El flujo de migrantes en la frontera sur de Estados Unidos está aumentando por tercera vez en siete años, sin embargo, el Gobierno de Biden ha decidido no expulsar a los niños que llegan a territorio estadounidense sin la compañía de un adulto y pese a decidir terminar con las políticas impulsadas por Trump, aún se desconoce a quiénes se les permite el acceso.
Ciudad de México, 30 de marzo (AP).- Para muchos estadounidenses, las escenas que se desarrollan en la frontera sur de Estados Unidos son viscerales y estremecedoras. Una niña hondureña de 7 años caminando en la oscuridad para seguirle el paso a unos extraños a los que conoció en el peligroso viaje del norte de México a Texas. Una migrante deportada por Estados Unidos llorando en un parque al otro lado del puente internacional en México. Un grupo de hombres de pie en la sombra del muro fronterizo luego de ser detectados por agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
Para aquellos que cruzan la frontera, sobre todo los niños sin compañía de un adulto, existen oportunidades y riesgos. El Presidente Joe Biden prometió deshacerse de las políticas implementadas por su predecesor Donald Trump sobre los solicitantes de asilo que llegan a la frontera sur. Se desconoce exactamente a quién se le está permitiendo entrar al país, pero miles de niños de Centroamérica y México que han llegado en las últimas semanas se encuentran actualmente bajo custodia de las autoridades estadounidenses.
Algunas familias han sido enviadas con sus parientes que viven en Estados Unidos mientras esperan sus citas en los tribunales de asilo. Y miles de migrantes más han sido expulsados, la mayoría a México, donde habrán de decidir si vuelven a cruzar o regresan a casa.
El flujo de migrantes en la frontera sur de Estados Unidos está aumentando por tercera vez en siete años, en gobiernos de presidentes republicanos y demócratas. A diferencia del Gobierno de Trump, el de Biden ha decidido no expulsar a los niños migrantes que llegan a la frontera sur sin compañía de un adulto, como la hondureña de 7 años fotografiada en Texas esta semana por The Associated Press. Y con base en las nuevas reglas implementadas por el Gobierno de Biden, algunas familias con “vulnerabilidades agudas” están siendo entregadas a sus familiares en Estados Unidos y se les ha permitido solicitar asilo, mientras que a otras en circunstancias casi idénticas no las han dejado pedirlo.
Para los niños y adolescentes que viajan de México a Estados Unidos, hay incertidumbre, miedo, esperanza y una larga espera. Recientemente, en una plaza de la ciudad de Reynosa, México, cerca del puerto de entrada del puente internacional McAllen-Hidalgo, un niño migrante deportado jugaba con un avión de papel en compañía de otros niños migrantes.
Un día antes, en Brownsville, Texas, un pequeño tomaba del brazo a una mujer migrante mientras esperaban que un grupo humanitario los procesara luego de que agentes de la Patrulla Fronteriza los dejaron en libertad en una estación de autobuses. A diario hay escenas similares en localidades de México y Estados Unidos, imágenes de la suerte distinta que corren los migrantes que llegan por miles a la frontera.
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