 5 kilos en un año, que seguramente comenzará a alterar su sistema metabólico y que su riesgo de diabetes aumentará.

Actualmente hay 10 millones de diabéticos, en el 2020 se estima lleguemos a 20 millones. El seguro popular no cubre la diálisis ni proporciona a los diabéticos los instrumentos para medir su glucosa en sangre. Cada día son más las personas que llegan a los hospitales en coma diabético por falta de prevención. Esto ahora, ¿cómo estaremos en el 2020?

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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