Blanka Alfaro
30/10/2019 - 12:02 am
Decirle a Emma no puedo… es imposible
«Emma y sus hermanos querían vivir a pesar de ese infernal comienzo que tuvieron».
Emma había sufrido para su corta edad lo que tal vez la mayoría de las personas no sufrirán en toda su vida, casi siendo una bebé ella sólo conocía el dolor y el miedo, ella crecía para ser explotada cuando fuera mayor, las personas que la “cuidaban” nunca tuvieron compasión con ella.
Desgarraron sus orejas para marcarla como si fuera un objeto que pertenece a alguien, para que a nadie se le olvidara que su destino era ser explotada, era casi una bebé y ya estaba mutilada, solo había jirones de piel donde debían estar sus orejas.
Tenía cinco hermanos que intentaban defenderla, ellos también eran casi unos bebés, no podían hacer nada contra aquellos que los tenían encerrados, contra aquellos que los habían alejado de su madre, aquella madre que solo era un vago recuerdo para los seis, los habían arrancado de ella algunas semanas después de nacer, supongo que sólo recordaban su voz y su calor, qué bien les caería un poco de ese calor de mamá en ese momento cuando todo era miedo y tristeza.
Cuando conocí a Emma ella estaba escondida tras sus cinco hermanos, ahí se sentía segura, sólo asomaba un poco la cabeza detrás de los cuerpos de sus hermanos, ella solo quería entender qué pasaba, con cautela se asomaba para vernos, el miedo y la precaución de alguien que sólo ha conocido abusos, a fin de cuentas éramos similares a aquellos adultos que le hicieron tanto daño, cómo podría ella saber que estábamos ahí para ayudarle, para tratar de cambiar su vida a un vida sin dolor, sin miedo, sin hambre.
“¡Hola, hermosa!” le dijimos con el tono más suave posible, nos arrodillamos para que no nos viera gigantes, ella era muy pequeña, de pronto dio unos pasos y logramos ver como una de sus piernas estaba herida, esa herida parecía un machetazo, si un machetazo a una casi bebé, ¿¡Quién DEMONIOS puede ser tan cruel!?, avanzó un poco más sólo para darnos cuenta que ese machetazo le había roto la pierna… “¡cuanto has sufrido mi pequeña, no te preocupes más!”.
Creo que el motor principal para vivir es la voluntad de hacerlo, creo que si hay algo cierto en este universo, es que la vida se abre paso más allá de las condiciones que la rodean, todos queremos vivir, para eso estamos aquí, para abrirnos paso ante las adversidades, para poder disfrutar de nuestra vida, Emma y sus hermanos querían vivir a pesar de ese infernal comienzo que tuvieron.
“Seis chivitos bebés saltan del camión que los llevaría al matadero” era el titular en el periódico un día después de que Emma y sus hermanos tomaron fuerza y el valor para saltar del camión que los llevaba en su viaje final para ser asesinados en un mercado en Monterrey, México, corrieron por las calles de la ciudad para escapar de su destino, “¡Emma eres una valiente!” ella corrió con su cuerpo destrozado junto con sus hermanos para conocer la libertad, “¡Lo lograste Emma… ya estás aquí!”.
Emma vive en un Santuario, libre de miedo, de dolor y sufrimiento, aún es cautelosa a sus 7 años de edad, una infancia en el infierno no debe ser fácil de olvidar, sus hermanos ahora adultos poderosos y grandes la siguen cuidando, aunque ella es una hermosa y fuerte chivita, ella sigue siendo su pequeña.
Frente a Emma jamás podré decir no puedo… ella me enseñó que todo es posible.
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