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Adiós a la “China” Mendoza: Habrá que leerla, sobre todo los críticos

30/06/2018 - 12:05 am

Su literatura dice algo sobre nosotros, pero también un amor a las letras con una pasión que si no tuviera, “sería una momia de Guanajuato entre las sábanas”. Murió María Luisa China Mendoza y algo como cierta culpa por qué la crítica la ha olvidado sobrevuela entre la pena. “Murió sola y triste”, dice Fernando Fernández.

Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).-Mujeres tan divertidas y tan inteligentes no deberían morir de un día para el otro. Lo cierto es que hace poco, María Luisa La China Mendoza recibió varios homenajes, entre ellos durante los festejos por el 80 aniversario del Instituto Politécnico Nacional, en el 2016, por el que la escritora y periodista le dijo al periodista Juan Carlos Talavera: “Los homenajes son una especie de bufandas que puedes usar para detener el frío de invierno”.

Escribió libros como Tris de sol, Con él, conmigo, con nosotros tres, El perro de la escribana, Ojos de papel volando, Fuimos es mucha gente y De amor y lujo, con que obtuvo el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero en 2001 y dijo cosas como “No oigo bien, hablo mal, camino peor. Lo único que me queda es que sé escribir y amar; pero lo último me está negado, entonces me conformaré con escribir, porque lo hago con mucho gusto”.

Decía cosas también como “el periodismo es mi vida” y falleció la madrugada de este viernes 29 de junio en la Ciudad de México, a los 88 años de edad.

De niña sufrió varias enfermedades y si no hubiera leído “me hubiera quedado como momia de Guanajuato entre las sábanas”, la ciudad donde nació el 17 de mayo de 1930.

Alejandro Toledo la recuerda: “¿Quihúbole?”, decía La China Mendoza al arranque de su programa televisivo de conversaciones con escritores. “¿Quihúbole? Es la forma amable y gentil del mexicano de preguntar qué le hubo.”

Amante de la literatura, el periodismo y la política, La China, que recibió ese apodo de su padre cuando niña por sus caireles, se reafirmaba como periodista de tiempo completo.

“De mi periodismo vengo y a mi periodismo voy. En mi periodismo he recibido mucha atención, muchos honores, muchos viajes, me he casado en el periodismo, me he curado, me he operado, todo, es mi vida”, aseguró en una entrevista con la Secretaría de Cultura en 2016.

“El amor a las letras se hace leyendo”, decía la China Mendoza, que amaba leer los diccionarios, que había estudiado Letras Modernas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y escenografía en la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Inició su carrera periodística en El Zócalo, colaboró y participó en la fundación del periódico El Día y su memorable suplemento cultural El Gallo Ilustrado.

Escribió, entre otras publicaciones, para El Universal, Excélsior, Buen Hogar, Cosmopolitan y Vanidades, Fin de Semana, Mujer de Hoy y Revista Mujeres.

“Murió la China Mendoza. La tan querida. La más intensa. La vital, la entusiasta, la amante de cada día. La devota de los perros y los amigos. Nos queda la memoria de sus palabras todas. Las escritas y las tan bien dichas. Ojalá y ella pudiera saber cuánto la extrañamos desde ya”, dijo Ángeles Mastretta.

“Somos muy pobres los mexicanos, nos dan atole con el dedo, nos han puesto frente a un mundo que se derrumba ante nuestros ojos, somos apenas sobrevivientes y lo único que nos saca de este horror es leer”, dijo entusiasta, cuando ya tenía más de 80 y hablaba como una jovenzuela.

“En la prosa de la China Mendoza había un fulgor y una dulzura, y un barroquismo y una melancolía que se filtraba en cada línea. Lamento mucho la muerte de doña María Luisa, guanajuatense ella, tan querida ella”, dijo el jefe de Cultura de Excélsior, Víctor Torres, un periódico que ella amaba y con el que colaboró hasta su muerte.

Fue larga su carrera en las letras e hizo una literatura que han olvidado los críticos. Quizá ahora, habrá que leerla con atención.

“Me persigue la observancia de la edad, la temo y la escribo, mi Ausencia Bautista, la divina joven de 100 años es la protagónica de esa estadía doliente y forzosa como la muerte, en De Ausencia, quiero creer, logré el milagro de no ser vieja y la pena de ser pretendida por los nietos de los amantes desaparecidos. Con El perro de la escribana traté de exorcizar mis monomanías de lo barroco y las casas de mis abuelos en Tlatelolco.

“Mi vida: una granada de goterones de sangre. No hay queja. Seguiré amando hasta mis últimas fuerzas, amo la gallardía del amor, me gusta estar con un hombre a mi lado, lo considero irremplazable, como un libro, como el sueño, o el paisaje nevado descubierto al amanecer desde una litera del Oriente Express, del entonces ido. Muchos se han confinado en la soledad sitiados contra el amor. No es mi caso, si vivo, amo y doy, deseo la inteligencia y la bondad, poco he variado de la niña que fui y de la anciana que seré, mi fe religiosa intocada, mi posición política invariable, mis combates por los hijos mudos de Dios firme en medio de la conflagración de los tiempos mexicanos. Sí, temo, como un león de circo la muerte, la vejez y la pobreza.”

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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