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Alma Delia Murillo

30/12/2017 - 12:02 am

De letras y asombros para el año que se va

Niebla, corazón, sangre, árboles. Ah, si pudiera no escribir sobre eso, sino convertir la escritura en eso. —Karl Ove Knausgard Quiero compartirles esto porque el asombro se atraganta si no se comparte. El vicio de la lectura es comparable al del alcohol o al enamoramiento, sé que tiene algo de sórdido y penoso insistir a […]

El vicio de la lectura es comparable al del alcohol o al enamoramiento, sé que tiene algo de sórdido y penoso insistir a los demás para que prueben tal whisky o tal título. Y sé también que emocionarse con un libro es como el amor: inexplicable. Foto: Especial

Niebla, corazón, sangre, árboles. Ah, si pudiera no escribir sobre eso, sino convertir la escritura en eso.
—Karl Ove Knausgard

Quiero compartirles esto porque el asombro se atraganta si no se comparte.
El vicio de la lectura es comparable al del alcohol o al enamoramiento, sé que tiene algo de sórdido y penoso insistir a los demás para que prueben tal whisky o tal título. Y sé también que emocionarse con un libro es como el amor: inexplicable. Pero cuando el sentimiento desborda nos ponemos idiotas y queremos contagiar a otros.
Así que aquí voy con los diez que más disfruté este 2017. Perdonen la necedad y sean indulgentes, mírenme como a una pobre viciosa enamorada de los libros.

La distancia que nos separa de Renato Cisneros, editorial Seix Barral, 2016.
Para mí el tema de este año fue el reencuentro con mi padre, la novela de Renato para reencontrarse con el suyo me zarandeó alma; está escrita con tal honestidad que resuena universalmente en el corazón herido de todos los hijos, en la evocación de todos los padres ausentes. Un abismo de letras al que volvería a lanzarme de cabeza.

Tiene que llover de Karl Ove Knausgard, editorial Anagrama, 2017.
La quinta entrega de seis que conforman “Mi lucha”, la purga del corazón de Knausgard, como él mismo define este ejercicio literario desquiciante. Aquí Karl Ove toca los límites de la locura en una larga sequía de escritura pero no se rinde. Conmueve y alecciona ver cómo sangra, llora, pierde la conciencia en la búsqueda hasta que lo logra… y de qué manera.

La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata, editorial Seix Barral, 2016.
La primera edición es de 1961 y cincuenta y seis años después sigue siendo un hallazgo elegante y erótico, un logro minimalista deslumbrante. El anciano Eguchi acude a la posada porque quiere estar con una muchacha, la primera línea ya nos advierte que no puede hacer nada de mal gusto mientras la joven duerme. Eso para empezar.
Ruego que no aparezca una turba de fanáticos que consideren ofensiva esta pieza y corra el triste destino de la prohibición que imponen quienes suplen su falta de inteligencia con corrección política.

Esperando a Mr. Bojangles, Olivier Bourdeaut, editorial Salamandra, 2015.
Sí, el referente es esa clásica interpretación de Nina Simone. Esta historia es una mezcla de surrealismo con inocencia y ternura que se parece mucho a la felicidad. Me desbarató un prejuicio, aquel que reza que escribir sobre la felicidad no es interesante; lo creí mucho tiempo, luego de leer esto, ya no estoy tan segura. Una maravilla agridulce, como la voz de Nina en esa canción.

Por mi gran culpa de Javier Martínez Staines, editorial Grijalbo, 2017.
José de Jesús es un adolescente perseguido por un sacerdote benedictino retirado que se enamora de él. La mirada íntima que se resiste a la violencia roja para contar esta historia es notable, el “enamorado” habla y se vulnera. La víctima habla desde la masculinidad adolescente, y eso pone frente a nuestros ojos algo que quizá vemos poco: los niños también, no sólo las mujeres y las niñas, son víctimas de violencia sexual. La primera novela de este escritor mexicano fue un descubrimiento en muchos sentidos.

El acelerador de partículas de Julio Trujillo, editorial Almadía, 2017.
Ah, poesía. En las partículas de lo cotidiano hay tal terror y tal belleza que sólo un poema puede hacerles justicia. Descubrí el libro por la genial portada —como todas las de Alejandro Magallanes en Almadía, y di un salto cuántico en la librería, luego lo llevé a mi casa y lo releo cuando puedo, no supero mi poema favorito: Blues del súper.

La esposa joven de Alessandro Baricco, editorial Anagrama, 2016.
La prosa de Baricco es afilada, musical. Esta novela, me parece, es todas las novelas en una: sus personajes “la madre”, “el hijo”, “la joven esposa” son tapiz universal de las pasiones humanas; hay algo animal, erótico y elevado en la historia que la tensa hasta el final. Y luego dan ganas de volver a empezarla.

Rendición de Ray Loriga, premio Alfaguara 2017
El relato es una distopía, un futuro donde la razón y el orden mutilan la existencia en nombre de la felicidad. Impresiona una historia tan compleja narrada con una prosa tan pulcra y sencilla, lograr eso requiere de una balanza demoníaca. Me conmovió la resistencia del amor filial, del alma honesta. Imperdible.

Eros una vez de Julia Santibáñez, editorial Seix Barral, Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti, 2016.
Cada uno de los poemas de Julia tiene sudor, abundancias y carencias cotidianas, juegos de palabras donde el amor es protagonista, pedacitos de lo ordinario engrandecidos en versos notables. Su poesía es peculiar y genuina, me fascina su estilo de equilibrista que apenas se sujeta entre dos signos de interrogación. Un ejemplar junto a la cama me salvó de muchas noches de insomnio. Gracias, Julia.

El diccionario del Diablo de Ambrose Bierce, Galaxia Gutenberg, 2005
Esta joya fue escrita por Ambrose Bierce en varias etapas y terminada hacia 1906, la inteligencia que destella en su sentido del humor es un banquete para el alma. Hizo un viaje a México en 1914 y aquí desapareció misteriosamente.
De la letra “A” a la “S” (murió sin terminar el diccionario), hay definiciones que merecen aplausos. Por ejemplo esta: Matrimonio, s.: Condición o estado de una comunidad formada por un amo, un ama y dos esclavos, todos los cuales suman dos.

Con entusiasmo adolescente les dejo mi lista, no me juzguen. Si estas fechas hacemos recuentos de infamias, series malas y hasta de memes, ¿por qué no habríamos de hacer uno de los libros memorables que leímos? Si el año tuvo libros que nos conmovieron y alguien con quien compartir la emoción, fue un buen año. Que el que empieza esté lleno de palabras y de asombros, siempre ayudarán cuando apriete la desesperanza.

@AlmaDeliaMC

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