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Jorge Alberto Gudiño Hernández

30/05/2015 - 12:05 am

Escuchar radio

Siempre he sido parcial y subjetivo. Lo he dicho desde mi primera colaboración para SinEmbargo. Esta ocasión lo soy más. Desde hace once años conduzco un programa de radio (La Tertulia, Radio Red, 1110 am, viernes de 21 a 22 horas, por si les interesa). Soy, pues, una persona de radio. De ahí que ahora […]

Siempre he sido parcial y subjetivo. Lo he dicho desde mi primera colaboración para SinEmbargo. Esta ocasión lo soy más. Desde hace once años conduzco un programa de radio (La Tertulia, Radio Red, 1110 am, viernes de 21 a 22 horas, por si les interesa). Soy, pues, una persona de radio. De ahí que ahora que abordo el tema me vuelva aún más parcial y mucho más subjetivo.

            Al margen de mi trabajo en el medio, soy consumidor de la radio. Sobre todo en el coche, lo confieso sin pudor ni problema. Manejo desde hace muchos años y me gusta sintonizar diferentes estaciones. Tal vez sea para sentirme acompañado, como muchos, o para hacer menos pesada la ruta. El asunto es que me interesan, sobre todo, los programas hablados. Si sólo quisiera escuchar música, pondría un cedé, conectaría mi teléfono u optaría por alternativas que me ahorraran los comerciales. Me gusta la radio hablada, qué le voy a hacer.

            Dependiendo de las diferentes actividades que he tenido a lo largo de los años, he organizado lo que escucho dependiendo de sus horarios. Así, temprano consumo noticieros; más tarde revistas variadas; a mediodía vuelvo a las noticias; por la tarde me entretengo en programas de opinión; y en las noches me dejo seducir por algunas emisiones especializadas. Así, lo he hecho durante años.

            Así he dejado de hacerlo hace poco.

            De entrada, porque mis trayectos cada vez son menos y más regulares. Casi todos antes de la hora de la comida. Después, porque suelo ir acompañado por mis hijos. Son pequeños y a veces van dormidos. Sin embargo, me niego a que se enteren de cosas para las que no están preparados. Y los noticiarios son un muestrario terrorífico. No soy de los que piensan que deben ser censurados ni mucho menos. Al contrario, deben decir lo que pasa en este país con todas sus letras. Profundizar lo más posible. Denunciar y no callar. Eso es lo que espero como audiencia. Al menos cuando voy solo. De lo contrario, debo barajar otras opciones.

            Hay contados espacios dedicados a los niños. Así que no son una alternativa viable. Por estas épocas, además, se suman los muchos millones de spots electorales. Casi todos los analistas políticos han dado su opinión al respecto: son excesivos, sin propuestas, un desperdicio de recursos. Algo más: el pretexto ideal para que uno no escuche el radio en el coche si va acompañado de sus hijos. En verdad, son contaminantes. Nocivos.

            Soy un padre que suele platicar todo el tiempo con sus pequeños. Ellos no paran de preguntar y eso me pone de muy buen humor. Sin embargo, hay preguntas que prefiero ahorrarme. Como las que se desprenden de las pésimas figuras de lenguaje de los partidos políticos; como otras que están relacionadas con ataques sin mayor sentido. Por si fuera poco, hay varios partidos que produjeron jingles. Esas cancioncitas pegajosas que buscan la recordación por la tonada y no por el contenido.

            Tal vez sea autoritario pero en cuanto escucho venir la andanada de anuncios cambio de estación. El problema es que entre los noticieros, las estaciones musicales y los spots ya casi no hay lugar en el cuadrante para sentirse cómodo. Así que opto por otras posibilidades. Ya sea música, ya cuentos infantiles narrados, ya pura conversación o, incluso (la tecnología lo permite), escuchar radio vía Internet, de cualquier país y en tiempo real.

            Cualquiera podría decir que el resultado es positivo. Y lo es en parte. Sin embargo, he dicho que soy parcial y subjetivo. En este caso lo he dicho porque conduzco un programa de radio hablada y me aterra que vayamos perdiendo radioescuchas por culpa de campañas políticas que no llevan a nada. Una lástima, en verdad.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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