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Alejandro De la Garza

30/12/2023 - 12:03 am

Miénteme más…

“Con seguridad el 2024 nos depara muchas más de estas preguntas, que surgen más del comportamiento humano que de la teoría política y los políticos”.

“Mentir es una característica central de la vida y una mejor comprensión de la mentira resulta pertinente para casi todos los asuntos humanos”. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

El sino-destino del escorpión llevó al arácnido este 2023 a exiliarse en un pequeño poblado pesquero de la costa occidental de México, donde con sencillez espartana y salario mínimo sobrevive como tostador de café, barista y cantante de baladas tristes, además de ejercer como bañista consuetudinario en las playas del Pacífico y catador de “pescado zarandeado”. Desde allí, como desde una lejana gayola, el venenoso ha observado el proceso electoral en todo el país, así como ha escuchado a las virtuales candidatas a la Presidencia y a una larga lista de candidates al Congreso Federal, a los congresos locales y a una abrumadora cantidad de puestos políticos esparcidos en cientos de comunidades de la República. Esos discursos han llevado al arácnido a recordar el libro del doctor en psicología Paul Ekman Telling lies (1985 / 2009), titulado en español Cómo detectar mentiras, y, junto con el libro, el venenoso recuperó también la serie de televisión a que dio lugar: Lie to me.

Antes de que cundieran en la redes sociales las sesudas interpretaciones (la mayoría risibles) del lenguaje no verbal y la gestualidad de los personajes de la farándula y la política mexicana, y aún antes de que surgieran tantos especialistas en el tema adiestrados en tutoriales de YouTube, el doctor Carl Lightman (interpretado por Tim Roth) se dedicaba —por una buena cantidad de dinero, but of curse— a desfacer entuertos y mentiras de los aparentadores profesionales, a los que sometía a un escrutinio gestual profundo, a un análisis milimétrico de la micro expresión facial y a una valoración de su lenguaje corporal en términos precisos. La serie se basó en aquel libro de Ekman, un psicólogo clínico conductual discípulo de célebre B. F. Skinner, padre del conductismo, teoría psicológica que ha sido ampliamente criticada y deconstruida, pero que sigue siendo parte de los estudios psicológicos básicos en el terreno salvaje del reclutamiento laboral.

Lo notable es que el multipremiado Ekman inició en los años ochenta estos estudios dirigidos a las personas con problemas de salud mental, en un esfuerzo por comprender que sucedía en las alteradas mentes de sus pacientes. Un caso determinó el futuro de Ekman: una paciente suya con deseos suicidas fue encargada a su cuidado y tratamiento. Luego de un tiempo, la paciente había superado sus deseos suicidas y estaba lista para regresar al mundo. Ekman dio de alta a la mujer y un par de semanas después ella se suicidó. Nuestro doctor se obsesionó con el caso y estudió todas las entrevistas grabadas que tenía de la paciente, sobre todo aquellas en las que ella “fingió” estar sana y logró engañarlo.

Quería indagar en sus gestos, en la expresión muscular facial de sus emociones, en todo micro movimiento gestual revelador, en las pulsiones expresadas en el rostro que resultaban inocultables aun para un mentiroso consciente o, valga decir, profesional. Obviamente, los militares, el FBI, el Servicio Secreto y las agencias de espionaje estadounidenses se interesaron en los estudios de Ekman y lo contrataron como apoyo para sus entrevistas laborales, pero, sobre todo, para sus interrogatorios de sospechosos, criminales y terroristas. El libro fascinó en su momento al venenoso y lo volvió adicto a la lectura de los casos retratados en sus casi 500 páginas, siempre en busca de elementos para interpretar el comportamiento, la gestualidad, la expresión emocional en el rostro de las personas a su alrededor.

Tiempo después, por fortuna, el alacrán superó esa obsesión paranoica de buscar en el rostro de sus interlocutores las señales de sus íntimas emociones, de un fingimiento o una mentira, y así pudo ser más feliz. No obstante, con este background hoy el escorpión se divierte mucho al observar los discursos de los políticos en campaña. ¿Qué dice una risa semi convulsa, incontenible, refrenada pero inocultable, como respuesta a todo cuestionamiento crítico, como disfraz de una ocurrencia simplona, como máscara de un dislate inconsciente, mampara de una duda interior? ¿O qué dice de una persona una seriedad y formalidad inalterables, una contención forzada de la expresividad natural del rostro, un estado permanente de aparente rigidez, superioridad o simulada indiferencia?

Luego de larguísimos estudios conductuales, Ekman conformó una primera lista de ocho expresiones básicas biológicamente universales en la especie humana, expresadas de forma inevitable en la faz de hombres y mujeres. Cuestionado por las obvias limitaciones de sus investigaciones, Ekman persistió y elaboró una lista más amplia y definitiva en 1999, y elevó así su apuesta académica e intelectual al asegurar que existían 17 emociones universales básicas con la posibilidad de codificarse sutilmente en movimientos de los músculos faciales, labor a la cual se dedicaría en adelante. Estas emociones esenciales son, según Ekman: alivio, bochorno, complacencia, culpa, diversión, desprecio, entusiasmo, felicidad, ira, miedo, tristeza, soberbia, placer, asco, satisfacción, sorpresa y vergüenza.

Pero no se sorprenda el lector si Ekman no juzga ni censura la mentira, su tarea es analizarla, comprenderla, saber de dónde viene, pero precisa: “…los padres mienten a sus hijos con respecto a la vida sexual para evitarles saber cosas que, en su opinión, los chicos no están preparados para saber”. De igual formas, los hijos, cuando llegan a la adolescencia, ocultan sus aventuras sexuales porque sus padres no las comprenderían.

Ekman insiste, las mentiras van y vienen entre amigos (ni siquiera a nuestro mejor amigo le contamos todo ¿o sí?), “entre profesores y alumnos, entre médicos y pacientes, entre marido y mujer, entre testigos y jueces, entre abogados y clientes, entre vendedores y compradores”. Así pues, mentir es una característica central de la vida y una mejor comprensión de la mentira resulta pertinente para casi todos los asuntos humanos, insiste nuestro psicólogo, sin ignorar que a muchos esta verdad irrefutable puede hacerlos estremecerse de indignación, porque entienden que la mentira siempre es censurable, corruptora, vil. Pero Ekman vuelve a la carga: “proclamar que nadie debe mentir nunca en una relación sería caer en un simplismo exagerado”; además, si bien las mentiras pueden ser crueles, “la verdad también puede utilizarse como una cachiporra y causar con ella un intencionado dolor cruel”.

No se malinterprete al escorpión, no pretende que la mentira, en las condiciones actuales de la política mexicana, sea recomendable, pero es indudable que en la política, la verdad y la mentira tienen un valor de uso y recambio como parte de la negociación política. ¿O cómo puede quien hace un año detestaba y odiaba a un político, acercarse hoy a su antes enemigo o adversario, apoyarlo y presumir que está con él? ¿Y aquel que fue criticado y despreciados y ahora es apoyado, por qué acepta esta obvia mentira en un juego de intereses y conveniencias políticas? Con seguridad el 2024 nos depara muchas más de estas preguntas, que surgen más del comportamiento humano que de la teoría política y los políticos. En tanto se acelera y aproxima el proceso electoral, atestiguaremos a muchos cantar el estribillo del viejo bolero: “Miénteme más…”.

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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