Alejandro Calvillo
30/07/2019 - 12:04 am
La dieta neoliberal
El etiquetado de advertencia es una de las medidas urgentes a tomar y que tiene sus mayores beneficios entre la población de escasos recursos, como se observa en Perú a tan sólo unos meses de haberse establecido, después de tener ya 3 años establecido en Chile. Son las familias más pobres de Perú, las que a partir el etiquetado están cambiando más a productos no procesados, como frutas y vegetales. Esto no sólo tiene beneficios en salud, fortalece las economías locales y mantiene la diversidad de alimentos.
A partir del neoliberalismo, cuando las corporaciones comenzaron a dominar al Estado o cuando el Estado comenzó a servir a las corporaciones, bajo la consigna de que el mercado se regula a sí mismo, comenzó un cambio profundo en la dieta de la población global dando como resultado una epidemia global de sobrepeso y obesidad. El neoliberalismo impulsado por Thatcher y Reagan es definido como el capitalismo de las corporaciones y, en materia de alimentación, ha promovido una dieta obesogénica. No es de extrañar que justamente en la Inglaterra de Thatcher se presenten uno de los mayores índices de obesidad en el continente europeo y que en los Estados Unidos de Reagan ocurra una de las peores epidemias de obesidad en el continente americano.
Durante los años 60 y 70 del siglo pasado, como resultado de fuertes luchas y demandas sociales, se obtuvieron muy importantes avances en materia de salarios y condiciones laborales de los trabajadores, de atención médica y educación gratuita para la población en general, es decir, las condiciones de vida de la población, al menos en las naciones desarrolladas y en las llamadas “en vías de desarrollo”, comenzaron a mejorar o se veían andar en ese camino. El Estado se había convertido en un eficiente regulador contra las prácticas monopólicas, estableciendo fuertes controles fiscales para obtener financiamiento para cubrir las prioridades sociales y distribuir la riqueza.
A partir de los 80, con la llegada de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan al poder en el Reino Unido y los Estados Unidos, respectivamente, se da inicio a una nueva etapa del capitalismo, el neoliberalismo. El neoliberalismo echa marcha atrás a lo logrado en los decenios anteriores. Inicia la etapa de la desregulación, en la que la política se enfoca a servir a las grandes corporaciones. Se deterioran las condiciones laborales, entran en crisis los sistemas de salud y educación gratuita.
A partir de este proceso, con todo el apoyo de las políticas gubernamentales, unas cuantas corporaciones comenzaron a apoderarse del mercado global de alimentos y bebidas, logrando modificar la dieta alrededor del mundo. Esta dieta corporativa está basada en alimentos con altas cantidades de azúcares y endulzantes, de grasas y de sal, además de una miríada de ingredientes sintéticos como colorantes, saborizantes, aromatizantes, conservadores, espesantes, acidulantes, texturizantes, etc, muchos de ellos derivados del petróleo. Fue así que los alimentos fueron sustituidos, en gran medida, por productos comestibles cuya función no es alimentar si no ser hiperpalatables. Esto tiene el objetivo de lograr que sus productos se consuman cada vez más y con ello aumentar sus ventas y así reportar aumento de ganancias trimestralmente a los accionistas en la bolsa de valores.
La alteración de nuestra dieta, de aquello que nos llevamos día a día a la boca, la sustitución de alimentos naturales y mínimamente procesados en la cocina por alimentos diseñados en laboratorio y provenientes de fábricas, se ha convertido en la principal causa de enfermedad y muerte. Y a quien más afecta la dieta neoliberal es a los más pobres que viven en entornos llamados “desiertos alimentarios”. Se trata de zonas donde lo único que existe es la disposición de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, endulzadas. Las clases acomodadas y altas tienen un mayor acceso a alimentos frescos y saludables, a alimentos menos procesados. En casos extremos, como el mexicano, los más pobres no tienen ni acceso a agua de calidad para beber. De ahí que uno de los mayores consumos de refrescos se de en México en comunidades indígenas: alta disposición de bebidas azucaradas y nula de agua potable. La dieta neoliberal exacerba las desigualdades en materia de salud alimentaria, lo que se agudiza en mayor desigualdad en el acceso a prevención y atención en salud. De ahí que se multipliquen, entre los más pobres, los casos de complicaciones de enfermedades como la diabetes con enfermedades cardiovasculares, amputaciones, ceguera, etc.
El neoliberalismo mueve al Estado de su condición de operar por el bien de la población a operar para el bien de las corporaciones. Esto puede observarse claramente en el Gobierno mexicano, en especial, en la administración anterior. Esta es una de las principales explicaciones de las emergencias epidemiológicas por obesidad y diabetes que vivimos.
En 2013, Peña Nieto presentó la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes (ENSOD) que comprendía la aplicación de las principales políticas recomendadas para enfrentar estas epidemias. Sin embargo, la ENSOD, a excepción del impuesto a las bebidas azucaradas, fue diseñada al gusto de las grandes corporaciones con la complicidad total de Cofepris. Fueron estas empresas las que introdujeron el etiquetado frontal que está al frente de los productos y que induce al consumo de altas cantidades de azúcar que representan un riesgo a la salud; fueron estas empresas las que junto con la autoridad establecieron la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia, que no ha sido más que una gran simulación, y ha sido el poder de estas corporaciones el que ha provocado la inacción de la autoridad para hacer cumplir la regulación de alimentos y bebidas en las escuelas.
En este contexto, la implementación de políticas y regulaciones diseñadas sin conflicto de interés, sin la interferencia de los intereses de las grandes corporaciones, basadas en la evidencia las políticas como los impuestos, las regulaciones de etiquetados, de la publicidad dirigida a la infancia y de los alimentos y bebidas en las escuelas, diseñadas sin conflicto de interés y en base a las experiencias exitosas internacionales, representan un acto de Gobierno por recuperar parte de su naturaleza de proteger el bien común. Estas medidas tienen el mayor beneficio para los más pobres, ya que es ésta la población más vulnerable tanto en acceso a alimentos no saludables como en falta de acceso a prevención y atención médica.
El etiquetado de advertencia es una de las medidas urgentes a tomar y que tiene sus mayores beneficios entre la población de escasos recursos, como se observa en Perú a tan sólo unos meses de haberse establecido, después de tener ya 3 años establecido en Chile. Son las familias más pobres de Perú, las que a partir el etiquetado están cambiando más a productos no procesados, como frutas y vegetales. Esto no sólo tiene beneficios en salud, fortalece las economías locales y mantiene la diversidad de alimentos.
Sirvan estas líneas de introducción a parte de la temática que aborda el libro recientemente publicado “The Neoliberal Diet, healthy profits, unhealthy people” (La Dieta Neoliberal, grandes ganancias, gente enferma) de Gerardo Otero, publicado por la Universidad de Texas, un análisis a fondo de este proceso con foco especial en las naciones bajo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y mucha luz sobre el caso mexicano.
Sin duda, las políticas en materia de economía, comercio, agricultura y salud, crean ambientes saludables o tóxicos. Las decisiones que se tomaron en el pasado nos han traído estas consecuencias, ser un país con uno de los mayores ambientes obesogénicos, con uno de los más altos índices de obesidad y diabetes, el más alto en muertes por diabetes. Las decisiones del pasado han traído enfermedad y muerte, las del presente deben ir en una dirección totalmente opuesta.
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