Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Las otras ciudades invisibles

30/12/2017 - 12:03 am

Las ciudades son como organismos que se renuevan para subsistir. Los hombres que las habitan realizan el cotidiano ritual de adaptarse a ellas, de llenarlas idealmente con su propio ser. Vicente Quirarte menciona que “fundar una ciudad es la misión del héroe que en este acto consuma su destino. Conservarla en la memoria, conquistar la eternidad para la cual nació es obra del artista”.

Por Lorena Campbell y Oscar de la Borbolla

Ciudad de México, 30 de diciembre (SinEmbargo).-En este orden de ideas se sitúa el nuevo libro de la Colección Luz Portátil, Otras ciudades invisibles, con propuesta fotográfica de Lorena Campbell y texto de Óscar de la Borbolla. Como el título lo advierte, la propuesta parte del imaginario citadino de Italo Calvino, quien a lo largo de su vida reflexionó sobre los distintos elementos que adjetivaban su visión sobre la ciudad: la memoria, el deseo, los signos, la forma, entre muchos otros más. En esta visión que nos muestra Lorena Campbell, podemos encontrar otra cartografía sobre algunas de las ciudades que, aunque conozcamos o habitemos, poseen una identidad enigmática y por eso son invisibles. Reproducimos aquí un fragmento de este diálogo visual y literario.

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De entre muchos trenes de palabras —suelen llamarse “libros”— que he leído-vivido está Las ciudades invisibles de Italo Calvino; fue un tren donde viajé tanto y tan lejos que desde entonces mis periplos —por mucho que una vez fui a la Patagonia y otra, al extremo más oriental de Europa— me saben a poco: a paseos de cercanías. Para viajes extremos, el libro de Calvino: gracias a él estuve en Zobeida, en Sofronia, en Euterpe y en docenas de ciudades que cubren y desbordan el repertorio de las utopías. Se dice fácil; pero a mí, que desde siempre me había gustado coleccionar sellos en mi pasaporte y que lamenté la integración de la Comunidad Económica Europea porque las fronteras entre un país y otro se desvanecieron con el euro, Calvino me dio con sus ciudades todos los sellos que me hacían falta para satisfacer mi anhelo de recorrer mundos y no sólo como turista, sino como conquistador, como habitante.

Foto de Lorena Campbell para Luz Portátil. Foto: RAM

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Estuve, pues, con Marco Polo y Kublai Kan escuchando, primero, las ciudades encontradas por Marco Polo y, después, las pensadas por el Gran Kan y que describe para que Marco Polo verifique su existencia. Todas las vi y las viví en las palabras y se levantó ante mis ojos Eutropia, la gran utopía social, la ciudad que encontró gracias a su arquitectura la mejor solución realista para el grave problema del hondo tedio que genera el tiempo. Eutropia no es una ciudad, sino varias —imaginé siete— que están desparramadas en un vasto altiplano y sólo una ciudad está habitada, las demás permanecen vacías. Calvino la describe así:

“El día en que los habitantes de Eutropia se sienten asaltados por el cansancio, y nadie soporta más su trabajo, sus padres, su casa y su calle, las deudas, la gente a la que hay que saludar o que saluda, entonces toda la ciudadanía decide trasladarse a la ciudad vecina que esta allí esperándolos, vacía y como nueva, donde cada uno tomará otro trabajo, otra mujer, verá otro paisaje al abrir las ventanas, pasará noches en otros pasatiempos, amistades, maledicencias. Así sus vidas se renuevan de mudanza en mudanza”.

Foto de Lorena Campbell para Luz Portátil. Foto: RAM

No he encontrado una ciudad que de veras remedie mejor el problema de fondo, no el económico, no el de seguridad, no el de la sempiterna inequidad, sino el problema último de la condición humana: la esclavitud a que somete la propia vida: el sino irremediable de ser al día siguiente el mismo hasta que no haya día siguiente. En Eutropia, en cambio, al poder cambiarse toda la circunstancia, con ella ocurre la metamorfosis de la mayor parte de nuestro ser.

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Quise traerme de mi viaje por Calvino imágenes nítidas como las que se habían encendido en mi imaginación durante la lectura de cada relato. Y creí que tendría que conformarme con el recuerdo desvaído, cada día más desvaído, dejado en mi memoria por la lectura; pero para fortuna de mi álbum de recuerdos topé con Otras ciudades invisibles de Lorena Campbell, que cuenta con la variante que yo había deseado: eran las fotografías que me hacían falta; aunque, no exactamente, pues eran de otras ciudades invisibles.

Otras ciudades invisibles, con fotografía de Lorena Campbell y texto de Óscar de la Borbolla está disponible aquí. Una publicación de Artes de México para SinEmbargo.

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