El espíritu de Montaigne cámara en mano

30/05/2015 - 12:01 am

Entre todas las artes de América Latina y muy particularmente de México, la fotografía sobresale por su diversidad y consistencia, calidad y cantidad, experimentación y rica tradición. Ella es actualmente, tal vez junto con la poesía, la más vital de las artes latinoamericanas. Todo esto acompañado de una gran insuficiencia en los canales para difundirla dentro y fuera del continente. No solamente existe un desconocimiento de los jóvenes prometedores o de los nuevos valores. Son muchísimos los fotógrafos de inmenso talento y ya con obra sólida que no han tenido ni siquiera la difusión impresa que ameritan. Las ediciones dedicadas exclusivamente a la fotografía son muy aisladas y generalmente a cargo de instituciones que no toman riesgos o de editoriales maquiladoras o netamente comerciales que se concentran en los fotógrafos consagrados. ¿Cómo dar voz y espacio por lo menos a una parte sustancial de esa efervescencia creativa? La respuesta de Artes de México es una colección dedicada al ensayo fotográfico y no a la personalidad de los fotógrafos.

         Hemos creado con Luz Portátil un ámbito impreso donde ciertos fotógrafos con ideas sólidas, con gran fuerza estética en su obra y tenacidad puedan pensarse como ensayistas visuales. Donde podrán compartir con una amplia audiencia de lectores muy distintos su manera de estar en el mundo y su forma peculiar de mirarlo. Es decir, su manera de ensayarse, como si cada artista visual y su realidad visible e invisible fueran sustancias químicas en un experimento, en un ensayo, del cual se obtendrá la serie de imágenes armónicas, coherentes y sorpresivas que constituyen la composición de cada libro. El espíritu de Montaigne cámara en mano.

         El reto de hacer y editar un ensayo fotográfico es mucho más interesante e intenso que la presentación de una simple antología de un autor o que una muestra retrospectiva de su obra. El ensayo es más exigente y a la vez más modesto. A mediano plazo, más convincente.

         El fotógrafo ensayista tiene que mostrar tenacidad en su búsqueda de ciertas imágenes sin dejar de estar disponible y abierto a los caprichos del azar. Es necesario que con una serie de fotografías sostenga un discurso, haga una composición elocuente, sin que ellas se conviertan en simples ilustraciones de aquello que argumentan. Es importante que cada fotografía tenga valor de manera independiente y al mismo tiempo sea parte indispensable del conjunto. Cultivar el instante y a la vez la sucesión. El ensayo fotográfico exige distancia y empatía, coherencia e invención, ligereza y profundidad. Por todo esto, no cualquier conjunto de imágenes relacionadas entre sí o de un autor sobre un mismo tema constituyen un ensayo.

         El ensayo fotográfico no necesariamente tiene que circunscribirse a ser un relato visual realista y ser documental. Es precisamente parte de su rigor estar abierto a lo posible, a la multiplicidad de acercamientos o distancias con lo inmediato que un fotógrafo pueda desarrollar. Incluyendo por supuesto la imaginación insinuante o desatada. Eso sí, se requiere un punto de vista intensamente personal y propositivo, una manera de mirar que sea única y pueda decirnos algo distinto, que vea más que nosotros, que nos lleve ahí dónde, sin la ayuda de esa sucesión de imágenes, nunca hubiéramos podido llegar.

         Nos interesan entonces más las ideas con calidad estética y realizaciones interesantes que el renombre del fotógrafo. Si todavía no lo tiene, ése vendrá con el tiempo. O no vendrá. Nos interesa la autenticidad, profundidad y sobre todo la calidad de su ensayo.

         En cada libro un artista de la cámara está acompañado por un autor que no necesariamente diserta sobre el fotógrafo sino muchas veces va a su lado en una complicidad de escritura que enriquece a cada libro haciéndolo también deseable y significativo desde el punto de vista literario. Una vez realizado el ensayo fotográfico el escritor se ensaya en el trabajo visual y produce lo mismo un cuento, otro ensayo, uno o varios poemas. EL valor literario de cada libro duplica y en algunos casos multiplica el valor fotográfico. En la historia de la fotografía mexicana cada uno de los volúmenes de Luz Portátil está destinado a ser un hito, una herramienta de divulgación indispensable, una marca profunda, una huella inusual de imágenes e ideas.    Un ámbito de excepción para la creatividad y la inteligencia.

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En el marco de PhotoEspaña 20015, el Instituto Cultural de México en España presenta la exposición LUZ PORTÁTIL. Curada por Pedro Tzontémoc, codirector de la colección, la muestra es una a selección de los 27 fotógrafos que se incluyen. La colección es editada por Artes de México desde 2006 y la Secretaría de Cultura del Distrito Federal.

Alberto Ruy-Sánchez
Escritor y editor. Hizo estudios de literatura y lenguajes sociales con Roland Barthes y de filosofía política con Jacques Rancière, Michel Foucault y Gilles Deleuze. Ha publicado más de 26 libros de narrativa, ensayo y poesía, entre los cuales las cinco novelas experimentales donde investigó y narró, una larga búsqueda del deseo: Quinteto de Mogador. Codirige con Margarita De Orellana desde 1988 el proyecto editorial independiente Artes de México. En el libro editado por Ricardo Raphael, El México indignado, explica su militancia por la poesía como socialmente urgente e indispensable para entrar en contacto con la realidad, más profundamente, con más libertad e imaginación. Foto de @Nina Subin.
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