¿Cuál es la suerte de estos niños en México? El Estado carece de la infraestructura para atenderlos y los padres no saben qué hacer. El talento se extravía. Ellos padecen aislamiento social. Ya hay casos irreversibles
En la sierra de uno de los estados del norte del país, hace unos años, un profesor de telesecundaria identificó a un alumno con alto rendimiento en Matemáticas. El docente quería ayudar al chico y encauzar sus capacidades, así que pensó en un primer paso: llevarlo al concurso estatal de esa materia, a celebrarse en la entidad sólo dos meses después, pero el jovencito no obtuvo el permiso, su padre era narcotraficante, sabía muy bien del potencial de su hijo para los números y había decidido que lo necesitaba en el “negocio”, así que no estaba interesado en que fuera a la capital del estado ni en que nadie se involucrara demasiado en su instrucción.
Janet Saénz, doctora en Educación del Alumno Sobresaliente por la Universidad de Alabama, EU, conoce muchas historias de ese estilo, sobre cómo se bloquea a los niños-talento en este país. Aunque nació en Estados Unidos, vive en México y ha recorrido prácticamente toda la República dando cursos a profesores y padres para el apoyo a niños con altas capacidades, a veces contratada por la Secretaría de Educación Pública (SEP), a veces por cuenta propia.
La pedagoga, de más de 70 años de edad y una energía que no logro equipararle a mis 38, es presidenta nacional de la Asociación Mexicana para el Apoyo a Sobresalientes (Amexpas), y podría pasar el día entero contando historias sobre niños y jóvenes brillantes, pero se enfoca en las que, creo yo, más le han impresionado, como la de una niña, hija de una trabajadora doméstica.
La especialista en Educación la detectó en una escuela en la Ciudad de México y habló con la madre para ver cómo podían ayudarla, pero la respuesta de ella vino en forma de sentencia: “Yo no quiero una hija sobresaliente, yo quiero mi hija igual de pobre que yo”. Hoy esa niña es ya una mujer de 35 años y trabaja como telefonista en un hotel de la Ciudad de México.
Otra andariega que tiene oportunidad de descubrir a niños-talento es la reconocida astrónoma Julieta Fierro, autora de 40 libros y ex directora de divulgación de la Ciencia de la UNAM. Ella también tiene mucho para contar sobre el boicoteo al talento en el país. En una ocasión, en una charla que impartió en una escuela a las afueras de Mérida, Yucatán, donde había hijos de mujeres presas, la científica descubrió a la niña más inteligente de todos con los que se ha topado.
“Ella hacía las mismas preguntas que harían Newton o Einstein. Me sorprendió mucho y quise apoyarla”. Fierro intentó hacerle llegar una especie de beca a través de la SEP, pero la institución desechó la propuesta. “Argumentaron que cómo iba yo a favorecerla precisamente a ella en ese salón, me dijeron que sería peor el desorden que iba yo a meter en la escuela que la ganancia por apoyar a la niña”.
EL LUJO DE EXTRAVIAR AL TALENTO
Las historias anteriores revelan que el talento se está perdiendo por muchas causas y de muchas formas. Hay casos irremediables: ¿A ver, quién se anima a convencer al señor narcotraficante de que cambie los planes para su hijo? Pero muchos otros casos sí se podrían remediar y entonces habría en este país más Julietas Fierro o más Marios Molina, co-receptor del Premio Nobel de Química en 1995, por su trabajo sobre la amenaza a la capa de ozono de la Tierra.
Sólo que el freno a los niños y jóvenes con aptitudes sobresalientes o talentos específicos viene por varias vías. La mayoría de los padres no sabe bien qué hacer cuando sus hijos son brillantes. Para muchos, de hecho, esto es un problema más que un privilegio, porque los niños se aburren en la escuela, no tienen amigos, se comportan mal.
El sistema educativo del país, por su parte, tiene apenas cuatro años con una estrategia para apoyarlos. Y se le puede decir nueva, porque la SEP ha tenido intentos intermitentes, en diferentes etapas, para atender a estos niños.
En tanto, algunos particulares están aprovechando para hacer de la educación a los más inteligentes un buen negocio, con la consiguiente marginación a quienes no pueden pagar sus servicios. Sólo unos pocos académicos vinculados a universidades hacen esfuerzos por organizar programas para apoyar a estos alumnos, mientras la sociedad ha decidido maltratarlos en lugar de acogerlos e impulsarlos.
Muchos medios se han dedicado a vender ejemplares volviendo melodrama los cientos de casos de pequeños que en las escuelas son rechazados por profesores y compañeros, porque son diferentes, porque ya se saben la lección, porque contestan cuando el maestro ni siquiera ha terminado la pregunta, porque terminan antes las actividades y empiezan a inquietarse, porque se pasan el recreo contando los cuadros del piso, no por alguna razón científica con visos de genialidad, sino simplemente porque no tienen nada mejor que hacer ni con quien compartir alguna otra actividad.
Frente a todo eso, buena parte de los niños con altas capacidades acaban por esconder su inteligencia o su talento para mimetizarse con los demás. Vaya que nos estamos perdiendo de tener grandes médicos, científicos, inventores.
NO SON GENIOS, SON SOBRESALIENTES
Para empezar a avanzar en este tema, en el que la mayoría de los países desarrollados lleva ventaja, hay que quitarle al asunto el mito y el melodrama. Primero es necesario decir que estos chicos no son genios, al menos no todavía.
Gabriela de la Torre, asesora en la Secretaría de Educación Pública (SEP) del Programa de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa, puntualiza que genio es una persona cuya obra perdura por más de dos generaciones después de su muerte. Y lo que se considera genial es su obra, no su persona, como en el caso de Einstein, Mozart, Picasso. Estos niños tampoco son superdotados, “porque entonces parece que nos referimos a un superhéroe y no es el caso”. Así que no nos confundamos.
Lo que en realidad son, son niños o jóvenes que destacan en una o varias áreas del actuar humano o en alguna en específico, por encima de su grupo social o educativo. En la forma de identificarlos hay varios métodos. Algunos centros o instituciones optan por aplicar pruebas psicométricas o para medir el coeficiente intelectual (CI), para hablar de sobredotación éste debe rebasar el 130. Pero ahora hay una fuerte corriente que no toma esa prueba como el centro, sino que considera inteligencias y aptitudes en diversas áreas.
La SEP, por ejemplo, divide a los niños brillantes en dos grupos, los de aptitudes sobresalientes y los de talentos específicos. Los primeros son quienes destacan en una de las cinco áreas catalogadas por la dependencia: intelectual, creativa, socio afectiva, artística y psicomotriz. En el grupo con altas capacidades en el área socio afectiva pueden estar los grandes líderes de los próximos años, esos capaces de mover y organizar masas. Los del área psicomotriz pueden ser deportistas de alto rendimiento.
En el segundo grupo están los niños que tienen un talento muy específico en la música, en la Ciencia o en las Matemáticas, hay, por ejemplo, niños con una habilidad muy particular y elevada para tocar el clarinete o para el cálculo diferencial integral.
Janet Sáenz dice que según investigadores en México y Estados Unidos, sin que los números varíen entre ambos países, aproximadamente 75 por ciento de la población tiene una inteligencia promedio, 20 por ciento son sobresalientes, 3.5 por ciento son altamente sobresalientes (hay quienes tienen CI de más de 170), el uno por ciento es excepcionalmente sobresaliente y al 0.5 por ciento lo integran adultos con productos geniales.
Sin embargo, aquí viene la batalla de la cifras. La SEP considera que sólo 10 por ciento de la población tiene aptitudes sobresalientes. Si en educación básica en todo el país hay 25 millones 666 mil 451 alumnos, entonces existen alrededor de 2.6 millones de niños con altas aptitudes. Pero durante el último esfuerzo de la dependencia educativa por tener un programa de apoyo para ellos, apenas se han atendido a 165 mil 865.
BUROCRACIA VS INTELIGENCIA
La atención gubernamental a los niños y jóvenes más inteligentes ha sido intermitente. Los cambios de sexenio, el interés o no de las autoridades en turno, la falta de recursos son las historias comunes en este tema.
Entre las iniciativas importantes está el programa para alumnos con Capacidades y Aptitudes Sobresalientes (CAS), que se inició en los ochenta y desapareció a mediados de los noventa, por los cambios en torno a la educación especial, que priorizaron la atención a otros grupos como los discapacitados. No fue hasta 2003 cuando el programa arrancó de nuevo. Vinieron entonces las investigaciones y las propuestas.
En 2006 se culminó el modelo de atención, pero sólo para nivel Primaria, porque es donde más fortaleza tenía ya la educación especial, área de la que depende el apoyo a aptitudes sobresalientes y donde, por lo tanto, resultó más fácil hacer las investigaciones y las prácticas.
Sólo que no fue hasta 2008 cuando se canalizó un presupuesto de 85.5 millones de pesos para operar el programa. La cosa pintó poco mejor en 2010, cuando se asignó a este rubro un presupuesto de 115 millones 150 mil pesos, pero de ahí empezó a bajar y ya para 2012 sólo le suministraron 74 millones 760 mil pesos. Menos que al principio, en 2008, como si las cosas fueran avanzado de tal modo que se necesitara menos dinero y como si la estrategia abarcara todos los niveles ya.
Porque para nivel Secundaria ya se tiene una propuesta de intervención, pero apenas se están corriendo los pilotos, sobre todo con niños que en Primaria ya se había detectado con aptitudes sobresalientes y estaban en programas de enriquecimiento. Para preescolar, todavía se está trabajando en la propuesta.
En nivel Primaria, la estrategia es como sigue: cada estado maneja el programa a través de la Unidad de Educación Especial de las sedes estatales de la SEP. Hasta el momento, las entidades más avanzadas son: Durango, Aguascalientes, Veracruz y Yucatán. Los más atrasados son Tamaulipas, San Luis Potosí y el Distrito Federal. La diferencia entre estados en este caso – explica De la Torre, de la SEP – se relaciona con el interés de quien dirige el programa y la cuestión administrativa en la zona: que tan fácil es suministrar rápido los recursos, qué tan lejos están las escuelas, los problemas de violencia, etcétera.
Lo primero para ejecutar los programas es detectar a los alumnos sobresalientes, ¿cómo? A través de los maestros de aula regular, pero eso implica el reto de capacitar a los docentes y derrumbar los mitos que ellos mismos tienen. Para empezar se les aclara que el modelo de la SEP es un modelo sociocultural, con enfoque en conocer el contexto del chico y ubicar si destaca en una de las cinco áreas mencionadas, sin necesariamente evaluar CI, porque quien es un líder también es inteligente, lo mismo que quien le pega bien a la pelota o toca el acordeón.
Sin embargo, hay veces que se requiere hacer pruebas psicopedagógicas para determinar si el niño tiene altas capacidades o si es un caso de déficit de atención o tiene alguna problemática, porque es frecuente que estos pequeños se aburran en las aulas, tengan malas notas, mala conducta, se conflictúen con los profesores y sufran rechazo social, por lo tanto su inteligencia se confunde con padecimientos.
Como la tarea de detectar a estos niños está recayendo en los profesores, se les capacita, a través de talleres, cursos, diplomados, para que pongan actividades y observen el desenvolvimiento de los alumnos, por ejemplo, quiénes son los líderes. Hay muchas actividades exploratorias que se ejecutan para esta primera identificación en la que se nomina, sí, como en programa de televisión, a una serie de niños.
De las cinco aptitudes ya mencionadas, el maestro evalúa en cada uno de esos nominados, diez reactivos por cada área. Lo anterior se complementa con entrevistas a los padres, a otros docentes involucrados y al propio niño. Con todo eso el maestro hace un informe de detección inicial. Lo malo es que hasta el momento sólo se ha capacitado a 166 mil 958 profesores de Educación Básica a nivel nacional de un total de un millón 175 mil 535.
Sólo 10 mil escuelas, de las 226 mil 374 que hay de Educación Básica están involucradas en la detección y el apoyo a niños sobresalientes. De esas, sólo tres o cuatro son privadas, y es que a estas instituciones no les interesa gastar en capacitar a sus docentes para apoyar a los niños talentos.
ENTRETENER, EL PALIATIVO
Ahora bien, hay dos estrategias principales que la SEP utiliza para atender a los alumnos ya detectados como sobresalientes: enriquecimiento y aceleración. El primer modelo se ejecuta en tres niveles: en el aula, en la escuela y de manera externa. Para el caso del salón, el maestro diseña estrategias para mantener entretenido e interesado a un alumno que va a mil con respecto a sus compañeros. Por ejemplo: si el niño va muy avanzado en Español, el profesor le deja hacer un proyecto de investigación y luego lo comparte con todo el grupo.
A nivel escuela, se pueden organizar talleres sabatinos de diversos temas y en cuanto al enriquecimiento extracurricular, la táctica por ahora es buscar vínculos con la Academia Mexicana de Ciencias, específicamente con Pauta, que es el programa Adopte un Talento, también con la Comisión Nacional del Deporte (Conade), con la Sociedad Mexicana de Escritores (Sogem), con el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), entre otras, para organizar mentorías o cursos para los chicos.
En Durango, que es el estado más avanzado en atención a sobresalientes, se aplicaron evaluaciones de detección en 800 escuelas, de un total de cinco mil, y se detectaron siete mil 200 niños con altas capacidades.
Para el enriquecimiento dentro del aula, explica Gerardo Hernández, responsable del Programa de Aptitudes Sobresalientes en el estado, el profesor hace una propuesta cocurricular adaptada, donde estipula una serie de adecuaciones para darle al alumno avanzado contenido más allá de los que está trabajando con el grupo.
Por ejemplo: si en clase está viendo la geografía del estado, a este chico le plantea hacer un proyecto de investigación referente a eso, pero con una temática más profunda y luego puede compartirlo con sus compañeros. Si con la clase está trabajando suma de dos dígitos, al alumno más brillante le prepara ejercicios más adelantados.
Claro, reconoce Hernández, se cuenta fácil, pero es difícil hacerlo, “muy difícil para los profesores; sin embargo, cuando lo ejecutan y se van familiarizando con el modelo, van encontrando el método para hacerlo y eso facilita la tarea. Además, cuando un maestro logra buenos resultados con un chico, eso se considera una experiencia exitosa y esto retribuye en puntuaciones extras dentro de su programa magisterial”.
En la parte de enriquecimiento a nivel escuela, Hernández presume que Durango tiene un club de teatro operando en 30 colegios, con 20 o 25 alumnos de cada uno. Además, están iniciando un club de Ciencia. Hace unas semanas, él mismo empezó a trabajar con 25 maestros dándoles un taller de formación para que vayan y formen uno de estos clubes en su escuela.
Respecto al enriquecimiento extracurricular, han hecho convenios con el Instituto de Cultura del estado de Durango para contar con grupos formativos de teatro, danza, música y artes visuales. Las tutorías son sabatinas, duran cuatro horas y hay 240 alumnos involucrados.
En Ciencias, se hizo un convenio con el Consejo de Ciencia y Tecnología del estado y se abrió un proyecto en las áreas de Matemáticas, Química, Física, Biología y Robótica. Hay 300 niños participando en grupos sabatinos. Los chicos de segundo de Secundaria (que aquí sí están cubiertos porque en Durango la atención a sobresalientes lleva muchos años) están estudiando contenidos similares a los que se estudian en el primer semestre de la facultad de Ciencias Químicas.
Además, el estado tiene su Centro de Iniciación a la Ciencia y la Tecnología, con un laboratorio de Ciencias básicas y un aula de medios, para niños que quieren iniciarse en estas áreas. “Esto es muy importante porque luego decimos que en México no hay científicos pero es que tampoco hemos abonado el terreno para generar esas vocaciones”, subraya Hernández.
Pero Durango es la excepción, no la regla. Ahí está el Distrito Federal en el otro extremo que le dio prioridad a la atención a niños con discapacidad y ahora está empezando con sobresalientes. En 2006 era la única entidad que aparecía con cero niños atendidos, ahora ya tiene tres mil, “pero empezó tarde y eso tiene sus repercusiones”, subraya De la Torre.
Cuando el enriquecimiento no basta, entonces se evalúa la otra estrategia: la aceleración, es decir, permitirle al chico saltar un grado escolar, pero para esto se consideran muchos aspectos, no sólo el académico, también la motivación del niño, su desempeño emocional, su capacidad de adaptación, entre otros aspectos.
Al final, la escuela es la que toma la decisión, considerando la opinión del profesor de aula y de un especialista de educación especial. Por supuesto, los padres tienen que estar involucrados y dar la autorización. En el ciclo 2010-2011 hubo 75 casos en todo el país de niños que obtuvieron el beneficio de la aceleración. Este año, alrededor de 200 niños están en ese proceso.
El riesgo en este asunto del apoyo a sobresalientes es el cambio de sexenio, si ya de por si las cosas van lentas y los apoyos son pocos, es posible que con el nuevo gobierno la importancia que ha conseguido hasta ahora el programa se modifique y los recursos se reduzcan. En educación especial todos se cuidan de mencionar la cuestión abiertamente, pero todos conocen el riesgo.
EL NEGOCIO
Mientras la SEP atiende apenas a 165 mil 865 niños brillantes, de los 2.6 millones que deberían estar en un programa de enriquecimiento o aceleración, ya hay quien está aprovechando el hueco. El joven sobresaliente más famoso del país se llama Andrew Almazán Anaya. Su cara y su historia se ha visto en medios de todo tipo: prensa, radio, televisión. De él se ha dicho que es el psicólogo más joven del país, y se sabe que es el director del Departamento de Psicología del Centro de Atención al Talento (Cedat), su propio centro.
Su agente de relaciones públicas me contactó hace unos meses para ofrecerme los resultados del estudio más reciente que Andrew lanzó a la opinión pública, me ofreció también una entrevista con él y abrirme las puertas de Cedat, como a muchos medios.
Entrevisto a Andrew, pero la charla dura poco. El chico contesta rápido las preguntas, habla con tal aceleración que hay palabras incomprensibles a mis oídos. Siento que sigue un guión repetido una y otra vez.
Toda la familia Almazán está involucrada en el centro. Las hermanas de Andrew, dos chicas, también “sobredotadas”, toman clases ahí. La dirección general la comparten los padres de Andrew: Asdrúbal Almazán y Dunia Anaya. El padre se toma un buen tiempo para explicarme la lista de clases que ofrecen para los niños “sobredotados”: Astronomía, Paleontología, Filosofía, Cálculo diferencial, Física, Álgebra, Microbiología, entre otras.
Me dejan hablar con algunos niños, con la mamá de dos de ellos. Me conmueven las historias de maltrato que han sufrido en las escuelas regulares. Me conmueve Nicole, de sólo ocho años y que ya ha leído El Quijote, La Metamorfosis y muchos libros más. Con ella hago química rápidamente y platicamos largo rato, me dice que en Cedat está feliz, que las lecciones no le aburren y que tiene amigos. Al final una frase se me queda muy grabada, “a los niños de mi otra escuela ya los borré”, me dice con desdén.
Me pregunto si es bueno crearles a estos niños esa especie de mundos paralelos. Hay otra cosa que me inquieta: pregunto cuánto cuestan los servicios de Cedat y mi curiosidad encuentra evasivas. Llamo unos días después de mi visita al centro, fingiendo estar interesada en los cursos. Una mujer me informa que por clases toda la semana, el paquete más barato es de cinco mil 800 al mes y por una sola clase a la semana mil 500. Y no, no hay becas.
COMO HORMIGUITAS
México tiene muy pocos expertos en educación especial capaces de intervenir de manera exitosa en el apoyo a niños con alto potencial, pero sí los hay y trabajan duro. Ahí está, por supuesto, Janet Sáenz, laborando desde la trinchera de Amexpas.
La principal preocupación de la especialista es la falta de capacitación a los profesores, “hace falta mucho en eso”, me dice varias veces durante las dos charlas que tenemos, una muy larga mientras la acompaño a Tlaxcala a una asesoría a profesores y padres, en la que les habla del funcionamiento del cerebro, de los diversos tipos de inteligencias y da un torrente de tips: la conveniencia de que los niños practiquen Tai Chi, que jueguen ajedrez, que se involucren con trabajos comunitarios.
Otra reconocida experta en el tema de atención a personas sobresalientes es María Dolores Valadez, ella también fue asesora de la SEP para el proyecto que se ejecuta actualmente en el rubro de altas capacidades y talentos específicos y desde hace 16 años atiende a niños y jóvenes con estas características. Ella es la directora del Laboratorio de Psicología y Educación Especial del Departamento de Psicología Aplicada de la Universidad de Guadalajara.
Allí se ejecuta el Programa de Altas Capacidades para la atención de niños, adolescentes y adultos. Las tareas que realizan son diversas: van a las escuelas a hacer la detección de estos talentos, dan cursos de capacitación a profesores u ofrecen el servicio de apoyo dentro del laboratorio. El trabajo en ese centro está enfocado en el enriquecimiento extracurricular y trabajan tanto aspectos cognitivos como socio afectivos.
También trabajan con chicos con doble excepcionalidad; es decir, con altas capacidades, pero con trastorno de déficit de atención con hiperactividad o autismo. El equipo de Valadez intenta, además, apoyar a pequeños y jóvenes en situación de riesgo, como los niños brillantes que son hijos de padres presos.
El centro no cobra nada por acudir a las instituciones a aplicar las pruebas psicométricas. Esto se hace como parte de un servicio de la universidad a la comunidad. Cuando una escuela se lo solicita, acuden, y siempre están en busca de nuevos colegios donde efectuarlas. Si la escuela quiere, además de la prueba y la detección de los chicos, se ofrece a los profesores un taller de capacitación. Ya si los niños acuden al centro a tomar clases por las tardes, éstas tienen una cuota de recuperación, de acuerdo al perfil socioeconómico de los padres, que puede ir de 0 a 100 pesos.
Valadez ha creado la Red de Sobresalientes, una de cuyas misiones es canalizar a quienes no viven en Guadalajara con alguien que pueda darles asesoría cerca de su lugar de residencia, ya sea una universidad o la SEP estatal.
¿POR QUÉ APAGARLOS?
Los maestros, la escuela, los especialistas son importantes, pero quedan dos rubros pendientes: primero se necesita un cambio social, hay que dejar de maltratar a los sobresalientes, de apagarlos. La sociedad necesita saber quiénes son, cómo son y el capital que representan para el país.
El otro rubro toca a los padres. En la Ciudad de México, dice Sáenz, hay cientos de opciones para los niños con capacidades sobresalientes, pero los padres deben saber cuáles son los intereses de sus hijos para poder apoyarlos. “Acabo de entrevistar a una familia con un niño que su pasión son los minerales, les dije a los papás que en la colonia San Rafael está el museo de Geología, y el papá me dijo: ya lo llevamos y encontramos como guía un gran geólogo; yo dije: estos son padres de familia interesados en apoyar a su hijo. Otras familias dicen: no, ¿la colonia San Rafael? Está muy lejos”.
Tales respuestas son como mazazos, pero vaya que el apoyo familiar condiciona, en esto y en todo. Un ejemplo de cómo el apoyo de los padres es fundamental para el éxito es Julieta Fierro. Seguramente ella no sería la reconocida astrónoma que es ni el personaje creativo y bullicioso que interesa a todos en la Ciencia si no fuera por su entorno familiar. Su madre era estadounidense, su padre mexicano y la pequeña Julieta estudió en una escuela francesa, así que habla tres idiomas.
“Cuando aprendes idiomas aprendes otras maneras de pensar y puedes afrontar los problemas de diferentes maneras. Si además de eso también aprendes música, pues ya tienes otro lenguaje y mayor potencial”. Además, el papá de Julieta quería que sus hijos aprendieran de todo: a nadar, a esquiar, a tocar el piano, los llevaba a museos, a parques y por él, la astrónoma aprendió a amar la cultura. “Mi papá leía mucho y platicaba muy sabroso, así que a la hora de la comida nos contaba las historias de muchos libros y estábamos embelesados”.
Como embelesados se quedan muchos de los que asisten a las charlas y talleres diversos que esta científica poco convencional imparte y donde se le puede ver bailar, mezclar estrofas de salsas con las charlas, utilizar chisteras de magos y enseñarle a los profesores de Ciencias que uno de los pilares de la felicidad es el prestigio, pero no ese que dan los autos o las casas, sino la inteligencia.