Corrupción: las ratas y la luz

30/05/2015 - 12:00 am

Pareciera una paradoja, pero ¿para qué sirve hacer leyes anti corrupción si la esencia de la corrupción es violar las leyes?; ¿de verdad alguien cree que haciendo más leyes se va a detener la corrupción o estamos ante un, nada extraño, juego de simulación de la clase política? Por el contrario, el buen corrupto ve en cada nueva ley un oportunidad para hacer billetes.

Hay en el llamado Sistema Nacional Anticorrupción cosas que son sin duda valiosas y que le darán más elementos a algunas instancias para perseguir la corrupción, pero la pregunta de fondo es si hay que perseguir la corrupción o, por el contrario, evitarla. Es un tema que funciona exactamente igual que la seguridad. Por supuesto que hay que perseguir  a quien se roba un coche, pero en una calle iluminada y llena de gente es muy difícil que alguien se lo robe; hay que perseguir a quien mata a una persona, pero para que las leyes funcionen como un inhibidor hay que aplicarlas, es decir combatir la impunidad. Existe en México un extraño caso llamado Yucatán donde en todo 2014 hubo sólo 31 asesinatos, menos de uno cada diez días, mientras que hay estados donde el promedio es diez diarios, o sea cien veces más. La diferencia estriba en que en Yucatán, en el mismo 2014 hubo 35 personas consignadas por asesinato, cero impunidad (1.13 personas presas por cada asesinato), mientras en que el resto del país la impunidad es de 95% (0.05 personas presas por cada  asesinato).

La corrupción en México no se castiga ni penal ni socialmente. La impunidad es casi total y el castigo social mínimo por no decir nulo. Hacer más leyes para combatir la corrupción servirá para la foto de los políticos y poco más. Darle más atribuciones a la Auditoría Superior de la Federación puede ayudar a una mejor vigilancia de los proceso de asignación de los grandes contratos (y para la creación de más burocracia por supuesto) pero no para la mordida a los jueces y magistrados, a los policías de a pie y a los procuradores, subprocuradores y ministerios públicos, no para la detección de dinero sucio en las campañas, etcétera.

Lo que realmente inhibe la corrupción es la transparencia y la rendición de cuentas. Si todos los concursos de asignación son abiertos y publicitados en línea, pero principalmente, si a todos los funcionarios públicos, desde el presidente para abajo, se les obliga a publicar y se fiscaliza año con año su declaración patrimonial, les complicamos la existencia y cerramos en algo en paso a la corrupción.

Dice el dicho popular que a las ratas no les gusta luz. Más luz, más vigilancia ciudadana y menos leyes pueden hacer, si no que se acaben las ratas, sí que les cueste más trabajo robarnos el queso.

en Sinembargo al Aire

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